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Opinión / Actualidad - Política
Escrito por Arturo del Villar / UCR   
Lunes, 22 de Noviembre de 2010 19:31

  PSOE en caída libre Acaba de aparecer el número 683 de El Socialista, correspondiente al mes de octubre. Sale retrasado, como todo lo que hacen los que atrevidamente dicen ser socialistas. Según es costumbre, contiene una exaltación del culto a la personalidad del secretario generalísimo del partido, el compañero Rodríguez, el caudillo de la alianza de civilizaciones, el vigía de Europa, el defensor de las libertades africanas (excepto para la República Árabe Saharaui Democrática, porque no se ha enterado de su existencia), el que mantiene la lucecita de la Moncloa encendida noche y día para velar por el bienestar de los hombres y las tierras de España contra la conspiración exterior que no nos perdona ser la reserva social de Occidente, etc.

 

   En la tercera página del ejemplar (aunque no tiene nada de ejemplificante) se encuentra un artículo, “La fuerza de la participación”, firmado a cuatro manos por Leire Pajín y Marcelino Iglesias: son la secretaria saliente de Organización del partido, ridiculizada por sus predicciones astrológicas fracasadas, y el secretario entrante, todavía presidente de la Comunidad Autónoma de Aragón. El 23 de octubre el secretario generalísimo del partido propuso al Comité Federal que la hija de la tránsfuga Maite y del corrupto Chema fuese elevada a la categoría de ministra de Sanidad, Política Social e Igualdad, para nuestra desgracia, y que el criticado y denigrado presidente aragonés la sustituyese al frente de la secretaría de Organización del partido.

   Como es habitual en esta sociedad limitada, la propuesta fue aprobada por aclamación. Faltaría más. En este partido solamente ha habido un militante que osara discutir una decisión del generalísimo: Tomás Gómez, secretario general del Partido Socialista de Madrid, que por eso fue elegido candidato a la presidencia de la Comunidad Autónoma madrileña, frente a la sociatonta propuesta por el compañero Rodríguez. Y por eso mismo le votaremos los madrileños de izquierdas el próximo mes de mayo, por la valentía demostrada al rebelarse contra el dedo incorrupto del invicto moncloanero.

 

Quién es la oposición

 

   El artículo escrito a cuatro manos es una demostración impresionante del cinismo que es capaz de acumular un político, en este caso dos, en contra de toda la evidencia. Ambos forman parte de la alta dirección del partido supuestamente Socialista, pero se dedican en este artículo a criticar la política del partido presuntamente Popular. Lo lógico es que la oposición censure al Gobierno y al partido que lo sustenta, mientras que lo insólito es que los gobernantes derrochen sus fuerzas en combatir a un partido de la oposición: se convierten en la oposición de la oposición. Como para tomarlos en serio. Actuaciones de este cariz obligan a suponer que se preparan para ser oposición en breve, porque saben que no podrán seguir engañando al pueblo con sus palabras contrarias a sus hechos, como están haciendo ahora.

   Repasemos algunos ejemplos de golfería política manifestada por las cuatro manos. Por ejemplo, cuando se atreven a perpetrar esta declaración: “Ésta es nuestra máxima todos los días: que los españoles vean en el Partido Socialista una fuerza política de confianza.” Los ciudadanos confiamos en que antes de terminar este año la política del Gobierno presuntamente Socialista habrá conseguido los cinco millones de desempleados, y en el año y medio que faltan para las elecciones generales rebasaremos los seis. Asimismo confiamos en que acabará de hundir la economía nacional. Y en que continuará manteniendo a los soldados españoles en misiones exteriores, al servicio sumiso del imperialismo gringo. Y en que prorrogará las subvenciones a la Iglesia catolicorromana, a pesar de la prohibición reiterada todos los años del Parlamento Europeo.

   Prosigue así la insolencia de los autores, refiriéndose al jefe de la oposición, aunque la pregunta se vuelve contra ellos: “¿Pueden confiar los españoles en un político que cree que el ordeno y mando es más importante que la decisión de las personas?” ¡Claro que no! Precisamente por ese motivo los socialistas madrileños votaron a Tomás Gómez, frente a la candidata impuesta por el secretario generalísimo, la entonces ministra de Sanidad, la Trini, una inepta absoluta que el año pasado nos hizo gastar noventa millones de euros inútilmente, en la compra de treinta y siete millones de vacunas contra una supuesta epidemia de gripe que nunca existió. Pero el generalísimo no puede tolerar que se le lleve la contraria, así que ha elevado a la Trini a la categoría de ministra de Asuntos Exteriores, para perplejidad de las cancillerías de todo el mundo civilizado. Esta sociatonta no sabe hablar en castellano, de modo que si algún día se expresa en otro idioma originará un conflicto internacional de consecuencias imprevisibles. No podemos confiar los españoles en un político intolerante que pretende imponer el ordeno y mando sobre las conveniencias nacionales, y contra la opinión de sus mismos militantes.

 

El partido refundado y rematado

 

   Más desfachatez pajinesca y eclesial: “Nuestro proyecto político, el socialismo de los ciudadanos, significa confianza en la sociedad. Puesto que confiamos en ella confiamos en sus decisiones, en sus opiniones.” El partido acaudillado por el compañero Rodríguez usurpa el nombre de Socialista, desde que el compañero González le quitó sus señas de identidad tradicionales el infausto 20 de mayo de 1979, en el lamentable XXVIII Congreso. Dejó de ser republicano, laicista y marxista. Lo que salió de allí fue una caricatura de la organización fundada por Pablo Iglesias un siglo antes. Y después el compañero González convocó un referéndum para hundir a España en la Organización Terrorista del Atlántico Norte, en contra de sus promesas públicas hechas cuando estaba en la oposición. Y a continuación montó los GAL y permitió la corrupción desenfrenada a sus compinches. Así es su proyecto “político”, mantenido entusiásticamente por el compañero Rodríguez, con los resultados muy conocidos y sufridos por todos los ciudadanos.

   Otro ejemplo de desvergüenza: “Si la opinión pública se ha fijado en nosotros, es porque hemos dado una imagen muy positiva de nuestra organización. Y ésta es nuestra fuerza como Partido.” Este partido (con minúscula, que la grandilocuencia es perjudicial) se beneficia de la falta de existencia de una oposición eficaz. El principal oponente, el partido que dice ser Popular, está hundido en corrupciones económicas que lo han hecho impresentable. A pesar de ello, muchos ciudadanos lo votarán, porque el llamado Socialista provoca un rechazo mayor, debido a su ineptitud para gobernar, a su desfachatez para negar las evidencias, a sus incongruencias continuadas, a sus indecisiones perjudiciales, a su sometimiento al Imperio gringo y a la Iglesia romana, y aquí es el momento de añadir un etcétera, para no hacer interminable la lista de sus errores y procacidades.

   Más demostración de descaro político: “Nuestro reto, como Partido, es mantener viva la llama de la ilusión.” Ilusos sí que son los que crean semejante dislate. El compañero González desilusionó a cuantos habíamos supuesto que seguiría las directrices marcadas al partido por Pablo Iglesias y sus continuadores. El compañero Rodríguez ha terminado de desilusionar a los ingenuos que todavía confiaban en una recuperación de las virtudes socialistas, en este residuo bufo de lo que fue el PSOE durante su primer siglo de existencia.

 

 Unos irresponsables unidos

 

   Los cuatromanistas continúan expresando su atrevimiento al escribir: “Cada uno, desde su responsabilidad, debemos seguir participando en el proyecto político que nos une: el socialismo.” La política desarrollada por este Gobierno de socialistos y sociatontas, lo mismo que por sus predecesores desde 1982, es lo más opuesto a la idea socialista que cabe imaginar. Son unos irresponsables congénitos y contumaces. Probablemente ambos escribidores pensaban que sólo se dirigían a los afiliados que aún le quedan a este partido convaleciente, pero aun así demuestran una frescura mendaz intolerable. Los socialistas auténticos que todavía resisten, dejando aparte a los aprovechados que se benefician de sus cargos funcionariales, saben que lo único que mueve a los miembros –y las miembras, como dice la Bibiana sociatontísima-- de este Gobierno es el mantenerse el mayor tiempo posible en sus cargos, porque no van a tener otra oportunidad.

   Este Gobierno legisla contra los trabajadores, los desempleados y los pensionistas, mediante una política antisocial propia de la derecha sometida al capitalismo. Por eso los ciudadanos hicimos una huelga general el pasado día 29 de setiembre, hartos de sufrir la impudicia embustera del Gobierno y del partido que lo sustenta.

   Ninguna de las cuatro manos redactoras del artículo conoce la gramática española, porque utilizan barbarismos dialécticos, muy apropiados para las barbaridades que expresan, como en este ejemplo: “Es por ello que la sociedad nos ha dado tantas veces su confianza.” Si poseyeran un átomo de sentido común no osarían escribir eso, ni siquiera con una buena construcción gramatical. Se ha votado a los presuntos socialistas porque los autoproclamados populares son tan inútiles y tan corruptos como ellos, y porque la izquierda se encuentra atomizada en grupúsculos insensatos enfrentados suicidamente.

   El día en que se consolide un partido republicano de izquierdas, se les acabó el chollo a los que ahora se alternan en el poder. Lamentablemente, no es posible todavía pensar en ello. No aprendemos nada de la historia. Así se perpetúa la disyuntiva para optar solamente entre quienes se proclaman socialistas y quienes presumen de populares, aunque ninguno de los dos sea lo que dice ser.

 

Un partido sin rumbo

 

   La traca final del artículo supera todo lo imaginable en descoco falaz: “Hemos continuado por el camino que significa ser un partido de izquierdas, reflejando lo que somos: el partido de los ciudadanos.” ¡Qué barbaridad! ¡Qué caradura tienen! Aparte la huelga general, todas las profesiones de la nación han seguido huelgas sectoriales contra la política ultraconservadora de este Gobierno injuriosamente apodado Socialista. Se pusieron en huelga desde los jueces hasta los vendedores de lotería. Se han manifestado contra la política capitalista enemiga de los ciudadanos desde los guardias civiles hasta los sanitarios. Es un Gobierno tan inepto que lanza a la calle tanto a los fundamentalistas católicos como a los ateos convictos.

En lo único que coincidimos los militantes de izquierdas y de derechas es en que este Gobierno es impúdicamente antisocialista y enemigo de los trabajadores. Es un Gobierno de derechas, conservador contumaz, sumiso a la doctrina de la Iglesia romana y obediente a los designios del Imperio. Y el partido que lo apoya aprueba unánimemente sus decisiones, sin que nadie se atreva a expresar una opinión contraria, por lo que demuestra ser un partido de derechas, contrario al sentir de los ciudadanos.

Hay un clamor generalizado contra el compañero Rodríguez y sus acólitos, en el que participan los militares, los obispos, los comerciantes, las amas de casa, los desempleados, los empresarios, los pensionistas, los estudiantes, los jóvenes, los ancianos, los que piden limosna, los que exigen reformas, los que tienen hambre, en fin, todos los ciudadanos vasallos de su majestad católica, así como los inmigrantes desesperados por haber venido a este país, incluidos los delincuentes cubanos excarcelados a los que pagamos el viaje con sus familiares.

   He glosado los párrafos más cínicos y troleros del artículo, que está ilustrado con una fotografía de ambos culpables de haberlo escrito. Aparecen muy sonrientes, sin duda porque suponen que los pocos socialistas que aún resisten están dispuestos a tragarse todo lo que les echen desde las páginas de su órgano de expresión, y que los socialistas auténticos todavía afiliados callan para no contribuir a su descrédito.

Que no se fíen. Los que me han dado el ejemplar, tan poco ejemplificante, utilizado para este comentario (porque yo, naturalmente, no pertenezco a esta honorable compañía, cosa suya), me dicen que es preciso acabar con tanto cinismo, antes de que el partido todavía llamado Socialista desaparezca para siempre.

   Hay que volver a refundarlo, para que recupere el carácter que le dieron Pablo Iglesias y sus compañeros. Esa tarea es competencia de los escasos militantes que aún mantienen la conciencia sin contaminar. Lo malo es que en los últimos treinta años muchos de los socialistas puros se han visto obligados a abandonar la militancia, empujados por los revisionistas. El desprestigio alcanzado por el compañero Rodríguez está consiguiendo hundir lo que quedaba del partido, tras el paso del exterminador compañero González.

   Se trata ciertamente de un problema interno de ellos, aunque por constituir el Gobierno de su majestad católica también concierne a todos los ciudadanos.

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Arturo del Villar también en  www.fresdeval.blogspot.com