A los dignos hijos de la transición: 1-O PDF Imprimir E-mail
Opinión / Actualidad - Política
Escrito por Lilith Rojo   
Miércoles, 20 de Septiembre de 2017 05:51

Cuando nada cambió en la transacción española yo era una niña con preocupaciones políticas, concienciada por la historia familiar siempre presente, pero sin ninguna responsabilidad, dada mi edad, sobre aquella oportunidad robada a todas las republicanas y republicanos, ni sobre la vergüenza de la claudicación por decenios. No soy culpable de los golpes que recibieron los que se resistieron a guardar la tricolor en un cajón, no llevo sobre mi conciencia la venta de las memorias de tantas y tantos antifascistas caídos por la libertad en nombre de ficticias reconciliaciones coronadas por dinastías borbónicas impuestas por dictadores genocidas.

Crecí en un país rehén durante años del perverso discurso de la superdemocracia del felipismo inoculado por las potencias que diseñaron en un despacho como sería el futuro de los españolitos, bipartidismo y corrupción, títeres del alegre capitalismo que nos sacaba de la oscuridad del franquismo a golpe de créditos y deuda. Brillaba el sol al que cantaban los franquistas mientras se desmantelaba el sistema productivo del estado español para ser esclavos del sector servicios, se bailaban sevillanas en los saraos porque nunca se haría una reforma agraria, se celebraban misas y romerías porque no seríamos un estado laico, volaban los sobres en el reino de la financiación ilegal y los tantos por ciento. Pero éramos modernos, teníamos aves, expos, olimpiadas y los hijos y los nietos de los defensores de la legitimidad republicana, la mayoría ajenos a las historias de sus padres y abuelos, vivían desanclados de las memorias que sepultaron los que se llamaban de izquierdas, todo para que la fiesta de la transición no acabara nunca. Así el Estado español iba hacia el abismo bajo el signo del olvido, cada vez brillaba menos el sol, hasta llegar a esta oscuridad de represión, censura y fascismo sin precedentes, donde hay muchos culpables, hasta los que se creen libres de toda mácula. Nadie pidió perdón entonces y casi nadie lo hace ahora, casi nadie reconoce la traición de la Transición, se siguen aferrando al constitucionalismo, incluso aquellos que lo critican. Yo entonces no tenía voz ni voto, pero ahora sí y quiero votar el 1 de octubre.

Cuando hace años reflexionaba sobre como fue posible lo que ocurrió en la Transición más allá del miedo tras salir de una dictadura, el ruido de sables y los centenares de muertos, no podía comprender con la mansedumbre que se aceptó la ley de Amnistía, las monarquías por la gracia del Caudillo como algo irreversible, y menos aún cuando las mayorías absolutas de rosas, ya marchitas, se permitían el lujo de la traición y el olvido. Ahora a menos de un mes del referéndum que debe hacerse en Catalunya lo entiendo mejor porque estoy teniendo un déjà vu: cobardía, intereses y estrategias de partidos bajo el palio de la unidad de la Corona de España, la santísima Constitución y de trasfondo histórico de esta historia los brazos en alto, yugos, flechas y cruces. Los polvos y los lodos.

Del PP como digno hijo del franquismo no me extraña nada, así como de su copia Ciudadanos nacido del anticatalanismo irracional para ser únicamente ultranacionalista español. Del PSOE, bicéfalo, adorador de una Constitución que hace años dice querer cambiar, temeroso de la verdadera democracia envuelto en la rojigualda mientras habla de plurinacionalidad, predicando cínico un diálogo que sabe imposible, paladín del bipartidismo que defiende que votar no es un derecho inalienable si a su sistema transicional no le interesa, tampoco me extraña nada. Pero de aquellos que tiempo atrás iban a romper el candado del 78, se espera que cuando llega una oportunidad que brinda esa ruptura en bandeja sean valientes y apuesten por el derecho a decidir, ellos no pueden ser a estas alturas dignos hijos de la transición. No pueden ser como aquellos que rompieron los palos de las banderas republicanas sobre las cabezas de sus compañeros antifranquistas por orden del que vendría a ser el nuevo orden, el perro franquista con collar de demócrata.

Nada espero de los que circulan por la vía de los que niegan el voto, boicotean, reprimen y utilizan las cloacas del estado mientras se ríen en nuestra cara arrogantes. Nada espero de los que nadan intentando guardar la ropa apoyando a los primeros, intentando subir en las encuestas de intención de voto. Algo más espero de otros.

Y la verdad es que me cuesta digerir este momento porque negar el derecho a voto es incomprensible, tanto como excusarse en la falta de algo. No se trata de votar independencia, se trata de votar. Que no me expliquen que esto es un invento de la oligarquía catalana para hacer un país a su imagen y semejanza. Hemos estado aquí los últimos 10 años, lo hemos vivido y tenemos memoria y hasta criterio. El 2 de octubre creo que seguirá habiendo gente de izquierdas de verdad en Catalunya, que seguirán luchando por los derechos de todas y todos. Los que vinieron a salvarnos del bipartidismo deberían estar en primera línea defendiendo el referéndum, y si están por el no, haciendo campaña por su opción sin medias tintas. Deberían, no sea que dentro de 30 o 40 años alguien que ahora sea una niña tenga que escribir un artículo como este, así podrían ahorrarse la vergüenza de verse señalados en el futuro por no haber tenido el valor de estar en el sitio correcto. El referéndum de Catalunya es la cuerda de la que debemos todos tirar para desclavarnos la estaca del franquismo y la transición, es una batalla que también deberían librar aquellas y aquellos que quieren una estado español republicano, federal, laico, de verdad, justicia y reparación.

PD:
Espero que el 1 de octubre seamos muchos millones los que vayamos a votar, cada uno por su opción, sea cual sea, para cortar el cordón umbilical que nos une al útero de naftalina franquista. Para ir sin miedo a recuperar todo lo robado, aquí y allí, para construir futuros de encuentro, prosperidad, solidaridad, en igualdad y con toda libertad. Para construir república, repúblicas.

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Fuente: Loquesomos