Los otros españoles PDF Imprimir E-mail
Opinión / Actualidad - Política
Escrito por Raúl Solís   
Sábado, 16 de Septiembre de 2017 00:00

Somos millones de españoles los que no nos sentimos desafiados por que los catalanes defiendan su legítimo derecho a expresarse en las urnas sobre la relación que quieren tener con el Estado español. No salimos en ningún sitio, porque no vendemos odio ni ondeamos la bandera rojigualda; nos gusta España, no la de las pulseras en la muñeca, sino la real: en la que se habla castellano, catalán, gallego, euskera, andaluz, valenciano, canario, asturiano y todos los acentos que condimentan la rica diversidad lingüística y cultural de este país.

Nos gusta que la forma de sentirse español de los catalanes sea siendo catalanes; que la forma de proyectarse al mundo de un catalán sea en su idioma materno y admiramos que esa esquina, a la derecha de la Península Ibérica, sea un rincón por donde han entrado las vanguardias culturales y le agradecemos también que empujaran más que nadie contra el franquismo en los años oscuros donde hacer una huelga en una fábrica, publicar un libro o declararse demócrata eran actos heroicos.

No somos pocos los otros españoles. Cada vez somos más. Representamos una cuarta parte de este país, el más diverso de Europa que aún no ha aprendido a integrar esta diversidad territorial con naturalidad porque el nacionalismo español, que ya nació expulsando lo que no entendía, vive imponiendo una manera de ser español en la que cualquier día de estos no habrá sitio ni para la cabra de la Legión.

No queremos que Cataluña se independice, básicamente porque seríamos un país más reaccionario, más conservador, más atrasado y menos europeo, pero defendemos el derecho de los catalanes a decidir su futuro con sosiego, tranquilidad y sin sobresaltos. No queremos otra cosa que lo que ocurre en los países normales. En los países normales se vota. Las fronteras son construcciones políticas, no accidentes meteorológicos. Queremos parecernos más a Canadá y Reino Unido, donde Quebec y Escocia pudieron votar, que a países donde los problemas territoriales se resuelven con violencia bruta.

Entre urnas y tricornios de la Guardia Civil, preferimos que desfilen las urnas; entre detener a alcaldes, registrar periódicos o eliminar el derecho de reunión y la libertad, nos gusta más la libertad; entre echar un candado a una Constitución nacida directamente de la amenaza franquista y que un 60% de españoles no votamos y abrir un proceso nuevo en el que podamos hablar de todo, apostamos por romper los consensos antidemocráticos de 1978 y elaborar una Carta Maga y un país para la generación nueva que somos: sin odios, sin revanchas y sin el miedo al franquismo.

Creemos que España es un Estado compuesto por diversas naciones e identidades y que juntos podemos convivir, ser solidarios, entendernos, admirarnos y remar en la misma dirección aunque cada uno tenga una mirada hacia el mundo. Sentimos que el catalán, el gallego y el euskera son lenguas tan españolas como lo es el castellano; defendemos que estas lenguas sean protegidas en sus diferentes territorios y nos gustaría también, por qué no, que nuestros hijos puedan elegir alguna de estas lenguas como optativa en los institutos.

Nos gusta la literatura catalana; vemos cine en catalán sin necesidad de subtítulos porque el catalán es una lengua romance similar al castellano y no chino; hemos leído libros en la lengua de Ramon Llull y nos deleitamos con la magnanimidad del gótico catalán.

Defendemos el derecho a decidir porque justamente queremos seguir vinculados a Cataluña y no queremos que se independicen. Son quienes prohíben reuniones, quienes inhabilitan a políticos independentistas, cierran webs o registran periódicos los que más están haciendo a favor de la independencia de Cataluña. España no la están rompiendo los independentistas, que hace poco más de un lustro no eran más de 12% de la población catalana, sino por quienes responden con violencia, sentencias, odio y represión a los legítimos deseos de votar del 80% de la población catalana.

Los otros españoles nos queremos independizar de los informativos que manipulan, estigmatizan y criminalizan a los catalanes y los enfrentan con el resto de españoles como si esto fuera una guerra entre catalanes y españoles y no entre demócratas y no demócratas. Cataluña nos duele, nos duele tanto que queremos que se responda con diálogo a las reclamaciones de los independentistas y que se autorice un referéndum como se ha hecho en países tan normales y democráticos como Canadá o Reino Unido. Por cierto, en ninguno de estos dos países ganó en las urnas la opción de la independencia. En España, al contrario, a este paso se hace ‘indepe’ hasta Ávila.

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Fuente: Paralelo 36