¿El “salvamento del Banco Popular” nos va costar algo a los ciudadanos? 2 PDF Imprimir E-mail
Opinión / Actualidad - Economía
Escrito por Salvador López Arnal   
Sábado, 24 de Junio de 2017 00:00

Segunda parta entrevista al economista Pedro Montes sobre la situación del Banco Popular y el sistema financiero español.

¿El “salvamento del Banco Popular” nos a costar algo a los ciudadanos? Las autoridades dicen que no. ¿Les creemos?

Es prematuro vaticinar el coste nulo para los contribuyentes. Primero, por las reclamaciones jurídicas que puedan plantearse, si bien como he señalado, no es previsible que se declare al Estado como responsable subsidiario de la liquidación del Popular. Segundo, porque no pueden descartarse que en el proceso de digestión del banco por parte del Santander se descubran nuevos “agujeros”, e intente aprovecharse del privilegiado trato que recibe de los gobiernos y de la preeminencia lograda como símbolo de la banca del país. Por otra parte resulta obsceno, por parte del gobierno del PP, vanagloriarse de que la liquidación del Popular no tendrá repercusión en los contribuyentes después de las decenas y decenas de miles de millones de euros que ha costado el saneamiento del sistema, y se avanzó sin pudor alguno que todas las aportaciones públicas se recuperarían. Así está el país. Ni cuando surgen condiciones excepcionales como la quiebra de su quinto banco no se plantea por parte de la izquierda la necesidad lógica y la reivindicación histórica de impulsar la creación de una banca pública.

Hablas también de relámpago anunciador de otras peligrosas tormentas por llegar. ¿Qué tormentas son esas? ¿Son probables?

Mis facultades de adivino no me permiten pronosticar cuando y cuál será el origen de nuevas conmociones, pero nadie puede descartarlas. Si algún atrevido lo hiciera, como podría ser Guindos, aconsejo no hacerle caso.

Tomo nota. Los bancos, vuelvo a citarte, “siguen ocultando en sus balances decenas de miles de millones de activos tóxicos inmobiliarios, quizás algunos centenares de miles, que aún no han digerido a pesar del entramado institucional que se ha creado para aliviarlos de la carga destructiva que representan”. ¿Pero tantas partidas tóxicas poblaban sus balances? ¿No se han saneado aún lo suficiente? ¿Qué dimensiones tuvo entonces aquella burbuja? Por lo demás, en algunas ciudades, pienso en Barcelona, la burbuja de nuevo está muy viva.

No estoy en condiciones de evaluar el grado de salud o enfermedad que todavía padece el sistema bancario español. Si se sabe que decenas de miles de millones de euros relacionados con la actividad inmobiliaria lo mantienen intoxicado. La situación actual no puede considerarse normal, constituyen una indiscutible rémora, pero la evolución dependerá de lo que pueda suceder en la economía española en la que parece apuntarse una moderada recuperación del sector inmobiliario, en unos mercados que no son homogéneos, pues la demanda en algunas ciudades (Madrid y Barcelona) no puede equipararse a lo que sucede en otras y a lo que ocurre en las zonas turísticas o de segunda residencia. Por otro lado, soplan también vientos de crisis financiera a escala internacional que tendrán una indiscutible repercusión en nuestro país. Podría decir que nuestro sistema bancario no está en condiciones de resistir perturbaciones significativas si el clima general se degrada, sino más bien lo contrario: nos arrastraría con facilidad a nuevas convulsiones de gravedad imponderable.

Una descripción, también tuya por supuesto: “Todo el sistema bancario ha gozado en los últimos años de una evolución excepcional determinada por ser el canal fundamental por el que el Estado se ha financiado emitiendo cientos de miles de millones de euros hasta alcanzar la deuda pública el 100% del PIB y por el que el BCE ha inyectado liquidez a la economía con respaldo de esa deuda”. Un circuito extraño, señalas, beneficioso para la banca, “generado en un contexto tipos de interés del BCE mínimos, o nulos, que tarde o temprano tendrá que acabar. Si la crisis de los bancos ha puesto en jaque al Estado hasta aquí, será el endeudamiento que ya alcanza el Estado el que ponga en jaque el equilibrio los bancos ahora”. ¿Por qué, de dónde esa inversión que comentas?

El BCE, ante el objetivo de contener la crisis y la recesión, ha practicado una política muy expansiva de inyección de liquidez, y ha ido relajando las condiciones para la concesión de créditos, tomando ya en garantía emisiones del sector privado. Pero, hasta hace poco, la vía normal era otorgar financiación al sector bancario con respaldo de la deuda pública. Como el BCE no puede financiar directamente a los Estados ha tomado esa vía, de modo tal que las emisiones de deuda pública las adquiere en una buena parte la banca y ella obtiene liquidez al nivel mínimo de los tipos de interés del BCE, cero en la actualidad, beneficiándose de la diferencia de los tipos a los que el Estado coloca su deuda, que también por supuesto son muy bajos.

En nuestro país, el nivel del volumen de la deuda pública es, redondeando, el 100% del PIB, pero la peculiaridad es que su crecimiento ha sido muy intenso en los últimos años como consecuencia de la acumulación de los déficit públicos. En comparación con otras economías ese porcentaje no es exagerado, pero si es objetivamente alto (sabido es que en las condiciones de Maastricht y ahora del Pacto de estabilidad era del 60% del PIB) y se ha instalado en un nivel sin previsión de reducirse que plantea un problema general. Si todo se complicara, no puede descartarse que hubiera revisarse la política de la deuda pública, con cambios en el calendario de amortizaciones y más drásticamente con alguna quita. La banca entonces podría ser arrastrada al ojo del huracán. Hablo de una hipótesis, no de pronósticos, pero como posibilidad está abierta.

Se entiende la diferencia. El Estado, afirmas también, ha gastado en el mantenimiento del sistema financiero, decenas de miles de millones de euros. Aún no se sabe cómo acabara esta historia. El endeudamiento general que padece toda la economía española, incluidos los pasivos exteriores, afirmas, convierte a España en uno de los países más vulnerables del mundo. ¿Del mundo? ¿Dónde se ubica esta vulnerabilidad que señalas?

Con frecuencia hablo de la vulnerabilidad de la economía española. Voy a darle contenido.

Adelante.

Aparte de las incógnitas que suscitan la situación del sistema crediticio y el fuerte endeudamiento público a los que ya me he referido, en el año 2009 el país tenía una posición neta exterior que era la más negativa del mundo, salvo la de Estados Unidos que tiene la ventaja que emite un papel verde llamado dólar que tiene una gran aceptación en el resto del mundo. Los pasivos de los residentes del país frente al exterior ascendían a 2,3 billones de euros, a los que si se restan los activos de los residentes frente al exterior, 1,3 billones de euros, resultaba una posición neta negativa de 1 billón de euro. Ésa resta no tiene mucha razón de ser puesto que los acreedores y los deudores son agentes individuales que no pueden compensarse estrictamente. La cifra importante es la de los pasivos exteriores, que son compromisos de pago o derechos de los extranjeros sobre los agentes españoles.

En el año 2016, después de tantos años, de mejora del déficit exterior y hasta de un superávit en la balanza por cuenta corriente en los últimos dos años, los pasivos exteriores se elevaban a 2,6 billones de euros, resultando una posición negativa de 0,95 billones de euros, un poco más favorable que en 2009.

Por otro lado, a efectos de resaltar el endeudamiento general de la economía, los pasivos y activos entre los agentes económicos internos desglosados en sociedades no financieras, instituciones financieras, administraciones públicas y los hogares, alcanzaban en 2009 el volumen de 7,3 billones de euros. En 2016, con la recesión profunda de por medio, la quiebra de muchas empresas, la destrucción de aparato productivo, la crisis financiera , los rescates, los desahucios, los concursos de acreedores etc. ese volumen se había elevado a 7,8 billones de euros.

Por tanto, por lo que se refiere al endeudamiento interno y externo la economía española sigue sumida en una burbuja financiera. Hay que tener en cuenta que en los últimos años han operado además algunos factores muy favorables para la economía en general y en particular para la balanza de pagos. Brevemente, la caída del precio del petróleo, los tipos de interés insólitamente bajos (la FED acaba de subirlos un cuartillo) y un gran tirón del sector turístico derivado en parte de la inestabilidad política que domina en algunos países competidores. Se puede haber registrado una mejora de la competitividad por la importante reducción de los salarios, pero no cabe garantizar el mantenimiento de esos hechos favorables.

Quiero señalar por último que se pretende equiparar una tormenta tropical con la crisis económica y social que sufre el país. La tormenta pasa y a los dos días puede estar luciendo un sol radiante. Una crisis de la profundidad padecida deja unos destrozos y unas secuelas que en modo alguno permiten hablar de superación de la misma hasta que los datos esenciales de la comunidad se hayan restablecido al nivel previo de la crisis.

Te estás refiriendo al paro…

Hablo del paro, de la precariedad laboral, del nivel de salarios, de la protección al paro, de la degradación de los servicios públicos esenciales, por no referirse a otros aspectos y secuelas de la crisis en derechos sociales y políticos. Hablar de que la crisis es cosa del pasado mientras todos sus efectos destructivos siguen vigentes es demagogia de la peor especie, que no cabe admitir. Y relaciono esto con la vulnerabilidad porque si hubiese un deterioro de la situación, provocado por las causas que fueran, el sufrimiento social tendería a agravarse a partir de una situación profundamente degradada. En fin, lo dejo aquí.

¿Me olvido de algo esencial? ¿Quieres añadir algo más?

Poco más, por un lado, si nos acotamos al asunto del Popular, (por cierto, acaba de publicar el Banco de España un informe en el que aclara que el Estado perderá finalmente 60.600 millones de euros, el 80% de los 77.000 millones inyectados)  y mucho más, por otro, si se abre el debate sobre la estrategia de la izquierda política y de los movimientos para superar el estado de cosas en que está hundido el país. Es una necesidad imperiosa, en mi opinión, el rearme ideológico de las fuerzas progresistas y la construcción de un pueblo organizado para resistir y luchar.

No tengo ninguna diferencia con lo que acabas de señalar. Mil gracias querido Pedro.

Salvador López Arnal

 

Leer la primera parte de la entrevista. El Banco Popular debería ser nacionalizado

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Fuente: Rebelión