No son patriotas PDF Imprimir E-mail
Opinión / Actualidad - Política
Escrito por Antonio Márquez   
Martes, 17 de Abril de 2012 00:00

No son patriotasNadie es patria. Todos los somos”

Jorge Luís Borges

Los integrantes de toda una generación de españoles, nacidos tras la llamada transición, hemos sido socializados en los valores de lo que, en realidad, fue un pacto leonino por el cual las fuerzas derechistas y herederas de la dictadura impusieron, bajo la amenaza de una segunda guerra civil, la conservación de sus privilegios a una izquierda timorata y debilitada por cuatro decenios de fascismo. Entre esos privilegios que las clases dominantes y el postfranquismo se arrogaron tácitamente, pero a punta de pistola, está uno de capital importancia: la identidad nacional española, el imaginario sobre aquello en lo que consiste ser y no ser español.

 

Y el hecho de que la izquierda renunciara a toda la tradición, simbología e identidad nacional republicana en aras de la concordia, ha sido uno de los factores que más ha debilitado con el paso de los años a la izquierda política, sindical y, sobre todo, social, al desproveerla de un aglutinante identitario de primer orden. No es casualidad, por tanto, que la izquierda y los movimientos contestatarios hayan conservado más fuerza principalmente en aquellos ámbitos geográficos que cuentan con imaginarios nacionales alternativos, como son Euskal Herría y Catalunya.

Muchos hemos crecido asumiendo que España es, y sólo puede ser, la bandera rojigualda impuesta por los militares golpistas del 36, la llamada "fiesta nacional" taurina, la celebración anual de la conquista y genocidio de América cada 12 de octubre – el "día de la raza" –, la monarquía elegida a dedo por el generalísimo, un himno sin letra alguna, el desprecio hacia el extranjero cuando es pobre – en buena sintonía con las tradiciones feudales de pureza de sangre – y el servilismo hacia el extranjero cuando es poderoso. Y por supuesto, en esa idea de España se incluye el desprecio al trabajo y a la clase trabajadora española en su conjunto; los mismos clanes parasitarios que durante cinco siglos han combatido todo avance social y han procurado mantenerse al margen de los "oficios viles" y de quienes los practicaban – los trabajadores – fueron los artífices de la transición y son hoy los principales responsables de la crisis y de una gestión de la misma absolutamente antisocial.

Es esa casta parasitaria de banqueros, terratenientes, rentistas y propietarios de las mayores fortunas de nuestro país, y sus representantes políticos, que se dicen patriotas, la que califica de "antiespaña" a la mayoría de los trabajadores y ciudadanos. Son quienes difunden la idea del trabajador español holgazán, a pesar de ser en realidad uno de los que más horas y con mayor esfuerzo trabaja en Europa. Son los mismos que, a pesar de decirse patriotas, deciden – junto con el PSOE – reformar la Constitución para priorizar el pago de una deuda ilegítima a los acreedores extranjeros por encima de la defensa del bienestar y los derechos adquiridos de la ciudadanía, y que cuyo plan estratégico para salir de la crisis consiste en convertir a España entera en un gran casino a través de: el desmantelamiento del Estado del bienestar, el saqueo de la propiedad pública, el intento de reanimación chapucera del cadáver de la burbuja inmobiliaria, el fomento del turismo antiecológico, la amnistía para la evasión de impuestos de las grandes fortunas, y la aplicación de la legislación antiterrorista frente a la protesta pacífica. Incluso hemos podido ver recientemente como el mismo Rajoy ha corrido como si no hubiera un mañana a presentarle su plan económico a Merkel y Sarkozy para obtener su aprobación, mientras que ha callado cuando este último ha utilizado el ejemplo de la situación económica española para agitar el miedo entre el electorado francés, consiguiendo que haya tenido que ser la oposición francesa quien dé la cara por España. El objetivo de esa casta que se electriza ante los toros y las rojigualdas es obvio: una vez más, conservar sus privilegios a costa de lo que sea, incluso de transformar un país entero en una región dependiente. El subdesarrollo económico y social es su proyecto político para salvar sus muebles.

Obviamente los principales hitos democráticos de la historia de España en general, y de la República en particular, casan bastante mal con aquellos valores y con estas políticas. Los valores de participación política, equidad social y dignidad nacional que representó el proyecto republicano implican una concepción del mundo político y social diametralmente opuesta. Es perfectamente lógico que la derecha y los grupos de poder económico y mediático abominen de cualquier pretensión de recuperación de nuestra memoria histórica, así como ante cualquier movimiento de cuestionamiento del régimen de la transición o de protesta ante la actual situación político-económica. Movimientos integrados en gran medida por jóvenes, como el 15M o la primavera valenciana, que ya no creen en los mitos inculcados, el movimiento por la recuperación de la memoria histórica, la marea verde en defensa de la educación y los servicios públicos, las movilizaciones populares contra los desahucios, el giro más combativo de los sindicatos, son muestras abrumadoras de descontento ante un sistema que huele a podrido. Y la peste se hace tanto más insoportable al difundirse la conciencia de que han sido precisamente los privilegiados del régimen y sus representantes, con la familia real a la cabeza, los primeros en saltarse todos los consensos y en romper cualquier pacto, aprovechando una crisis que les ha salido muy rentable. ¿Por qué seguir respetando a esa casta y acatando unos acuerdos que ni siquiera ellos mismos cumplen? ¿Por qué seguir creyéndonos su patriotismo casposo, hipócrita y de boquilla que se traduce en un antipatriotismo militante en los hechos? ¿Por qué continuar asumiendo toda su simbología y sus mitos? España será lo que decidamos los españoles, lo que decidamos quienes constituimos el 99%. ¿Para cuando una marea tricolor?

Antonio Márquez de Alcalá es sociólogo y militante de IU.

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Fuente: Sin Permiso