Dentro de cuatro años PDF Imprimir E-mail
Opinión / Actualidad - Política
Escrito por Julio Anguita González   
Domingo, 24 de Abril de 2016 06:01
Creo que a estas alturas no queda nadie de izquierdas o mínimamente progresista que se llame a engaño y siga creyendo en la posibilidad de concertar con el PSOE algún tipo de alianza programática, o al menos de establecer sintonías en torno a cuestiones de calado: paro, política fiscal, libertades, UE, reforma constitucional, etc. Solamente la fuente inagotable de corrupción en la que se ha convertido el PP ha obstaculizado los designios de Felipe González, ilustres “ex” y otros pesos pesados de la dirección del PSOE. Y que no se escandalice nadie, la propuesta de pactar con el PP y Ciudadanos es de una lógica impecable y además tiene como referencia a Alemania.

Creo también que el análisis riguroso de la realidad económica, social y política de las últimas décadas no permite llamarse a engaño o refugiarse en evasivas y circunloquios sobre la posibilidad de construir una sociedad en la que los DDHH se cumplan, siquiera mínimamente, con los mimbres y organizaciones instaladas en el consenso constitucional desde la Transición y que no han cambiado o al menos mostrado alguna duda a tenor de los hechos y realidades del presente. El mito europeísta con el que las grandes fuerzas políticas, sindicales e intelectuales consiguieron abducir al país, ha devenido en un monstruo violador de DDHH y totalmente en las antípodas de eso que vino en denominarse “el espíritu de Europa”.

Tras tres meses de idas y venidas cual ardilla de la fábula, las cosas están como están y la realidad, tozuda, no se cansa de repetirnos una y otra vez que las fuerzas partidarias del cambio concreto deben abandonar ya el escenario mediático y dejar de “cargarse de razón” cara al electorado y a unos medios de comunicación insensibles a tan encomiable esfuerzo. La línea a seguir, si quiere ser consecuente con las necesidades populares y con sus proyectos, debe empezar por asumir que el reto está en las próximas elecciones, sean éstas en este año o dentro de cuatro. En el primer caso estaríamos ante un escenario de inmediateces que repetiría el 20 D pasado. Pero si el acuerdo entre PSOE y Ciudadanos logra cuajar a través de los mil y un encajes de un kamasutra político con el PP, la tarea de las fuerzas del progreso tendrá un plazo suficiente para plantar cara con proyectos, estrategias y alianzas sólidas.

Podemos ha conseguido en las pasadas elecciones una importante cabeza de playa cara al futuro, pero nada más. IU y a pesar de la traducción de los votos en escaños tiene cuadros, experiencia y organización (aunque debilitada por el inútil debate interno que no cesa en torno a la relación con el PSOE y los sindicatos). Los movimientos, plataformas y colectivos que tanta movilización protagonizaron antes de la convocatoria electoral el año pasado tienen un potencial indudable (siquiera porque sus causas siguen vivas y dolorosas). Y otras fuerzas políticas en los aledaños de un cambio para una reconstrucción democrática son, por débiles que parezcan, aportes indispensables para una acción conjunta.

En absoluto estoy planteando una simple alianza electoral, abordada a última hora y con sus avatares en permanente protagonismo mediático. Estoy planteando la formación de una alianza programática (que es mucho más que un rosario de intenciones) que incluya acciones, discurso e imaginario colectivo común. Y todo ello sin que nadie pierda su identidad, siglas o características propias. ¿Es tan difícil llegar a un acuerdo sobre medidas inmediatas y urgentes? ¿Es tan inaccesible alcanzar un consenso en señalar las características del enemigo común y actuar en consecuencia?

Creo que, a mi juicio, es ésta la única y necesaria salida. No es sólo una cuestión de proyecto dentro de un haz de opciones, es la llamada de la realidad la que convoca y, además, de manera perentoria. Se necesita construir un bloque, un frente, un movimiento o como queramos llamarle que conciba el hecho electoral como el corolario de una acción permanente y programa anterior en torno a la cohesión unitaria. Y además con las necesarias conexiones europeas que hagan viable la recuperación de soberanía, el proceso constituyente y otro modelo de concebir y realizar Europa.
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Fuente: Mundo Obrero