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Opinión / Actualidad - Política
Escrito por Lorenzo Cordero en La Voz de Asturias   
Domingo, 04 de Diciembre de 2011 07:12

Zapatero RajoyEl triunfo de la derecha española en las elecciones generalísimas del pasado 20-N le han abierto la puerta de par en par al criticismo integrista, que, desde la reforma de la llamada autocracia franquista, parecía haber sido condenado a errar por el desierto de las libertades; abandonado, sin provisiones y sin agua... No se sabe como, pero lo cierto es que acaba de entrar por la puerta y ha vuelto a sentarse en la cátedra de sus obsesiones ideológicas -el comunismo y el nacionalismo- desde la cual reinicia su pertinaz y melodramática campaña de acoso y derribo de esos dos factores citados, que son, al parecer, determinantes del hipotético hundimiento de España. ¡Ufff...!

 

Después de un eufórico periodo de urgente adaptación de los principios fundamentales del Movimiento Nacional (totalitarismo) al proyecto flexibilizador de los conceptos democráticos del liberalismo social -durante el cual, más de uno pretendió convencer a los demás de que ellos eran demócratas de toda la vida, a pesar de su bautismo y toma de hábitos totalitarios-, con el reciente éxito electoral del Partido Popular el país vuelve a recuperar aquellas añejas manías anticomunistas y aquellos viejos prejuicios antinacionalistas.

Habían acordado los chefs de la cocina de los Pactos de la Moncloa que el menú principal para celebrar la llegada de la Transición sería la teórica reconciliación nacional. Por lo visto, pensaron que con ese plato del día conseguirían reconciliar no sólo a las personas, que hasta entonces, había comido, y pensado, en mesas separadas, sino también a las ideas. Con el tiempo, todo el mundo se ha dado cuenta de que aquel proyecto fracasó porque confundir a las personas con las ideas es un tremendo error.

En este renacimiento del criticismo integrista ya han caído (o, quizá, recaído...), además del pueblo común, muchos ilustres -e ilustrados- personajes que, en algunos casos, protagonizaron ciertos episodios de la Transición académica...

Recientemente, y a propósito del coreado triunfo electoral del PP marianista en los comicios del mítico 20-N, así como también de la derrota tan llorada del PS(O)E felipista, uno de los padres putativos de la Constitución de 1978, haciendo un alarde de conocimientos históricos, recuperó el discurso anticomunista, quizá para aliviarse por las angustias del fracaso felipista; es decir, del socialismo renovado.

Lo que dice, lo dice como si el PCE existiera realmente en este país. Incluso, le concede a Izquierda Unida (IU) la facultad de exhibirse como portadora del alma del Partido Comunista. Sin embargo, cuando cita al partido socialista renovado por Felipe González, lo hace como si se tratara del Partido Socialista de Pablo Iglesias.

La involución intelectual del pensamiento ideológico español va acompañada de una más que evidente resurrección de la historiografía imperial del Movimiento Nacional, cuya característica esencial es la de utilizar silencios selectivos para ocultar hechos que dañan su condición humana, contar mentiras como si fueran verdades, repetir insistentemente obcecaciones históricas...

Con el oficio, bien aprendido, de distorsionar la verdad histórica hay, en este país, maestros brillantísimos, autores de una extensa bibliografía en donde la mentira se sacraliza, hasta dejarla convertida en una solemne verdad...

Para darse cuenta de la tremenda ficción historiográfica que, durante muchos años, nos han obligado a tragar, basta con recordar las historias que se contaron durante la vida de aquel general, para, luego, contrastarlas con lecturas no contaminadas por las fábulas franquistas. Una lectura que, en cierta manera, compensa la historia manipulada por los fabulistas de aquel régimen, sería, por ejemplo, El mito de la cruzada de Franco, (Plaza y Janés. 1986, cuyo autor, Herbert Southworth, consagró gran parte de su vida a desmitificar la victoria de Franco en la Guerra Civil. Había nacido en Canton, una pequeña ciudad del estado de Oklahoma, en 1908. Logró crear una biblioteca de excepcional valor bibliográfico para la historia de los años de plomo españoles.

Pero lo verdaderamente inquietante, en este momento, no es que un pequeño partido -supuestamente portador del alma del viejo PCE- haya conseguido los votos suficientes para formar un grupo parlamentario en el Congreso de los Diputados, sino que el partido renovado por el felipismo comparta con la derecha posfranquista no sólo el poder bipartidista, sino también su política neoliberal.

Lorenzo Cordero es periodista

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Fuente: lavozdeasturias.es