Desde la anti política al avance de la extrema derecha PDF Imprimir E-mail
Opinión / Actualidad - Política
Escrito por Carlos Martínez García   
Sábado, 22 de Diciembre de 2018 05:41

Lucha de clases

Las clases trabajadoras y populares solo tienen una forma de defender sus intereses y conseguir mejoras, camino de una sociedad diferente y mejor. A saber sus partidos y sindicatos, la huelga, sus movimientos sociales.

La política se profesionalizó y corrompió en parte, solo en parte en cuanto a sus componentes, si bien el régimen coronado del 78 es el ejemplo de que no hacer y ha provocado por su superestructura la corrupción. Pero la política progresista que de él surgió cedió ante el sistema y se acomodó cuando no se pudrió en manos de “profesionales” sin ideología, sin preparación o ambas cosas.

Los sindicatos obreros muy dañados desde la contra-revolución neoliberal no pudieron recuperarse en Europa y en España y también sucumbieron, bien ante la represión ultra-conservadora, neoliberal así como ante la ofensiva patronal muy contundente, ampliando su crisis debido a su burocratización y acomodo en manos de elites profesionalizadas, al igual que en la política y con su mismo origen.

El cambio social, desde una perspectiva de avance y reparto, defensa del planeta y extensión de los servicios públicos generalizados, solo podía ser en tránsito hacia el socialismo.

Las oligarquías sabían de sobra que tan solo podían defender sus privilegios y seguir amasando fortunas venciendo al socialismo como idea, derrotando a la socialdemocracia como gestión coherente por el pacto social, derribando el comunismo y destruyendo aunque fuera paulatinamente el estado del bienestar como colofón.

Tras esto, a un capitalismo además financiarizado no le hace falta respetar las personas, los derechos y lavarse la cara en nombre de la democracia. Trasladando las fabricas a regiones planetarias sin democracia, para que disimular. La democracia no es necesaria. Con garantizar cierto nivel de consumo y crear una cultura de la alienación, basta. No hacen falta tanques, solo canales de televisión o redes sociales controladas. Todo es comercializable, todo es mercancía.

Ante este panorama, la globalización no es sino el imperio del capitalismo. Nada más y nada menos. Solo que en primer lugar el planeta está en peligro de muerte gracias a una superproducción bestia y han surgido en Oriente capitalismos nacionales y con intereses igual de potentes que en Occidente, pero diferentes. La guerra del comercio ha estallado y las crisis capitalistas se superponen, por eso hay que controlar las retaguardias nacionales y regionales occidentales.

Ante esto, la estrategia de los centros de poder capitalista, fue primero descalificar la política, los partidos, los sindicatos y a las personas electas democráticamente. Fue fácil, pues ellos y sus observatorios de opinión e influencia, si sabían que hacer, pues para que haya un político corrupto, antes debe haber un capitalista corruptor. Destruida la política, (me refiero claro está a las izquierdas institucionales pues para las derechas la corrupción es estructural y sus votantes son inmunes a ella) y sin fuerza ni prestigio los sindicatos, solo cabía lanzar sustitutos de quienes habían defraudado tantos sueños y tanta sangre. Nuevos partidos surgidos del aire, incluso en forma de sociedades anónimas como el M5 estrellas. Populismos justicieros y la búsqueda por parte de un nuevo populismo de extrema derecha de enemigos externos que pueden ser los inmigrantes, las mujeres con derechos, las y los refugiados o las y los concejales de mi pueblo.

Utilizar las leyes vigentes y constituciones vigentes para perseguir y criminalizar la disidencia y en eso el PP es maestro. Dividir y crear doctrinas desde dentro de partidos clásicos que destruyan su legado, e ir poco a poco eliminando la libertad.

De repente y desde el progresismo, ahora, se encienden todas las luces rojas pues la xenofobia y la extrema derecha avanzan y nos encontramos con que hay que refundar la política, reconstruir los sindicatos y apoyar movimientos ciudadanos. Todo eso tras haber dicho que eso era malo y todos eran iguales o lo peor, que los barrios se crea eso y se desconfíe “de todo dios”. El problema muchas veces son las personas, nunca las ideas si estas son de progreso, mejora e igualdad.

Es por lo que ahora tenemos un trabajo doble. En primer lugar recuperar la política, las ideas políticas, los sindicatos y los partidos al objeto de cumplir con su cometido, salvo que seamos anarquistas. Pero habremos de hacerlo nosotras y nosotros. Por tanto sin sectarismos y aprendiendo mucho de nuestros clásicos y sus enseñanzas sobre todo éticas y solventes. En segundo lugar volviendo a hacer pedagogía, con la diferencia de que los medios de nuestros adversarios son más peligrosos que los que incluso nuestros padres fundadores debieron sufrir. En tercer lugar rehacer los partidos de clase y los sindicatos de clase. Hacen falta muchos cambios, no lo digo por la edad de los actores, lo digo por la organización y las formulas.

Cuando se estaba fomentado el todos son iguales se creó un caldo de cultivo que solo ha favorecido a la extrema derecha y eso era lo que se buscaba por parte del capital.

Nadie se acuerda ya del movimiento “Ocuppy Wall Street” pero todo el mundo sabe que es el Partido Laborista y Jeremy Corbyn, incluso en Wall Street temen más a Bernie Sanders y el DSA (Partido Socialista USA) o el movimiento negro, que a concentraciones minoritarias. Por cierto ahí tenemos ejemplos a estudiar. Otro ejemplo a seguir parece ser ahora Portugal y en Portugal gobierna el Partido Socialista con apoyo parlamentario del Partido Comunista Portugués y el Bloco de Esquerda. Por cierto, siendo un ejemplo muy moderado, en España y Portugal una república, echo este no menor, parece no dejan ni que se intente por parte de los diferentes representantes del régimen coronado.

Hemos de emprender nuevos proyectos claro. Hay refundaciones imprescindibles. Pero la lucha de clases, las clases y la política están ahí. El adversario es el capitalismo y el capitalismo lo que genera en nuestros tiempos son recortes y austeridad, guerras y miseria. Ese es el problema del socioliberalismo y el populismo de izquierdas al menos en el estado español: haberlo olvidado.

Por eso hace falta socialismo y republicanismo que no se olviden.

 

Lucha de clases

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Carlos Martínez García es politólogo, de la plataforma socialista pro PSF