Alfredo, don Camulo y Stolypin Imprimir
Opinión / Actualidad - Política
Escrito por Arturo del Villar / UCR   
Martes, 14 de Junio de 2011 03:03

Alfredo Pérez Rubalcaba   El ministro del Interior de la monarquía del 18 de julio será el único candidato del partido Pseudo Socialista Obrero Español para darse el batacazo en las próximas, tal vez inminentes, elecciones generales. Lo será por decisión del dedazo omnipotente del secretario generalísimo del partido, que debe odiarle mucho, cuando lo ha elegido para esa misión imposible. Otros diez afiliados que anunciaron su intención de disputar al ministro la candidatura, han debido retirarse, al no lograr reunir los veintidós mil avales necesarios. El ministro no los precisa, al estar ungido por el dedazo omnipotente. Un ejemplo de democracia interna, aseguran los sociatas.

 

   El ministro del Interior ha pedido a sus correligionarios que le llamen Alfredo a secas. Quiere evitar esos apodos que le han puesto, basados en sus apellidos, de Ratón Pérez, Rubacalva, Rubalcabra, y otros por el estilo. A los ministros del Interior les ponen apodos enseguida. Por ejemplo, al inolvidable Camilo Alonso Vega, que lo fue entre 1957 y 1969, durante la dictadura fascista, le apodaban Don Camulo, por su bestialidad al ordenar a las llamadas fuerzas del orden que reprimieran las manifestaciones en reclamación de libertad, violando todos los derechos humanos existentes.

   Reconozco que el compañero Alfredo me ha hecho rejuvenecer. El viernes pasado acudí al Ateneo de Madrid, que está situado delante exactamente del Congreso de los Diputados, y volví a la época de Don Camulo, al ver todas las calles a su alrededor ocupadas por furgones policiales, y centenares de policías antidisturbios armados hasta el casco. Han cambiado los colores de los furgones y los uniformes, pero el método es único en su tradición de partida de la porra.

 

Todo por el orden 

Un espectáculo así me quitó cincuenta años de encima, aunque ahora ya no podría correr como entonces delante de los defensores del orden público garantizado a palos por el que da la orden. Ahora me dejo detener sin oponer resistencia. Ese despliegue, semejante al que demostraba la dictadura fascista de la que deriva la actual monarquía, montaba guardia para cortar el paso a unos cientos de jóvenes –y jóvenas, como decía la sociatonta Carmen Romero--, con las manos en alto, que gritaban no sentirse representados por los diputados. Yo tampoco, pero los policías sí. Pagamos el sueldo con nuestros impuestos a los policías para que nos agredan, y a los diputados para que nos arruinen. Pues a ver quién va a pagarles después, tendrán que ponerse a trabajar.

   La Policía de la monarquía del 18 de julio, siguiendo el ejemplo de su predecesora la de la dictadura fascista de la que deriva, ha exhibido su ferocidad en Barcelona, Valencia, Salamanca, Santiago, Alicante, Madrid, etc. Las fotografías de los porrazos, palos, pateos, arrastres y demás muestras de tremenda violencia han dado la vuelta al mundo. Los vídeos pueden verse en la red. Y el reino de España forma parte de la Unión Europea.

   El jefe de la Policía monárquica, el compañero Alfredo, hizo unas declaraciones que también me rejuvenecieron, porque empleó el mismo tono que Don Camulo en sus tiempos: "La Policía ha sido extremadamente prudente, pero será contundente si es necesario." La necesidad la marca la propia Policía, de modo que cuando carga a porrazos contra manifestantes sentados en el suelo con las manos levantadas para demostrar que no llevan armas de ninguna clase, lo hace porque lo estima necesario. Y si alguien lo pone en duda considera que es necesario apalearlo.

  

La obsesión vasca 

   El compañero Alfredo se reunió el día 12 en Barcelona con sus correligionarios, en esa vuelta a España que está realizando, no en bicicleta, sino en coche o avión oficial, para pedirles el voto. Allí hizo gala una vez más de su talante dictatorial, cuando lamentó que el partido nacionalista Bildu gobierne 118 ayuntamientos de Euskadi, debido a los votos del pueblo, que es soberano, según la vigente Constitución. Pues a él le disgusta que el pueblo decida por sí mismo, y le molesta el éxito de Bildu. Lo expresó así: "Pienso que Bildu podría tener menos poder institucional, si se hubieran hecho las cosas que pienso que se debían haber hecho." No es buen orador, ya lo sabíamos, y le gusta el pienso tanto como a Don Camulo.

   Prometió que impediría la legalización de Sortu, y lo cumplió. Después intentó hacer lo mismo con Bildu, pero se impuso la cordura en el Tribunal Constitucional. Ahora su obsesión le lleva a anunciar que examinará estrictamente las decisiones de Bildu. Podría atender mejor a las tropelías cometidas por sus correligionarios.

   Prudentemente no fue a reunirse con los de Valencia después de la carga policial. Se dijo que suspendía el viaje por precaución. Es cierto que los ánimos valencianos estaban soliviantados, después de ver escenas de jóvenes vapuleados y sangrando, pero eso lo había hecho la Policía. Los acampados son pacifistas, y no hacen más que gritar contra este sistema que apuntala a palos el llamado Ratón Pérez.

 

Un aplauso para Bogrov 

   Aunque es cierto que los ministros del Interior de las dictaduras y monarquías resultan ser los más odiados del escalafón político. El 14 de setiembre se cumplirá un siglo de la ejecución popular de Piotr Stolypin, ministro del Interior del zar Nicolás II de todas las Rusias. Fue designado para el cargo en 1906, por su fama de duro, una fama corta para lo que demostró. El 14 de setiembre de 1911 el zar y su familia, acompañados por Stolypin, asistían en Kiev a la representación de una ópera, cuando se les unió un revolucionario infiltrado en la Policía, Dmitri Bogrov. Tenía ante su pistola al zar y al ministro, y debía elegir disparar sobre uno de los dos, porque sabía que no podría repetir el disparo. Eligió al ministro, y con ello hizo un servicio a Rusia, reconocido más tarde por el Soviet.

   El pueblo entiende que un monarca sea autócrata, porque está en su papel, pero le asombra que un hombre del pueblo se ponga sumisamente al servicio del autócrata y dirija las acciones represivas contra ese mismo pueblo.

   Si el compañero Alfredo le da al pienso, que tanto le gusta, de imaginar que el pueblo español va a votar por él en las próximas o inminentes elecciones generales, es que vive en la realidad virtual de los informes policiales, sin enterarse de lo que sucede realmente en el reino. El jefe de la Policía que agrede al pueblo no debe esperar nada positivo de ese pueblo. Solamente rendirle cuentas.