¿Hay 400.000 fachas en Andalucía? PDF Imprimir E-mail
Opinión / Actualidad - Política
Escrito por Juan Carlos Monedero   
Miércoles, 05 de Diciembre de 2018 05:32

No hay 396.000 andaluces que estén a favor de derogar las leyes de memoria y dejar a los asesinados por Franco en las cunetas sin que sus familiares puedan recuperar sus cuerpos. Ni puede haber en Andalucía casi 400.000 personas que digan que la violencia de género no existe y que las denuncias falsas por violencia de género estaban provocando un “genocidio” de hombres que se suicidan. ¿396.000 andaluces que odian a las mujeres y que estén a favor de salir a perseguir a los homosexuales? ¿Casi 400.000 andaluces que consideren que todos los inmigrantes que llegan a España son delincuentes y crean que hay que levantar un muro en el sur como el que quiere levantar Trump? No puede haber 400.000 andaluces que quieran derogar la ley de interrupción voluntaria del embarazo. No pueden haberse leído el programa de VOX esos 396.000 andaluces y andaluzas que han votado a este partido porque ahí se dice que el catalán, el gallego o el euskera son idiomas inferiores y se apuesta por disolver la Unión Europea aunque eso implique poner en peligro el entendimientos entre los países y la paz de la que ha disfrutado Europa. No puede haber en Andalucía 396.000 personas que al tiempo que se les llena la boca de España dejen que les dicte lo que tienen que hacer un gringo como Bannon o las multinacionales.

¿O sí? Porque en el capitalismo en crisis siempre ha habido históricamente una salida fascista. El fascismo bebe del resentimiento, de la sensación de maltrato y de las promesas fáciles que se resuelven con ser cristiano viejo o tener seis apellidos arios. Como estamos en España, siempre tiene que haber un tono castizo. Es verdad que Abascal recuerda en exceso a Torrente. Pero Torrente no deja de ser un personaje terrible. En Andalucía han votado VOX desde la insatisfacción, no desde el programa.

El problema en Andalucía -y en España- no es que haya clases medias con miedo que voten fascismo, o clases altas resentidas que voten fascismo. Eso viene con la democracia liberal y no es fácil evitarlo. El problema es cuando los trabajadores votan a sus verdugos y la correlación de fuerzas se rompe. Vox, Ciudadanos y PP han construido la misma comunidad de miedo y odio, una “identidad de los olvidados” enfrentada a la izquierda de Susana Díaz en el gobierno y que demoniza a Podemos para parecer más necesaria. Así han movilizado un voto del odio (machista, racista, ultra) que ya no votaba, que estaba silenciado, que explota para justificar su ira retenida. Agitar la patria que se rompe hace el resto. Como si la gente en Andalucía fuera a comer banderas.

Insisto: en España hay todavía un ánimo impugnador, el nacido el 15M. Lo representa en la izquierda Podemos y su tarea es ser nave nodriza de ese aire de familia. Si Podemos se desdibuja, ese espacio lo ocupa la extrema derecha. Esa que dice una cosa y la contraria. Los medios se lo permiten y las redes sociales pagadas refuerzan esas ideas en sus votantes. Vox dice que va a cargarse media Constitución, pero Ciudadanos y el PP les apoyan al tiempo que dicen que son los constitucionalistas. Todos son constitucionalistas. La derecha dice quién es y quién no es constitucionalista. Igual que se creen con derecho a decir quién es y quién no es español.

Me temo que sí hay 400.000 personas enemigas de la democracia en Andalucía. Pero no son todos los que han votado a VOX. En VOX está Torrente, pero en el PP está Martínez El facha igual que en Ciudadanos están los seguidores de José Antonio. Y también lo alimentan políticas como las que representa el “susanismo”. Ni VOX existiría sin Susana Díaz ni Trump existiría son Hillary Clinton. El ánimo impugnador que no se ha acabado en España -va a existir mientras exista el neoliberalismo y su fábrica de generar perdedores del modelo económico- lo va a representar alguien. Pensar que puede representarlo Torrente estremece. Seguro que una parte importante de ese 41% de abstención hoy está abochornado. Aunque tuvieran razones para quedarse en casa.

 

Juan Carlos Monedero es profesor de Ciencia Política (Universidad Complutense de Madrid).

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Fuente: Comiendo tierra