«Wikileaks, la verdad al desnudo, el caso José Couso», Acto del Partido Comunista de AsturiasJavier Couso: «Es un horror comprobar que ministros y fiscales impiden el juicio por el asesinato de mi hermano» PDF Imprimir E-mail
Opinión / Actualidad - Economía
Escrito por Chus NEIRA / La Nueva España   
Viernes, 10 de Diciembre de 2010 18:45
 
JaJosé Couso asesinadovier Couso: «Es un horror comprobar que ministros y fiscales impiden el juicio por el asesinato de mi hermano»
 
La familia del cámara abatido en Bagdad por EE UU analiza los cables de Wikileaks: «Nadie puede imaginar el dolor de mi madre al ver cómo su país echa más tierra sobre la sepultura de su hijo»

El 8 de abril de 2003 los disparos de militares del Ejército de Estados Unidos contra el hotel Palestina, en Bagdad, acababan con la vida del cámara de Telecinco José Couso. Siete años y medio después, su hermano, Javier Couso, confesaba ayer en el Club Prensa Asturiana de LA NUEVA ESPAÑA que los cables de Wikileaks que confirman las presiones ejercidas por ministros y fiscales españoles para archivar el juicio por crímenes de guerra contra tres militares norteamericanos por el asesinato de su hermano son «un horror que no se puede entender». Y para su madre, un dolor imposible de imaginar saber que «su propio país echa más tierra sobre la sepultura de su hijo».

En el acto «Wikileaks, la verdad al desnudo, el caso José Couso», organizado por el Partido Comunista de Asturias y la Asamblea de Ciudadanos por la Izquierda, el hermano del cámara español abatido en Bagdad por el Ejército de Estados Unidos relató ante una sala abarrotada la «dolorosa» batalla que la familia ha sostenido durante casi ocho años para impedir que su hermano «sea asesinado dos veces». Contó cómo el caso se cerró y se volvió a abrir, las sospechas de presiones y, finalmente, «hace dos semanas, la constancia de los cables que se publican y la sorpresa al comprobar claramente todo lo que habíamos estado sospechando». «Por mucho que sepas, la realidad siempre supera a la ficción», siguió. «Pensábamos que había ciertas conversaciones o que Estados Unidos presionaba al Gobierno, que era un tema que les preocupaba, pero no podíamos imaginar el horror de ver cómo ministros, la Vicepresidenta, el fiscal general del Estado, Cándido Conde-Pumpido, y el fiscal jefe de la Audiencia Nacional, Javier Zaragoza, prestaban colaboración y asistencia judicial para impedir el juicio por el asesinato de un ciudadano del Estado español. Y eso es un ataque claro al Estado de derecho».

Antes de la intervención de Javier Couso, el portavoz de la Asamblea de Ciudadanos por la Izquierda, Roberto Sánchez Ramos, había denunciado la «basura, engaño y mentira» que rodean al «caso Couso» y había calificado al responsable de Wikileaks, Julian Assange, como un «héroe de la libertad de expresión». El periodista Xuan Cándano, encargado de cerrar las presentaciones, se sumó a esta declaración y concluyó que en la vieja discusión entre viejos medios de comunicación y medios emergentes con nuevas tecnologías, Wikileaks prueba que «en el futuro habrá complementariedad».

El hermano de José Couso, Javier, comenzó su intervención recordando las circunstancias que rodearon la muerte del cámara de Telecinco. Cómo «el mundo quedó impactado al ver, en una guerra tan mediática como fue la de Irak, que el Ejército de Estados Unidos se decidía a atacar los tres centros de prensa que había en Bagdad y que estaban retransmitiendo el avance de las tropas». «Lo importante», reflexionó Javier Couso, «es que lo hicieron a los ojos de todo el mundo. Era un aviso a esa prensa que no se quiso empotrar, que no fue con las tropas, que muchas veces era sumisa, pero que en aquellos momentos informó de una manera que no les gustó».
 

El análisis de Javier Couso hizo ver que el Ejército de Estados Unidos, ante el miedo a perder el control de la información, con cerca de trescientos periodistas que se negaron a ir empotrados, atacó las tres sedes de prensa y después logró que no se vieran más imágenes de la guerra de Irak hasta la de la caída de la estatua de Saddam.

Desde ese momento, la familia Couso ha mantenido una batalla «muy complicada y muy dolorosa». «Son siete año y medio en los que nos hemos tenido que tragar nuestro luto, hemos perdido trabajos y dinero, pero hemos querido seguir adelante porque creemos que no podemos asesinar a mi hermano dos veces».

Con el caso todavía abierto y la esperanza, contó, de que el juez de la Audiencia pueda ir a Bagdad a tomar declaración a testigos, Javier Couso relató el inicio de la querella criminal contra el sargento Thomas Gibson, el capitán Philip Woldrford y el teniente coronel Philip de Camp, «autores confesos del ataque al hotel Palestina». A las peticiones de información de los jueces españoles, el Gobierno de Estados Unidos nunca responde. Según el hermano de Couso, fuentes oficiosas estadounidenses aseguraban que «antes se helará el infierno que un juez español tome declaración a unos militares estadounidenses». Cuando se dictan las órdenes de busca y captura es cuando Cándido Conde-Pumpido pide el archivo. Ahí empieza un tira y afloja, que todavía mantiene el caso abierto y en el que, como se desprende de los cables de Wikileaks, el Gobierno español «en vez de perseguir el delito se dedica a ejercer de abogado defensor de unos militares extranjeros acusados de un crimen de guerra contra un ciudadano español».

En los cables -Javier Couso detalló unos cuantos- los embajadores norteamericanos citan la colaboración, empeño y ayuda en parar el proceso por parte de los ministros Juan López Aguilar, Miguel Ángel Moratinos, de la vicepresidenta Teresa Fernández de la Vega y de los fiscales citados. Todo ello permitirá a la familia de Couso presentar el lunes una denuncia y confiar, como se lamentaba en otro cable el embajador estadounidense, en que «la justicia española es rabiosamente independiente».
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La Nueva España