El día que fui a un mitin de Vox Imprimir
Opinión / Actualidad - Política
Escrito por Andrea Momoitio   
Miércoles, 10 de Octubre de 2018 00:00

Hace tres años, Andrea Momoitio estuvo en un mitin de Vox. Cosas de la vida, qué os vamos a decir. Entonces eran unas 100 personas. Ayer, el partido ultraderechista, reventó Vistalegre en un acto con más de 10000 asistentes.

Llegamos con bastante antelación para observar con detalle el panorama y fumarnos setecientos pitis antes de entrar. No hay nada interesante que recordar de la puerta del hotel en el que Vox cerraría su campaña aquel año. Ni más ni menos: Vox. Entrar me pareció una propuesta divertida para aquella tarde.

En un hotel, que no parecía del todo pijo, unas 100 personas esperaban con ganas a Santiago Abascal, charlaban entre ellas, lucían abrigos, se preguntaban por la familia y comentaban la actualidad política. Estaban entonces en plena batalla por recuperar sus sobres, que habían sido retirados por la junta electoral por no cumplir con los requisitos que se establecen para la publicidad de partidos: el sobre era una bandera de España, con su rojo y amarillo, a todo color. La Ley Electoral no permite que se presenten candidaturas que reproduzcan la bandera o el escudo de España. Un resquicio legal les permitió llenar los buzones días después.—En esos sobres lo que falta es el águila – sentenció una mujer nostálgica, sin venir mucho a cuento.

“Oh, Dios mío”, pensé. Lo recuerdo con cierto sentido del humor, pero al adentrarme en aquella sala llena de gente, pensé que volverían a pasar. Un emocionado Abascal hablaba a sus hijos para recordarles que estaban en el mundo a pesar del empeño de las feministas por acabar con ellos y que tendrían que luchar, con la cabeza bien alta, para defender a su madre patria. Patria sólo hay una, sí, pero madres hay dos más: la virgen María y la mujer que te lleva en el vientre: “Bendita eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús”. La ideología de género, la inmigración y la socialdemocracia (han declarado en varias ocasiones que el PP se está inclinando hacia esta tendencia política) eran entonces también sus principales campos de batalla. Don Pelayo, a quien se le atribuye el inicio de la Reconquista, era el ídolo más venerado en aquel salón, disputándose el puesto con Abascal, hasta que… apareció Ortega Lara. La presencia de este hombre ante mí me ayudó a repasar gran parte de mi adolescencia a gran velocidad.

Y, allí, entre “Viva España” por aquí y “Viva España” por allá me dí cuenta de que aquel no era un plan nada apetecible: ni el que me había preparado yo para aquella tarde ni el que preparan ellos para esa España que aclaman. Me consoló, eso sí, porque solo eran unos 100. Ahora, tres años después, 10.000 localidades se les quedan cortas y revientan Vistalegre. Cuentan en el eldiario.es que Vox se crece, que su número de afiliados no para de aumentar y aumentar. Han presentado 100 medidas urgentes por España, que incluyen todas las propuestas que se pueden presuponer a la extrema derecha: “Suprimir las comunidades autónomas, derogar la ley de violencia de género y de memoria histórica, ilegalizar los partidos “separatistas” o endurecer la política contra la inmigración, aumentando las deportaciones y “la seguridad” en la frontera”, son algunas de las medidas que destacan nuestras compañeras de eldiario.es, que abría su edición del domingo con Vox en la portada. No es para menos. Llevamos años lamentando el auge de la extrema derecha en todo el mundo. “A Bolsonaro lo tenemos identificado hace mucho tiempo como una gran amenaza, pero durante un tiempo se dijo que era mejor no hablar de él para no darle visibilidad”, nos decía una integrante del Movimiento de Mujeres Unidas contra Bolsonaro. Ayer, el líder ultraderechista rozó la mayoría absoluta en la primera vuelta de las elecciones a la vicepresidencia de Brasil. El llenazo de Vox evidencia la necesidad de que las feministas nos tomemos en serio la amenaza que representan.

Nos miran de frente y nos retan. Nos jugamos contra ellos el mundo por el que llevamos luchando años y años. Vox incluye entre sus propuestas suprimir “en la sanidad pública las intervenciones quirúrgicas ajenas a la salud (cambio de género, aborto…”); se comprometen a derogar la Ley Integral contra la Violencia de género y a frenar la ideología de género. En un comunicado que enviaron en agosto alegaban que existen unos “españoles sin derechos, los varones, en el más puro estilo de las inicuas leyes de Nuremberg, promulgadas por el régimen nacional-socialista, contra una parte de la población alemana”. En su Twitter, en la misma época decían también que la ley “no es eficaz y es injusta. Desde que se aplica no ha disminuido el número de mujeres asesinadas y sí ha aumentado las subvenciones millonarias a feministas que convierten a las mujeres en rehenes en su guerra contra el hombre”. Para evitar lo que ellos llaman la ideología de género, que aseguran se promulga desde los colegios, proponen una medida a la que han llamado “Pin Parental”. Pretenden así que los padres y las madres tengan que dar consentimiento previo “sobre cualquier materia, charla, taller o actividad que afecte a cuestiones morales socialmente controvertidas o sobre la sexualidad, que puedan resultar intrusivos para la conciencia y la intimidad”. Plantean la supresión de las cuotas en las listas electorales y la aprobación de la custodia compartida impuesta. Pero esto no es todo. Su discurso racista y xenófobo contra la inmigración, la derogación de la ley de Memoria Histórica y de las autonomías demuestra algo que tampoco se esfuerzan por ocultar: pretenden llevarnos de vuelta a un pasado en blanco y negro. El mismo con el que sueña Pablo Casado, actual lider del Partido Popular, que comparte con Vox su visión sobre la inmigración, el feminismo y la memoria histórica. Si bien me resulta imprescindible que prestemos a Vox la atención que merece un partido de extrema derecha que crece constantemente, las amenazas más graves o urgentes quizá sean otras. Pablo Casado, por ejemplo, su cara de niño bueno, su discurso radical que trata de presentar amable o la sonrisa cínica de Albert Rivera, que en nombre de España ataca sin pudor la diversidad de los pueblos y su derecho a la autonomía mientras aprovecha, ya que estamos, para erigirse líder de un ‘feminismo de verdad’, el que pretende legalizar una práctica como la gestación subrogada.

Están ya aquí, compañeras, y son más de 10.000. Desde que yo les tuve delante sólo ha cambiado algo: son más. Tened a mano a la purpurina, que la vamos a necesitar.

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El partido ultraderechista propone “suprimir en la sanidad pública las intervenciones quirúrgicas ajenas a la salud (cambio de género, aborto…)”. Mientras el movimiento LGTBQI+ la violencia médica a la que se enfrentan las personas trans* en el sistema público de salud, Vox propone eliminar los servicios precarios y tránsfobos de los que disponen. Por supuesto, pretenden derogar la actual ley del aborto y condenarnos a las mujeres* al ostracismo y a los abortos en condiciones de insalubridad.Vox plantea la “defensa de la vida desde la concepción hasta la muerte natural. Es fundamental que las mujeres con embarazo inesperado tengan información veraz, asistencia y alternativas. Reforma de la ley de adopción nacional”, dicen en una de las 100 medidas de urgencia de plantearon ayer ante los 10.000 asistentes que llenaron ayer la plaza de Vistalegre para aplaudir su discurso.Están muy asustados en Vox. Dicen que la ideología de género, a la que por supuesto se ofrecen para hacer frente, se promulga desde los colegios. Por eso, proponen “instaurar el PIN Parental y Autorización Expresa con objeto que se necesite consentimiento expreso de los padres para cualquier actividad con contenidos de valores éticos, sociales, cívicos morales o sexuales”. ¿Por ejemplo? “Cualquier materia, charla, taller o actividad que afecte a cuestiones morales socialmente controvertidas o sobre la sexualidad, que puedan resultar intrusivos para la conciencia y la intimidad”.Custodia compartida impuesta: El partido dice defender “la custodia compartida como regla general y proteger el derecho de los menores a relacionarse con ambos progenitores y con sus abuelos”. En el último número de Pikara Magazine en papel publicamos un reportaje que explica cómo esta medida está siendo utilizada por los agresores machistas para seguir violentando a sus exparejas.Porque la violencia machista es un mito para Vox, buscan la “derogación de la ley de violencia de género y de toda norma que discrimine a un sexo de otro”. En su lugar, proponen “una ley de violencia intrafamiliar que proteja por igual a ancianos, hombres, mujeres y niños. Supresión de organismos feministas radicales subvencionados, persecución efectiva de denuncias falsas. Protección del menor en los procesos de divorcio”. No creen que los asesinatos machistas, que ascienden ya a 78 en 2018, según Feminicidio.net, respondan a una lógica estructural.Frente a las medidas de acción positiva para tratar de subsanar las desigualdades entre hombres y mujeres, Vox propone la “supresión de las cuotas (por sexo o por cualquier otra causa) en las listas electorales”. Carmen Lomana está en sus filas por pura meritocracia, ya saben.

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Fuente: Píkara Magazine