Carta abierta al presidente Mas PDF Imprimir E-mail
Opinión / Actualidad - Política
Escrito por Amadeo Martínez Inglés / UCR   
Lunes, 20 de Octubre de 2014 00:00

Estimado señor presidente de la Generalitat catalana:

          Permítame en primer lugar que le muestre mi más sincero respeto y consideración por su difícil y meritorio actuar en el marco de la ardua tarea que la historia, la historia de Cataluña y la de España, ha tenido a bien encomendarle en este momento tan preocupante, insidioso, difícil, abierto, de futuro incierto…que malvivimos todos los españoles (incluidos los catalanes que de momento solo aspiran a que les dejen hablar como ciudadanos demócratas y responsables y no a callar como súbditos del borbonismo reinante en este país durante siglos) a la espera del profundo cambio de ciclo político que sin ninguna duda va a llegar a este país de la mano de los nuevos jinetes apocalípticos de la corrupción, el nepotismo, la ruina social, la prepotencia partidaria y, en suma, del bipartidismo nefasto que nos trajo el “modélico” Régimen pseudo democrático del 78.

 

          Yo, señor Mas, por supuesto, estoy a favor del derecho a hablar, a expresarse, a decidir, del pueblo catalán pero también aspiro, y estoy seguro que tarde o temprano se conseguirá, a integrar a la nueva y soberana Cataluña del futuro en la, también nueva, Confederación de Repúblicas ibéricas, un Estado plurinacional de nuevo cuño que deberemos conformar más pronto que tarde, desde la solidaridad, la cooperación y la templanza, las diversas naciones y pueblos que todavía a día de hoy, unidos por los grilletes nada democráticos del pasado, nos asentamos en esta vieja piel de toro del SO de Europa.

         

El proceso de emancipación de Cataluña del Régimen corrupto y posfranquista de la mal llamada transición, es un hecho que a día de hoy se presenta como incuestionable e irreversible. Pero lo que sin duda todavía no es irreversible, ni mucho menos, es la necesaria y conveniente continuación de los lazos de fraternidad y solidaridad de los catalanes con los ciudadanos de las otras naciones ibéricas soberanas que, con toda seguridad, muy pronto buscarán un nuevo marco de relación política, económica y social mucho más acorde con los tiempos en los que vivimos.

          Yo, señor presidente, hace algunos meses ya me permití exponer con toda claridad (y con toda la modestia del mundo) mi particular percepción profesional del problema catalán/español en una entrevista a un periódico digital barcelonés de gran audiencia. Ahora la amplío un poco más: “En una confrontación, en una guerra del tipo que sea (castrense, económica, política, social…) el contendiente más débil debe guardarse, en principio, de buscar el enfrentamiento directo, el choque frontal, con su rival más fuerte. Debe saber esperar, estudiar, acumular medios, maniobrar convenientemente… hasta lograr ser superior a su poderoso enemigo, aunque sea solo en un punto elegido del tablero estratégico, para darle entonces el golpe definitivo.

          Usted, señor Mas, ha tildado en repetidas ocasiones al Gobierno de España de duro de pelar, de fuerte y poderoso. Hace escasos días dijo también de él que era el único adversario de Cataluña. Totalmente de acuerdo con esto último pero para nada con lo anterior. Ensalzar al contrario no deja de ser, aún en el caso de que sea cierto su poder, una “honestidad operativa” o una “ingenuidad táctica” nada conveniente en una guerra (y nadie con dos dedos de frente duda que el proceso de “liberación” de Cataluña lo es aunque a día de hoy solo política y con las banderas de la democracia y los derechos fundamentales de las personas en vanguardia) y que lleva indefectiblemente a una importante bajada en la moral de los combatientes. Pero es que, además, en este caso no es en absoluto cierto que el Gobierno ultraderechista y con mayoría absoluta en el Parlamento del señor Rajoy sea fuerte, poderoso y duro de pelar. De eso, nada de nada. No nos equivoquemos. Es un Gobierno débil, enrocado en sus errores, asustado, sin confianza alguna en sus decisiones y al albur de cualquier adversario que quiera, de verdad, luchar contra él. Eso sí, está dirigido por un engreído cacique pueblerino que en los últimos tiempos anda como un legionario de Millán Astray, que huye de la prensa y, por ende, de los ciudadanos y que está convencido de que acaba de salvar a España por haberles regalado a los Bancos españoles la multimillonaria cifra de euros que deberán pagar nuestros hijos y nietos.

          Usted, señor Mas, con su finta táctica de hace solo unos días ha retrocedido y huido del choque frontal con su adversario (y el de Cataluña). Nada trágico por más que a su compañero de fatigas, señor Oriol Junqueras, se le salten las lágrimas y llore prematuramente su perdida Cataluña soberana. Es lo que debería haber hecho, y así me he permitido sugerirlo personalmente en repetidas ocasiones como modesto estratega militar, antes de lanzar a los cuatro vientos hace ya muchos meses su órdago de “referéndum a fecha fija”. Algo que nunca debió ocurrir si hacemos caso a las ineludibles leyes de la Estrategia pura y dura. Primero, antes que nada, debió llegar una consulta no vinculante, jurídicamente inocua, pero legal y sumamente ilustrativa para conocer los apoyos con los que cuenta el soberanismo catalán. Después, con esos poderes políticos y sociales debajo del brazo, se debió dar paso a una ofensiva mediática, psicológica, política y social a nivel español, europeo y mundial. A continuación, echar mano de la bomba nuclear del Parlamento catalán con su mayoría absoluta después de unas elecciones plebiscitarias ad hoc. Y por último, el “Alea jacta es” antes de atravesar todos juntos y en tropel el Ebro/Rubicón.

¡Es la estrategia, señor presidente de la Generalitat catalana, es la estrategia! Usted y los suyos se decantaron, y han tenido que rectificar, más por la política, por las cámaras de TV, por los medios de comunicación, por las manifestaciones, por la infantería que ocupaba pueblos y ciudades… Pero las guerras, y usted y el pueblo catalán están metidos en una hasta las cejas, las ganan los estrategas. Que suelen permanecer escondidos en sus refugios anti NBQ, muy tranquilos y sin la guerrera puesta, pero que son los que, de verdad, de verdad, mandan y dirigen a los generales victoriosos…

          Perdone, señor presidente, por inmiscuirme en sus asuntos pero es que también son, o serán, los míos muy pronto. Reciba mi más sincera consideración y mi respeto por su arriesgado trabajo ¡Y nos vemos en Bagdad! Perdón, en qué estaría pensando…