Altsasu o la oligarquía judicial impartiendo injusticia PDF Imprimir E-mail
Opinión / Actualidad - Política
Escrito por José Juan Hdez (UCR)   
Lunes, 11 de Junio de 2018 00:00

El llamado “caso Altsasu” es uno de los montajes estatales más espeluznantes que yo he visto. La maquinaria represiva de un estado en marcha con un afán a la par vengativo y ejemplarizante. Además es una maquinaria que no disimula. Quiere mostrar músculo y transmitir un mensaje claro: “cuando queramos podemos aplastarlos, reventarles la vida, que para cuando llegue un tribunal europeo de DD.HH. a enmendarnos la plana, nuestro objetivo ya estará conseguido, que a nosotros nos gustan las victorias reales, las morales nos importan un bledo”.

Pero la peor noticia sobre esta sevicia es que esa exhibición de músculo les ha servido para constatar que gran parte de la ciudadanía del estado español es capaz de apoyar aberraciones o en su defecto permanecer impávida ante ellas. Sí, aberraciones que reducen el derecho, uno de los avances civilizatorios más importantes de la humanidad, incluso con sus limitaciones de clase que no desconocemos, a la categoría de pantomima y, por ende, flagrante injusticia.

Me refiero, en primer término, a la calificación como delito de terrorismo por parte de la fiscalía de una pelea o agresión ocurrida en un bar de madrugada y en la que no se usó arma de ningún tipo. Pero esta calificación, por disparatada que sea, no fue lo más grave. Lo aberrante y monstruoso, que establece una foto moral deleznable sobre las tragaderas de nuestra sociedad, nos lo remarcó la petición de penas: una media de ¡50! años de cárcel para cada uno de los acusados. Cuando un fiscal, ante un supuesto delito cuyo mayor daño ha sido una lesión de tobillo, hace una petición ajena a cualquier noción de derecho y en las antípodas de la justicia debería ser investigado de inmediato. Y lo sería si ocurriera lo que no ocurre: centenares de miles de ciudadanos en la calle protestando masivamente ante el peligro de un fascismo sin correajes, líquido, filtrado en una sociedad que nos presentan como paradigma de las libertades.

El tribunal, encabezado, en una burla añadida, por la mujer de un coronel de la guardia civil, institución que ha condecorado a ésta señora en dos ocasiones, desechó (hecho ya el daño mediático) el delito de terrorismo y los condenó a penas que oscilan entre los 12 y los 13 años de prisión por desordenes públicos, agresión, etc. Esto ha conllevado que desde algunos medios progres se haya respirado con falso alivio. Las penas siguen siendo demenciales. Sucesos similares en otros lugares del estado español no pasan de multas o condenas que casi nunca implican pisar una cárcel.

Hay una intencionalidad política evidente de la oligarquía judicial. Quieren que el movimiento que existe en Euskadi y Navarra por la salida de sus territorios de la Guardia Civil y la Policía Nacional tome nota (la misma medicina están aplicando con los presos políticos catalanes) de la enorme capacidad punitiva del estado. Les guste o no, es lícito que parte de la población quiera que esos cuerpos policiales se vayan de sus territorios. Y desde luego, con actuaciones de este tipo (código penal del enemigo o apaleamiento de votantes pacíficos el 1de octubre) no va a ganar adeptos. Al revés, excepto la fidelización vía represiva de los ya adeptos, de los energúmenos del “a por ellos”, cada vez tendrán más acentuado su carácter de fuerzas de ocupación.

De los ocho encausados tres llevan año y medio en prisión provisional. Una vez publicada la sentencia han procedido a la detención de los cuatro que estaban libres y han sido condenados a penas de 12 o 13 años. Los han detenido por riesgo de fuga. Ignominia sobre ignominia. Recientemente Rosario Iglesias, esposa de Bárcenas, y algún condenado más de la Gürtel, con penas de 14 ó 15 años, han quedado en libertad provisional bajo asumibles fianzas hasta que se resuelvan sus recursos. El agravio es tan brutal que piensas: ¿no hay justicia para los jueces malvados y prevaricadores? El mismo día que los cuatro jóvenes de Altsasu son encarcelados sin esperar a la resolución de sus recursos, en el extremo sur del estado español, en Algeciras, siete personas que estaban en prisión provisional por agresión a varios guardias civiles quedaron libres, algunos con restricción de movimientos y otros con unas fianzas fijadas en la “ingente” cantidad de 2.000 euros.

He leído en algún lugar que los familiares de los presos de Altsasu declaraban que no iban a caer en el odio. Toda mi admiración, pero pocas cosas me parecen más necesariamente odiosas y odiables que un poder despótico, un poder que para mí no tiene expresión más cruel que la injusticia manifiesta y consciente, la justicia como arma de destrucción humana.

Un último apunte: del PPSOEC,s nada espero, son valedores natos, con diferentes matices, de la estructura oligárquica del estado. Sin embargo, aunque ya no pretendan asaltar los cielos, solo por dignidad, me parece lamentable el susurro, cuando no silencio, de Unidos Podemos sobre la entrada de estos cuatro jóvenes en la cárcel. No niego la sinceridad de las lágrimas de Pablo Iglesias cuando interpeló a Zoido sobre el oprobio que significaba la medalla del torturador, uno más entre tantos impunes, Billy el Niño (este régimen de libertades vigiladas cabalga a lomos de un oprobio continuo: miles de cadáveres en cunetas mientras pervive el ducado del jefe terrorista de la 18 de la julio), pero quizás sea más grave y frustrante, partiendo de la base de que aquello era una dictadura fascista cimentada en el terror y esto se supone que es un régimen democrático, la situación que padecen los jóvenes de Altsasu. Cuando hablo de susurro o silencio de Unidos Podemos no cuento los protocolarios tuits de rechazo, la eterna movilización de las redes, cuento las llamadas, inexistentes, a movilizarse en la calle, la incapacidad de atestar las calles, no en Navarra o Euskadi, sino en el resto del estado, por lo que es una flagrante injusticia, un insulto ante el que sólo cabe la protesta masiva y continua.

 

Artículo también publicado en la página personal del autor: El blog de José Juan Hdez