Marinaleda PDF Imprimir E-mail
Opinión / Actualidad - Política
Escrito por Raúl del Pozo   
Martes, 10 de Abril de 2012 05:32

 

Juan Manuel Sánchez GordilloDecía un filósofo kartoffel: el pueblo es esa parte del Estado que no sabe lo que quiere. Hay un pueblo que cree saberlo, Marinaleda, entre juncales y alcachofas. Los de la cooperativa se han puesto los pañuelos de bandoleros, recordando que sus abuelos se integraron en las partidas de El Tempranillo, nacido en la cercana pedanía de Jauja. Siempre me intrigó ese alcalde perpetuo; a veces me parecía un cura Gapón, un redentorista agrario, pero ha durado más que mis prejuicios. Se llama Juan Manuel Sánchez Gordillo, no pertenece a la Mano Negra ni al siglo XXI aunque lleva quincallas o pulseritas en la bobanilla y sabe acercarse a las cámaras junto a Cayetano de Alba para enseñarle el molino de aceite.

 

Marinaleda fue un pueblo de chozas, parecido a Casas Viejas, donde la gente trabajaba de sol a sol por dos reales. Ochenta años después, el alcalde piensa que el FMI es una cueva de ladrones y Alemania nos condena a trabajos forzados. El discurso un tanto arcaico entra como un rayo en los jornaleros; le han votado en asambleas durante 33 años para que se hiciera líder campesino a 108 kilómetros de Sevilla, cerca de Écija. En su despacho no está la foto de Juan Carlos I sino la del Che Guevara.

Con dos disfraces y tres trapos ha llegado a ser alcalde-fetiche, la recreación del mito de la tierra prometida, confirmando la leyenda según la cual en esos valles estuvo el Paraíso Terrenal, el olivo de Atenea y la viña de Noé. Utopía significa «no hay tal lugar»; para medio millón de campesinos de Marinaleda es la utopía del pimiento de piquillo, el primer huerto del socialismo utópico, una comuna de la que habla el New York Times.

Siguiendo la sombra del puño, ocuparon la finca de los duques del Infantado, transformada en 1.200 hectáreas de regadío sin un tiro en la barriga, sin que los garrochistas picaran a los obreros. Todo el mundo gana igual (47 euros, y vive en pisos de 15 euros con 100 metros de patio). Con esa pancarta el alcalde fue diputado por Sevilla y esa minoría (18% de la coalición de izquierdas) dice que antes muertos que pactar con el PSOE.

Hablo con él a la hora del fino y explica: «Sería apoyar al barco que se hunde, al partido que representa el paro, la corrupción y la guerra. Si el PP es Gürtel, el PSOE es ERE. Ni gato negro ni gato blanco, un nuevo gato que aún no sabemos cómo se llama. Ni pacto de legislatura ni de gobierno, vigilarlos desde la oposición».

Los de la dirección piensan que Gordillo es buen tipo. «Al final aprobaremos la investidura de Griñán; luego ya se verá». No me dirán que no es pintoresca esa revolución primitiva y platónica si al final ha de apoyar la gobernabilidad de los latifundios.

---------------

Fuente: El Mundo