¿Populista yo? ¡¡Populista tú¡¡ PDF Imprimir E-mail
Opinión / Actualidad - Política
Escrito por Francisco Garrido   
Lunes, 08 de Mayo de 2017 04:39

La resignificación  que las  elites neoliberales (derecha conservadora  y  el socialiberales) ha hecho  del término “populismo” es el mejor ejemplo del  populismo  conservador.  Ha construido un fantasma conceptual, indefinible,  asociado primariamente   a la extrema derecha racista pero cuyo objetivo político es bloquear el ascenso de la izquierda. De esta manera consigue movilizar todo el asco moral que despierta  el fascismo contra los los antifascista reales. ¿Hay  algún ejemplo mejor de populismo?

Escribieron  Horkheimer y Adorno, miembros destacados de la escuela de Frankfurt,  en un inquietante texto que se titulaba La dialéctica de la ilustración; “en política todo lo que no es teología es negocio”. Esta idea podíamos reformularla  aplicándola   a la acción política democrática  de masas de tal modo que vinera a decir: “en la política democráticas todo lo que no sea populismo es negocio”.  que no es populismo es negocio”, o sea clientelismo y  mafia. El popularismo es algo asociado inicialmente  a la irrupción de las masas en la política y por tanto a  la república y la   democracia.  Las élites, las oligarquía y las clases dirigentes siempre ha sido reacias a el aunque hayan acabado siendo las que más brutalmente  lo han usado. Pero no es un dispositivo  que les resulte natural y grato.

Por  el contrario para la izquierda democrática el populismo ha sido un recurso imprescindible. Para  la acción colectiva de masas hacen falta fuertes incentivos emocionales  e ideológicos abstractos (o encarnados en líderrs y símbolos)  que contrapesen los costes individuales inmediatos y materiales que la  acción colectiva conlleva. Y esto es especialmente aplicable para la acción colectiva  revolucionara o transformadora donde los beneficios individuales e inmediatos deben quedar suspendidos y sustituidos por motivaciones altruistas intrínsecas.

Desde una perspectiva evolucionista   el populismo es un dispositivo de información y activación de las motivación altruistas  de selección de multinivel, el tipo más sofisticado de conducta altruista de nuestra especie a criterio de  Nowak  o Wilson. En sociedades  complejas  como las nuestras y en encrucijadas críticas como la actual, el dispositivo populista es imprescindible  para la izquierda. Por eso las elites neoliberales se empeñan en ese doble juego de criminalizar, resignificando,  el término populismo,  por un lado, y de usar intensivamente el concepto por otro; incuso en la estrategia misma  de criminalización la expresión “populismo”. Esto explica que exista un populism o conservador como reacción al populismo democrático.

Las elites y las clases dominantes  no necesitan  de estímulos abstractos  para movilizar conductas altruistas  por que no tienen ninguna motivación altruista; pero si lo necesitan para estimular conductas altruistas de grupo que desembocan en el racismo. El altruismo proveniente de la selección de multinivel ( todo por el colectivo)  está también en la base de las conductas racistas  más irracionales. Y esto es lo que sirve  al populismo conservador movilizar lo mejor (altruismo; el nosotros, la cooperación) para lo peor (racismo, competencia, guerra). La motivaciones altruistas de nuestra conductas tienen esta plasticidad adaptativa que puede ser rediseñada por mecanismos institucionales e ideológicos hacia fines contradictorios.

La derecha aprovecha esta plasticidad del altruismo de selección multinivel  y  las brumas ideológicas, ruido, que genera la suspensión de los motivaciones inmediatas,para hacer valer alternativas políticas  irracionales que en lo concreto nadie aceptaría. Mucha gente que vota y apoya a opciones políticas xenófobas luego en la vida cotoidna del barrio o del centro de trabajo se  llevan de maravillas con el musulmán concreto o el homosexual concreto  con el que convive. Son esos  que  usan esos argumentan   que escuchamos  tantas veces  de: “ es que Ahmed no es como los moros“, o “es que Ángel no es una loca”. Es decir, el “otro concreto” no coincide con el “otro abstracto” que ha construido el discurso xenobo para movilizar políticamente.

Por eso la izquierda  en este “momento populista” que diría Laclau, necesita volver a poner el contador ideológico a cero y partir de lo concreto y de las contradicciones inmediatas. Volver a recuperar eso que el marxismo llamaba el  “abstracto concreto”   de la lucha de clases: el precariado, los abusos laborales, la corrupción estructural, mafiosa, de las elites, la miseria de la vida cotidiana en el trabajo o en el barrio, , los micro machismos, el sufrimiento   de el miembro silencioso de la clase obrera que son los animales, el envenenamiento  masivo en la comida y el aire, los golpes de Estado de laboratorio de la industria química…. En fin politizar la vida cotidiana como brújula ideológica para  no perderse  en las brumas que el  populismo conservador  ha montado  para convencernos  de que no hay otro populismo que el de ellos.

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Fuente: Paralelo 36