Si en vez de ser pajaritos, fuéramos tigres bengala... ¡Adelante Andalucía! Imprimir
Opinión / Actualidad - Política
Escrito por Rafael Juan Ruiz   
Jueves, 29 de Noviembre de 2018 06:48
Somos el partido de las clases medias y de los que se levantan temprano para ir a trabajar”. Esa puede ser la frase que contenga la mentira más integral, más completa, de los partidos de “las derechas” (PP, PSOE y C’s).

Lo primero porque es falso que existan las clases medias. Los datos que machaconamente retumban en los oídos de los que vemos la realidad que nos rodea dicen todo lo contrario. Tras la crisis, los ricos han cuadriplicado su fortuna con respecto al resto de la población, que se ha empobrecido en la misma proporción. Un 1% de los españoles posee el 21% de la riqueza del país. Mientras que la crisis ha supuesto este espectacular aumento de los acopios de la clase alta, para los y las trabajadoras ha supuesto volver a salarios inferiores a los de 2008.

Esa es la primera mentira. No hay clase media. Hay, como siempre, pero ahora más agudizado, clase alta y clase trabajadora. Por mucho que digan que no hay lucha de clases, la realidad es obstinada. A pesar de lo que nos quieren hacer creer desde los Black Friday, los días de los enamorados o las venideras fechas hiperconsumistas de la navidad: no tenemos dinero para ningún dispendio. Ni para ello lo queremos.

La segunda gran mentira es que estos partidos sean los de esas “clases medias” que hemos de llamar “clases trabajadoras”. Durante 40 años, PSOE y PP (la versión anti 15M que es C’s lo comparte públicamente) han aplicado políticas dictadas desde los grandes bancos europeos a los que nadie elegimos para gobernarnos, que han traído como consecuencia ese aumento obsceno de la acumulación de riqueza en unos cuantos y en el empobrecimiento lógico de la inmensa mayoría. Si en España ya son crueles las cifras, en el mundo, ese 1%, tiene el 90% de la riqueza.

Miles de familias siguen siendo desahuciadas de sus casas (basta recordar lo ocurrido esta semana con una señora que se tiró de su balcón cuando llegó la policía), millones de personas desempleadas, millones de familias que han de vivir con 400 o, a lo sumo, 700€ al mes para que el empresariado pueda cuadriplicar su beneficio. Centros educativos públicos para los que no hay dinero porque se destina a centros privados que se conciertan, con lo que conlleva de sobrecoste y de limitación de la libertad de conciencia; el mismo problema con la sanidad privada, a la que se le inyecta dinero público para pagar dos facturas: la de nuestra atención y la de empresa, para sus beneficios. Autopistas privadas que costaron miles de millones y que, al no ser rentables, les pagamos indemnización a sus dueños. Eso sí, si eres un autónomo (o emprendedor como le gustan llamar ahora), si tu negocio va a la quiebra, te quedas en la absoluta ruina y desamparado. Y si te dejan en el paro y no puedes pagar la hipoteca o el alquiler, te echan de tu casa.
En los últimos cuatro años cualquiera que haya estado atento a lo que se “cocía” en el Parlamento Andaluz ha podido comprobar quiénes han sido los partidos que han estado haciendo propuestas en contra de esta realidad. Y no sólo por lo que han hecho en el Parlamento, sino también en la calle, en los tajos, en los conflictos, en las huelgas: con las Kellys andaluzas, con las mareas blancas de la sanidad, con las verdes de la educación, con la defensa de las medidas ecologistas, con los conflictos laborales de la poca industria que los “partidos de las clases medias” han dejado en nuestra tierra, con los agricultores que ven cómo “se jartan de currar” para sobrevivir mientras los grandes señoritos terratenientes se llevan los millones de subvenciones sin poner la tierra en producción, con el sector del taxi, ese que ha mostrado tradicionalmente su animadversión natural a la izquierda y su tradicional posicionamiento con los partidos más de derechas de este país, con los y las pensionistas, con la educación pública y su propuesta de un 2% para su financiación del PIB incluido en el Estatuto de Andalucía. Esas fuerzas son las que hoy conforman Adelante Andalucía.

Después del 15M nos quedó claro que no queríamos políticos que vinieran a vivir de ello. Pues habrá que decir bien alto y claro quienes han sido la única fuerza que, no sólo ha hecho propuestas en sede parlamentaria para quitar los groseros privilegios actuales de sus señorías (recordemos pinchando aquí el video en el que Teresa Rodríguez lo explicaba con nitidez) sino que, desde el principio, se han aplicado el cuento, aportando una buena parte de sus salarios a colectivos y asociaciones sociales. Cuando hicieron la propuesta, todos los demás grupos, PSOE, PP y C’s votaron en contra. ¿Quiénes han venido a servirse de la política?
Después del 15M dijimos que no nos representaban:
  • aquellos que esquilman lo público, que rescatan bancos mientras se desahucian familias.
  • aquellas que rebajan impuestos a los millonarios y cargan la fiscalidad en los y las que “fichan” todos los días.
  • aquellos que, con sus leyes, favorecen a las eléctricas, a las petroleras, a las telefónicas, a las multinacionales para que nos desplumen con sus tarifas (¿dónde quedaron los beneficios de la competencia para los usuarios?) y que exploten a sus trabajadores.
  • aquellas cuya forma de vida es la corrupción, que pagan sus campañas electorales con dinero de las grandes empresas o con dinero negro con el que multiplican por 10 lo gastado por otras fuerzas en propaganda (como podemos ver en las calles y en los medios de comunicación; evidentemente, les va “la vida” en ello)
  • aquellos que usan las herramientas del Estado para la represión brutal contra su ciudadanía mientras miran hacia otro lado con las corruptelas y acciones denigrantes de monarquía, judicatura y políticos.
  • aquellas que negaban el futuro a nuestra juventud. Que les dejaban un panorama laboral de explotación y monocultivo del turismo, echando a nuestros y nuestras universitarias a otros países donde sí se invierte en investigación y donde sí se valora el talento y el esfuerzo.
Y demandábamos unidad. Queríamos que lo que nos une nos sirviera para avanzar. No todos llevamos los mismos ritmos, ni tenemos las mismas aspiraciones. Pero en la situación que estamos de absoluto desastre, es tan bajo el nivel de exigencia para poder revertir lo que tenemos que no hay excusa para no tener objetivos comunes. Pan, trabajo, techo y dignidad. ¡Empecemos por ahí, y, en el camino, vayamos afianzando logros y avancemos en nuevos! Está claro que la unidad no ha sido perfecta. Pero, como dicen en el fútbol, tras una victoria se entrena mejor la semana siguiente. Pues, aquí igual. Tras la victoria de la unidad en Andalucía, seguro que se ve todo de otro color. Y mejorarán cosas. Tienen que mejorar. Estoy seguro de que los actores principales son conscientes de ello: candidaturas que surjan de la base social y no de las cúpulas, trabajo coordinado con los movimientos sociales más allá de reuniones preelectorales puntuales, tener realmente en cuenta y respetar absolutamente a esos colectivos sociales, … Seguro que tras ganar este partido todo eso será más fácil.

Y demandábamos líderes “normales”. Personas salidas de los movimientos sociales, que tuvieran su trabajo y dedicaran su tiempo a la política de forma temporal y altruista. Gente generosa, sin egos, que ponen por delante su ideología y su compromiso. Adelante Andalucía presenta una bicefalia que combina la fuerza, la frescura, la naturalidad y la firmeza ideológica de Teresa Rodríguez con un Antonio Maíllo extremadamente generoso (entendió que no debía optar a encabezar la candidatura para apoyar sin fisuras a una mujer valiosa, dejando atrás tradicionales viejos egos machistas y sabiendo que su sitio es imprescindible, pero en favor del objetivo general) y que transmite los mismos valores que Teresa con una fuerza y una ilusión admirables. Son el contrapunto de cualquiera de los restantes candidatos. Para la izquierda representan un soplo de aire fresco, una gran esperanza y, ¡que no se le olvide a alguno! un ejemplo para el resto del Estado. También ha costado lo suyo llegar a lo que tenemos hoy por culpa de los obstáculos y miedos internos centralistas.

Cuando uno escucha las propuestas, las entrevistas, los debates, puede estar más o menos de acuerdo con lo que Teresa o Antonio ponen sobre la mesa, pero lo que no se puede negar es que quienes las hacen de forma clara y con contenido son ellos dos. Y que esas propuestas son para mejorar la vida de la inmensa mayoría de una tierra que, a pesar de cuarenta años de gobiernos neoliberales y las nuevas promesas que hacen como si no tuviéramos memoria, sigue viviendo a la cola de Europa y viendo cómo sus jóvenes tienen que seguir emigrando.

Trabajadoras y trabajadores en general: de empresas privadas con inmensos beneficios y que explotan a quienes se los generan, maestros y maestras públicas, funcionariado, sanitarias, pensionistas, juventud, desempleadas, empleados de empresas públicas, empleadas y beneficiarios de la ayuda a domicilio, la base social. La inmensa mayoría. Las luchas sectoriales: feministas, ecologistas, derechos sexuales, pacifistas, … Comparto absolutamente lo que decía Antonio Maíllo en el mitin de Sevilla la semana pasada: “Si todos estos sectores que han luchado y que nos han tenido con ellosen sus reivindicaciones quieren, ganamos”. Y añado yo: al día siguiente, todos esos colectivos, toda la población, tendrá que seguir en la calle reivindicando, manteniendo la tensión, para que nadie “se olvide” y para que se sepa que el poder reside en el pueblo.

El programa que presenta Adelante Andalucía abarca todas las reivindicaciones que han estado en la calle en los últimos cuarenta años y en las que han estado inmersos muchos y muchas de los que hoy componen las candidaturas. Seguro que se nos ocurre algo más que debía haberse incluido o algo que debiera haberse hecho de otra forma. Estoy de acuerdo. Pero insisto: tomémoslo como punto de partida, que no es poco. Incluso, por fin, está la verdadera izquierda andalucista (¡gracias Antonio Manuel por tu trabajo callado y constante!), la que también huye de personalismos y egos, la de la bandera y el himno desde la reivindicación social, desde la lucha por nuestra tierra en el sentido de defender a sus gentes y sus tierras para que sean prósperas y felices.

He estado muchos, muchos años sin votar. Han sido años de desierto, de desesperanza, de “haber perdido el norte”, de mirar al “primo socialista” que siempre nos deja en la estacada habiendo vampirizado y rentabilizado lo mejor. Tiempos en los que los referentes estaban dedicados a sus habichuelas, a sus cuotas de poder, a gestionar su mísera parte de poder inocuo. Tiempos en los que la rebeldía revolucionaria se convertía, una vez tocado el poder, en plácidas concesiones al “sistema”. Aún queda alguno por ahí. Hoy, de cara a este 2 de diciembre, tan cercano a aquel 4 de diciembre tan lejano en el tiempo, aunque no en el corazón, me siento ilusionado de nuevo.
“Amo mi tierra, lucho por ella, mi esperanza es su bandera. Verde y blanca, y verde. Verde y blanca, y verde”. Carlos Cano.
 
Rafael Juan Ruiz es miembro del Colectivo Prometeo