La roña PDF Imprimir E-mail
Opinión / Actualidad - Política
Escrito por Lucas León Simón   
Miércoles, 25 de Abril de 2018 00:00

La degradación de la realidad social en España es creciente día a día.

Es la crisis de un modelo de gobierno, trucado y manipulado en 1.978, que nunca fue realmente -¿o francamente?- democrático y que ha devenido en una quiebra absoluta de la moral pública. En la actualidad, España no es una democracia sino una dictadura corrupta, gobernada y administrada por corruptos.

Sus iconos son la permanencia del Valle de los Caídos y las subvenciones a la Fundación Francisco Franco y militantes de Fuerza Nueva al frente de la Judicatura, la Guardia Civil, la Liga de Fútbol Profesional o TVE.

Todo lo ocurrido en los últimos años de Gobierno del PP es mentira, fracaso, robo o corrupción. Se instrumentaliza la Justicia, la Policía, los medios de comunicación y la Universidad. Se privatizan la Sanidad y la Enseñanza, se rescata con medios públicos la quiebra de la Banca y de las empresas especuladoras, se favorecen los negocios de amiguetes y se gobierna a beneficio de los evasores de impuestos.

La sociedad civil se debilita, se arruinan derechos y conquistas sociales, se hace tabla rasa de los derechos laborales, se impulsa el nacionalismo patriotero de baja estofa, se persigue la libertad de expresión, se encarcela en abuso de ley a políticos elegidos por el pueblo y jueces inicuos, rebosantes de ideología franquista, cercenan todas las libertades, con unos tribunales Constitucionales y Supremos al servicio perruno del Poder.

La persecución de las libertades y la suspensión de las legalidades ocurridas bajo la cobertura del 155 son una burla a la propia Constitución y una miopía política que lastran para mucho tiempo una solución real en Cataluña. La Fiscalía actúa al servicio del Gobierno, como su brazo jurídico, haciendo pantalla de la enorme corrupción que lo anima y enriquece. La Policía y la Guardia Civil actúan como policías políticas contra la ciudadanía y se persigue y reprime a ciudadanos por el color de sus camisetas o bufandas, en atropello masivo e indignante de las libertades personales.

Se golpea brutalmente a ciudadanos que ejercen un derecho primario como el de votar, se acusa de malversación de fondos a quien no se le puede demostrar el gasto de un céntimo y un ministro zafio y franquista se gasta casi 100 millones en intentar –sin conseguirlo- que se celebre un referéndum, al tiempo que duerme calentito en su casa el mismo día que miles de ciudadanos quedan atrapados en una autopista, víctimas de la ineptitud y el chauvinismo cateto de sus dirigentes.

Hay decenas de políticos encarcelados durante meses por un proceso judicial tramposo, trucado e ilegal mientras los medios de comunicación actúan deformando la realidad y la noticia a mayor gloria de sus amos.

La Universidad se revela como un monumental pozo de falsedad, de amiguismo, de creación de títulos falsos a políticos semianalfabetos. Todo es mentira: los masters, los diplomas en Harvard o los doctorados de pacotilla. La Universidad está herida de muerte por la mentira y el favoritismo. No hay valores. Y mucho menos el del mérito o el esfuerzo, solo “el carnet del partido en la boca”.

Se saquean los recursos públicos. Se subvencionan a lo insubvencionable. El nacionalismo mesetario se enseñorea de la vía pública. Resurgen el fascismo y el nazismo, Manolo Escobar y su Carro.

La mediocridad y el oportunismo derechista se adueñan del PSOE.  Una burda concepción del Ibex 35, se perfila como ganador de las próximas elecciones, la mentira personificada (Rajoy) sobrevive en el poder pese a la Gurtel, la Púnica, la financiación en B, la destrucción de disco duros, Rato, Granados, González o Cifuentes.

Políticos como González, Guerra o Susana Díaz hacen proclamas de extrema derecha y desde Ciudadanos se anuncia una política liberal que remataría la pérdida completa de derechos laborales, sindicales y cívicos.

El Monarca actúa como un árbitro comprado y pita penaltis injustos a favor del equipo de casa.

La Cultura es representada por los “novios de la muerte”, cantada con furor militari por cuatro ministros.

No se sabe si quien en realidad gobierna es “la cabra de la Legión”, pero todos se comportan como eso: como cabrones.

Todo parece podrido, comprado y vendido,  maldito, subcotizado, descreído y manso.

Son –y siempre lo han sido- la roña.

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Blog de Lucas León Simón