El coronavirus no solo enferma, mata la acción social y la organización PDF Imprimir E-mail
Opinión / Actualidad - Política
Escrito por Carlos Martínez García   
Jueves, 26 de Noviembre de 2020 08:08

Ante las colas del hambre, recogida de alimentos. ¡Venga ya! ¿Es que en más de seis meses no se ha podido garantizar una renta vital decente para evitar que sea la caridad la que sustituya a la justicia y el reparto?

No soy negacionista, he visto el sufrimiento y el miedo al contagio, el cuidado, el respeto por los demás o el egoísmo y la inconsciencia criminal. Pero he podido observar más la mentira, la crueldad, el clasismo y lo miserables que son muchas de nuestras autoridades más pendientes de proteger intereses privados, los de la industria farmacéutica o de la gran patronal que de acabar con las colas del hambre y la desesperación de las personas que ven cómo se hunden sus ilusiones o pierden sus empleos.

Ante todo esto más las distancias, las mascarillas, los encierros en casa o los municipios cerrados, la movilización se dificulta, la protesta se acalla y el silencio se impone. Los motivos para protestar y salir a la calle se multiplican, pero el miedo atenaza y ellos, ya sean banqueros, grandes empresarios o administradores públicos, lo saben y lo utilizan.

La desorganización cunde, porque sin asambleas no hay democracia interna posible en partidos, sindicatos o sociedades. Solo sectores muy concienciados o con intereses muy fuertes se mueven y/o manifiestan. Estamos perdiendo mucho y los poderosos ganando más.

Una corona corrupta, con un rey que comenzó a ser comisionista y cobrar de donde no debía parece ser, desde principios de su reinado -recuérdese su actuación en el Sahara y su conversión en familiar de la monarquía marroquí- de la que toda su familia, parece ser -señor juez- se lucró. Merecía esta desfachatez que cientos de miles, millones de personas en las calles exigiendo el fin de la corrupción, transparencia y República.

Cierres empresariales aprovechando la situación, despidos y fraudes patronales merecen concentraciones, huelgas y manifestaciones y aunque las ha habido, han sido contadas para cómo está el patio. El sector turístico al que hemos sido abocados por “Europa” y los gobiernos González, Aznar y Rajoy, sigue siendo engañado, pues ni va a volver a ser todo como antes, ni es racional y lógico que lo sea. Un Estado donde la economía son bares, cafeterías y hoteles no tiene futuro y sus jóvenes menos.

La sanidad pública destrozada, privatizaciones en plena pandemia y apoyo a la sanidad privada no interviniéndola es de una deslealtad con la población terrible. Personal sanitario bajo mínimos y en precario, centros de salud locales o comarcales cerrados, enfermas y enfermos oncológicos o de corazón abandonados y todas las enfermedades atendidas por teléfono, merecían amplia respuesta, mucho más amplia que lo que algunos barrios heroicos han protagonizado. Sinvergüenzas al frente de bastantes autonomías mintiendo sobre datos o malgastando dinero público impunemente merecía algo más que protestas en las redes sociales por muy airadas que sean.

Entre los poderosos han logrado atemorizar y callar a las clase populares y eso ha permitido que solo se escuchen las estridencias del fascismo mentiroso y demagogo, los retos chulescos y clasistas del PP y las disculpas no pedidas de un gobierno de coalición excesivamente complaciente y/o cuando no cómplice de estos desaguisados y chantajes de chulos tabernarios de derechas o señoritos falangistas. La izquierda, la clase trabajadora necesita las calles y las plazas para ser fuertes, el voto solo no conduce a nada, la democracia es mucho más que votar cada cuatro años. En tiempos de pandemia Chile ha conquistado su nueva Constitución en la calle, Perú ha denunciado a sus diputados corruptos y su sistema podrido en las calles. Los bolivianos y bolivianas no solo han salido a votar sino que han podido votar gracias a no parar en sus acciones, trancas de carreteras y protestas. Los negros de los EE.UU han denunciado los crímenes de policías racistas en las calles, las clases populares han defendido sus ideas e ilusiones frente a Trump en manifestaciones. Nada más grave que lo que ya tenemos ha sucedido, pero esos pueblos han triunfado.

Por eso hemos de ver que hacemos y como nos cuidamos, pero encerrar a la clase trabajadora y los pueblos en casa no es la solución. Es nuestra derrota, es la victoria de la corrupción, las privatizaciones mafiosas, las grandes patronales y aquellos partidos del sistema que solo quieren nuestro voto, para después con el mismo hacer lo que ellos quieran ¿O es que todas y todos los votantes del PSOE querían a Nadia Calviño manejando la economía en clave neoliberal?

El Covid ha sido tan dañino porque durante años se ha estado destruyendo la sanidad y la red hospitalaria pública, se ha destruido nuestra industria, se han deteriorado hasta el infinito las condiciones y precios de nuestra agricultura y no se trata como seres humanos a los y las jornaleras del campo, muchas y muchos de ellas y ellos inmigrantes o hay barrios y barrios de grandes o pequeñas ciudades y pueblos con viviendas pequeñas, mal acondicionadas y un urbanismo hecho solo a la medida de los especuladores del ladrillo, promotores sin escrúpulos con mucho poder en los ayuntamientos y la carencia desde siempre de un plan de vivienda pública ordenado, organizado y social. En lugar de eso los bancos, los verdaderos dueños del reino de España acumulan cientos de miles de viviendas vacías y el Gobierno hasta el presente solo hace proyectos y más proyectos y titulares y más titulares.

Ante las colas del hambre, recogida de alimentos. ¡Venga ya! ¿Es que en más de seis meses no se ha podido garantizar una renta vital decente para evitar que sea la caridad la que sustituya a la justicia y el reparto? Claro, por eso nos encierran y ya vendrán los curas y las damas de caridad o el ropero a solucionar la pobreza como si estuviéramos en los años veinte o cuarenta del siglo pasado. Vergüenza. Por eso nos quieren confinadas y confinados y con miedo.

Hemos de ver mientras dure la pandemia como no contribuimos a su extensión, pero al mismo tiempo, nos hemos de volver a reunir, a organizar, a defender a construir y vigilar. Se nos habla de grandes fondos europeos, en cualquier caso más deuda pública es decir los vamos a pagar nosotras y nosotros, pero ¿A dónde van a ir a parar? ¿Quién se lo va a llevar y en qué condiciones? ¿Cuándo desde el estado del bienestar se va a acabar con las colas del hambre, con la pobreza? Por eso no podemos seguir ni atemorizados ni en nuestras casas encerradas y encerrados.

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FUENTE: nuevatribuna.es