La cartera de Max Estrella Imprimir
Opinión / Actualidad - Política
Escrito por Óscar González   
Jueves, 22 de Noviembre de 2018 00:00
Vale, a ver si lo he pillado bien: un tipiño que colecciona armas y dice querer cargarse a Pdr Snchz es detenido y le imputan (si fuera del PP diríamos “lo investigan”) tenencia ilícita y proposición de homicidio de autoridad. A los chavales del colectivo de rap La Insurgencia, por escribir cuatro canciones, les cayó una condena por apología del terrorismo. Artículo 14 de la Constitución: todos somos iguales ante la ley. Propongo un corolario: aunque unos más que otros.

Lo ha dejado perfectamente claro el despropósito del Tribunal Supremo con el Impuesto de Actos Jurídicos Documentados en las hipotecas. Según el reglamento del impuesto (del año 95), el sujeto pasivo de este era el hipotecado. Sin embargo, alguien con buen criterio pensó: si el impuesto se paga por la elevación a escritura pública de la hipoteca, y teniendo en cuenta que esa escritura pública es la que va a permitir al banco quedarse la vivienda en caso de impago… ¿No sería más justo que fuese el banco quien la pagase?

El asunto cayó en la Sala Contencioso Administrativa del Tribunal Supremo. Esta falló que sí, que parecía más lógico pensar que debía ser el beneficiado por la escritura pública el que soportase el tributo. También falló que había que devolver ese dinero cobrado indebidamente.

Minutos después, sonaba un teléfono rojo en el despacho del presidente del Tribunal y Anne Pat Smallboot o cualquier otro apestoso similar le gritaban cosas al pobre hombre que, agobiado por el tono amenazante de su interlocutora, y viendo que sus ahorros perdían valor a lo bestia, dijo que era mejor darle otra vuelta al asunto, no fuera a ser que la Sala contenciosa estuviese tomada por rojos y podemistas que querían destruir España.

Se reunieron a continuación las juventudes del Tribunal en Pleno. Dio igual que esto fuese una irregularidad inaudita: a grandes males, grandes remedios. Y tras un par de semanas de esperpento con el que palidecería Valle-Inclán de pura envidia, la sentencia final: gana la banca.

Ningún órgano jurisdiccional del Estado tiene entre sus competencias velar por la estabilidad económica del país. Sin embargo, como ya hicieran en su día con la vergonzosa sentencia sobre las cláusulas suelo, el tribunal vuelve a esgrimir precisamente ese argumento, que igual no es buena idea tocarle los… balances a los bancos, no sea que se mosqueen y desencadenen sobre nosotros las siete plagas.

En castellano llano, esto viene siendo como decir que los bancos nos han estado robando a todos los que tenemos o hemos tenido hipotecas, pero que no nos van a devolver la pasta porque claro, ellos son “demasiado grandes para caer” y nosotros demasiado mierdosos para importar un carajo. En el fondo, lo que nos están diciendo es que no es cierto que todos seamos iguales ante la ley. Que sigue rigiendo el tanto tienes, tanto vales. Que para hacer una tortilla hay que romper huevos. Los suyos y los míos.

Les he preparado, como cierre, un caso más o menos real de hasta qué punto puede llegar a ser perversa toda esta historia. Verán:

Un tipo cualquiera se saca una hipoteca. Para una casa, para un negocio, para lo que sea. El banco, de entrada, le cobra al fulano la propia tasación de la vivienda. Unos 400 euros. Después, una pequeña comisión de estudio por la operación de alrededor de otros 400 euros. El tema va de que los del banco hagan su trabajo, pero ese tipo cualquiera paga al final por ello. Después, firma una hipoteca referenciada a IRPH, cuatro seguros, tres tarjetas de crédito y un juego de cuchillos y paga unos 800 euritos más en el impuesto de AJD.

Pero Tipo Cualquiera no tiene la suerte de cara y se va al paro. Empieza a tener problemas para pagar su hipoteca. Primero no puede pagarla íntegra. Luego directamente deja de pagarla. Sus recursos cada vez son más escasos y los ladrillos no se comen, así que toca impagar.

Entonces, el banco amigo le empieza a cargar 30 euros de comisión cada vez que no puede pagar íntegra la cuota. O le autorizan un descubierto en cuenta que no ha pedido y le cobran también una comisión por ello. ¿No hay dinero? Sin problemas: sumamos la comisión por descubierto al importe adeudado y tenemos unos números rojos aún más gordos.

Y cuando al mes siguiente Tipo Cualquiera ingrese, de nuevo incompleta, la cuota del préstamo, lo primero que hará el banco será saldar la deuda del mes anterior. Tipo Cualquiera ahora deberá un poco más que el mes anterior. Y se repetirá la operación una y otra vez, hasta que finalmente deje de pagar del todo. Quizá un año después.

Al tercer recibo impagado, el banco ejecutará la hipoteca. Tal vez Tipo Cualquiera deba ya unos dos mil euros, puede que tres mil. Y por ese importe, sobre una hipoteca de, pongamos, ciento veinte mil euros (es decir, menos de un 2% del total de deuda) acabará perdiendo su casa. Por dos mil cochinos euros. Un puto drama.

¿Pero saben qué? Que salvo en el tema de las comisiones de apertura, donde no se ha metido la justicia todavía, y en el IAJD por la vergüenza del otro día, todos los demás ejemplos están declarados irregulares por el Banco de España. Muchas de ellas se consideran malas prácticas y, si sumamos los importes de todas esas comisiones que el banco se ha apropiado de forma indebida, más tasación, etc, puede que lleguemos incluso a superar el importe de la deuda por la que Tipo Cualquiera se quedará en la puta rue.

Pero como lo importante es la estabilidad económica, nadie resarcirá a Tipo Cualquiera. Porque el artículo 14 de la Constitución, en el fondo, es una gilipollez parida por extremistas de izquierdas, que ya se sabe que están muy locos.

Entonces, como Aragorn llegando a Minas Tirith con el ejército de los muertos, saltará Pdr Snchz, Real Decreto en mano, a decir que esto lo arreglan entre él, con su RD, y la banca con su buena fe. Pero que de devolver lo apropiado indebidamente, nada de nada.

Y a continuación, fallece Max Estrella en la acera y su gran amigo Don Latino de Hispalis le roba la cartera y se marcha calle abajo.

Y, hasta la próxima, se acaba el esperpento.

 

Viñeta: Álex, la mosca cojonera.

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Fuente: Revista Gurb