Fascismo a manta PDF Imprimir E-mail
Opinión / Actualidad - Política
Escrito por Benito Sacaluga   
Domingo, 18 de Marzo de 2018 06:57

Las cosas se están poniendo cada día peor. El recorte a las libertades individuales y colectivas crece en la misma proporción que disminuyen los derechos que éstas amparan. Si seguimos así, pronto llegará el momento en que sean necesarios observadores internacionales en las mil y una manifestaciones que se llevan a cabo en este país que, dicho sea de paso,  no tiene ni puñetera idea de a donde va. De seguir así que nadie se extrañe de que Vox consiga un excelente resultado en las próximas elecciones.
El cadáver del joven senegalés está aún caliente, pero esto no es óbice para que los fascistas de siempre, algunos aún no saben que lo son, achaquen su muerte a la madre naturaleza, al mismo tiempo que aprovechan para recordarnos a todos que llevaba a cabo una actividad ilegal, era "mantero". Hasta hay quién se ha apresurado a felicitar a la policía por su comportamiento de ayer, sin tener ni puñetera idea de lo que realmente sucedió antes, durante y después de la muerte de Mame Mbaye.
Ahora las teles andan como buitres, dando vueltas sobre el colectivo senegalés; especulando, opinando y diciendo chorradas infumables. Colocando a la opinión pública en contra de este grupo de personas pacificas y trabajadoras cuyo único "pecado" es no tener la nacionalidad española, una nacionalidad que se les niega a pesar de que algunos como Mame Mbaye lleven más de 13 años en España. La ley de extranjería condenó a Mbaye a la clandestinidad. Esa misma España que incumple los acuerdos internacionales sobre la acogida de inmigrantes, a pesar de haberlos firmado hace ya mucho tiempo entre moquetas, oropeles y almuerzos oficiales.
Después de todo Mbaye fue un "afortunado", no fue atacado con pelotas de goma, como lo fueron otros mientras nadaban en las aguas del Tarajal, ni molido a palos en la frontera de Melilla, ni semi descuartizado por las concertinas de las vallas antipersonas de la frontera española. Tampoco se ahogó en las aguas del Mediterráneo. Mbaye llegó vivo a Lavapiés y allí murió ayer, sin haber conseguido un trabajo legal y digno después de 13 años intentándolo. Era un "mantero", dicen los tertulianos que cohabitan en la mierda que el partido gobernante necesita para subsistir, así lo dicen, con el desprecio dibujado en sus rostros.
Dicen que se está investigando lo sucedido. Dicen que la causa de la muerte fue un infarto. Dicen.....dicen muchas cosas, algunos hasta llegan a defender la barbaridad de que sea la bala la que mata y no quién dispara la pistola. A Mbaye le mató un infarto, no aquello que lo provocó...dicen....dicen que se trató de un ataque epiléptico...Yo me pregunto si Mbaye estaba bajo control médico, si tenia tarjeta sanitaria, si tenia derecho a la asistencia médica gratuita, si podía cuidar de su salud..., me temo que no.
Dentro de poco nos habremos olvidado de todo esto...o no. De lo que si estoy seguro es de que a partir de hoy, aquellos que somos personas decentes, y aún no lo hayamos hecho, miraremos a los "manteros" de otra forma, no en vano nos hemos dado cuenta de que también mueren, y además  lo hacen después de haber soportado de por vida la injusticia social y el desprecio de unos energúmenos, que solo saben ladrar y corear himnos patrióticos delante de la tumba de cualquier fascista de los muchos que España ha dado y sigue dando.
Confieso que desde siempre los "manteros" me han caido bien, vendan lo que vendan. Ni te acosan ni te engañan, tu sabes lo que compras y de donde viene, y también sabes que el exiguo beneficio que obtienen va a parar a su subsistencia y a la de su familia, una familia que, en la mayoría de los casos, está a miles de kilómetros, pasando hambre y miserias. Los ojos de los "manteros" lo dicen todo. Puestos a confesar, admito que muchas veces les he comprado algo, cualquier cosa, que ni necesitaba ni deseaba, haciéndolo simple y llanamente por ayudarlos, y...porqué no decirlo, por pena.
Sea donde sea, Mbaye descansa en paz, y ojala tu forzada y triste ausencia marque un punto de inflexión.
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