Zapatero no se rinde Imprimir
Opinión / Actualidad - Política
Escrito por Amadeo Martínez Inglés / UCR   
Lunes, 30 de Mayo de 2011 04:12

Zapatero por el pleno empleoaQuiere plantar cara a Rajoy en 2012 con un partido unido, rehecho e ilusionado, un país en paz, una economía española en trance de verdadera recuperación, una base social reconquistada, una clase política regenerada y un candidato a la presidencia del Gobierno inteligente, luchador, fiel y superior en todo a su adversario político.     

                                                     

  El pasado jueves 26 de mayo de 2011 este bendito país de la crisis interminable, los millones de vagos forzosos, la clase política apestada y los miles y miles de jóvenes que ocupan las calles y plazas de sus principales ciudades al grito de "Esto no es democracia", amaneció con el presidente de su Gobierno y secretario general del PSOE, José Luis Rodríguez Zapatero, rodeado de enemigos (políticos) por todas partes. 

 Derrotado en las urnas el domingo anterior, cansado, exhausto, desorientado, al borde de la desesperación y el abandono, apoyado en su soledad por unas muy pocas personas de su más íntimo círculo político y personal que ni sabían a ciencia cierta lo que pasaba ni parecían capaces de proponer alguna solución plausible para contrarrestar tan delicada situación, el otrora carismático y poderoso ZP parecía estar ya condenado a vivir sus penúltimos días como líder político y como jefe del Ejecutivo.

Los barones de su partido, los virreyes socialistas, los jefes de fila regionales con mando en plaza, tras la humillante derrota electoral sufrida y con sus feudos conquistados (o a punto de serlo) por sus mortales enemigos de la derecha "extrema" y la izquierda antisistema, se aprestaban en esas primeras horas del "jueves negro socialista", y ya sin tapujos ni remilgos de ninguna clase, a cortar cuanto antes la cabeza política de su líder y a pasearla triunfal en lo alto de una pica por los pasillos de Ferraz. Al grito unánime de ¡Muerte al culpable!

La rebelión interna de los jerarcas socialistas contra ZP era un hecho y las posibilidades de contrarrestarla en el corto plazo, dado el volumen y las dramáticas consecuencias de la derrota, ciertamente escasas, difíciles y de resultado incierto. Casi nadie con algo de chance en el partido, a día D+4 de la hecatombe, quería oír hablar de unas primarias que podrían abrir en canal las costuras del PSOE, dividir a sus bases y a sus cuadros e hipotecar las perspectivas electorales socialistas durante lustros. Todo el mundo parecía estar de acuerdo, después de que el ladino dirigente socialista que ejerce de lehendakari en Vitoria con permiso del PP abriera fuego contra su secretario general, con la celebración de un Congreso extraordinario que acabara de una vez con el zapaterismo claudicante, con sus monumentales errores, con sus traiciones ideológicas y, en definitiva, con la nefasta pesadilla de un partido enrocado en el neoliberalismo más carroñero, adorador de los dioses del mercado y flagelador inmisericorde de funcionarios, obreros y pensionistas.

Sí, ciertamente, Zapatero, el pasado jueves día 26, aparecía hundido, preocupado, acorralado, asombrado, derrotado... por el traicionero golpe de sus fieles. Efectuado, desde luego, con nocturnidad y alevosía. Su eterna sonrisa del talante y el consenso, su mueca de payaso de feria, su buscado y elaborado rictus de preclaro hombre de Estado que últimamente exhibe en sus apariciones públicas copiado, sin duda, de los jerarcas mundiales a los que persigue en sus siempre poco exitosas salidas a Bruselas y al G-20, habían dejado paso a una cara cansada, triste, ojerosa, propia más bien del líder político que está a punto de abandonar la sede de su partido, por la puerta trasera, en una noche trágica de revés electoral o del general derrotado que se apresta a abandonar el campo de batalla a uña de caballo.

Pero ZP, no nos engañemos nadie y menos que nadie la derecha expectante que lleva meses oliendo el botín, no estaba muerto. Ni mucho menos. Ni lo estaba entonces ni lo está ahora, pasados tres o cuatro días del envite sufrido. Lo ha demostrado con su espectacular y exitosa maniobra entre bastidores puesta en marcha con total celeridad y acierto esa misma mañana del jueves. Está muy claro que tiene más vidas (políticas) que los gatos y que es maestro en los regates cortos, en el cuerpo a cuerpo, en las trampas saduceas gestionadas en sofás y comedores reservados y, en general, en la táctica y en el combate a corta distancia. En los que casi siempre triunfa en toda la línea. Aunque lo suyo no sea, evidentemente, la Estrategia de largo alcance, las previsiones de conjunto, la prospectiva de alto nivel, la confección de hipótesis de trabajo y la coordinación de trabajos de gabinete que le indiquen constantemente la solución adecuada para el grave problema de turno que se le puede presentar en el futuro lejano... De ahí el que se desenvuelva tan bien en el terreno doméstico cuando se relaciona con interlocutores sociales, sindicales y políticos, a los que prácticamente siempre acaba llevando a su terreno por difícil y complicado que sea el hacerlo, y tan rematadamente mal en el campo político de alto nivel, como puede ser la política exterior del país o la economía europea y global, donde siempre comete errores de bulto impropios de un líder europeo.  

El jueves pasado reaccionó, y esto lo dice una persona que lleva años estudiando en plan reservado su devenir político y personal con intenciones históricas ciertamente aviesas, como lo ha hecho en otras situaciones de extremo peligro. Con determinación, valor, rapidez, extrema agilidad táctica y sin importarle demasiado las consecuencias. Como lo hizo, por ejemplo, salvando en última instancia sus muebles y los de todos los españoles aunque llevando a determinadas parcelas sociales a una situación casi insostenible de "cabreo público", en un reciente momento de extremo peligro financiero para nuestro país y en el que no le tembló el pulso a la hora de abdicar de su ideología y meterse en un jardín social de consecuencias imprevisibles; alguna de las cuales acaba de pagar, aunque sin duda en una mínima proporción.

El jueves de la conjura, efectivamente, a primera hora de la mañana ZP decide actuar por derecho para salvar su secretaría general, su presidencia del Gobierno, su legislatura, su partido, su modelo, social... y ¡hasta su España querida! Y lo hace recurriendo a dos de sus más fieles e importantes peones. Uno hombre y el otro ¡faltaría más tratándose del "rojo y feminista" ZP! una mujer. Cambia impresiones nerviosas y rápidas con su valido Rubalcaba, el hombre que lleva años poniendo aceite a toneladas en La Moncloa para el suave discurrir de sus Gobiernos. Y que al igual que el también fiel, pero un poco atolondrado últimamente Pepiño Blanco, permanece siempre a su lado por mucho que determinados analistas de café, copa y puro (con un micrófono o una pluma en su mano) no duden en ponerle continuamente en la pérfida nómina de los traidores.

Rubalcaba le contesta con voz solemne y precisa. No tiene ambiciones personales, su vanidad lleva años colmada y solo dará un paso al frente, con los sesenta tacos que está a punto de cumplir, si lo eligen por unanimidad sus compañeros y únicamente en bien del partido y del porvenir del país. No quiere primarias, que las carga el diablo y él no está ya para pequeñas escaramuzas partidarias... Si es elegido con un consenso absoluto de los militantes socialistas está dispuesto a luchar, a dejarse la piel en el intento de ganar una vez más a la derecha.

Zapatero, comprende, está de acuerdo. Llama a la ministra Chacón, el verso suelto, la ambiciosa guerrillera del río revuelto que sigue decidida a dar el paso de su vida, caiga quien caiga. Con ella en el tablero, no hay solución posible para la debacle que se avecina: "Apártate Carme, no es el momento oportuno para que des el paso. La situación es muy delicada. Podemos hundirnos todos, destrozar el partido. Renuncia, sé generosa, ya llegará tu hora. Ahora déjame el campo abierto, por favor"

El inefable ZP, el acabado ZP, el denostado ZP, el amortizado ZP, el desastroso ZP ha vuelto a zafarse del destino y a maniobrar con energía y decisión. No cabe duda, este hombre es un verdadero desastre pero maneja muy bien, sin conocerla, la táctica del combate a pequeña distancia. Sabe vencer en el cuerpo a cuerpo y pocos osan resistirse a sus órdenes y, menos aún, salvarse de sus pequeñas trampas. Ha equivocado la profesión, hubiera sido un magnífico jefe de batallón. Yo no estoy muy seguro en estos momentos, y lo lamento en una gran proporción pues como a muchos españoles progresistas me ha decepcionado en grado sumo, de que a estas alturas esté ya derrotado con vistas a las elecciones de marzo de 2012. Y tampoco debería estar muy tranquilo, después de la entronización del actual ministro del Interior como candidato a la presidencia del Gobierno, el líder de la derecha Mariano Rajoy, Queda mucha tela que cortar y todo es posible...

Únicamente son necesarias, a mi modesto entender, dos premisas fundamentales para el hipotético vuelco en las encuestas electorales: 1ª Que el todavía presidente del Gobierno y secretario general del PSOE sepa mantenerse hasta el mes de marzo de 2012 en sus dos importantes puestos actuales, a pesar de la crisis y de tirios y troyanos (puede hacerlo) y 2ª Que al ya un tanto cascado físicamente nuevo candidato socialista in pectore, el todoterreno "R", que ya evidentemente no está para los cien metros en diez segundos que publicitaba ZP, le respete todo un añito su ya famosa y castigada próstata; que solo hace un par de meses le envió con una galopante septicemia a la UVI más cercana a su domicilio. Con estos dos parámetros previos en el haber del Partido Socialista, a Rajoy le pueden crecer sus enanos, y tiene muchos, antes de que empiece a reír la primavera del próximo año. Lo que yo, insisto, indignado como estoy al igual que millones de españoles, no me atrevo a decir en estos momentos si es bueno o malo...

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Amadeo Martínez Inglés es coronel del Ejército e historiador.