Democracia adulterada Imprimir
Opinión / Actualidad - Política
Escrito por Crónica de Aragón   
Jueves, 25 de Mayo de 2017 04:44

En su política de hostigamiento hacia la izquierda alternativa, el régimen de Rajoy está dispuesto a llevarse por delante algunos conceptos institucionales tan consolidados como el de la autonomía municipal. De este modo, si un Ayuntamiento pacta con sus trabajadores una mejora de sus condiciones laborales, ahí aparece la Delegación del Gobierno para recurrir los cambios; y un poco más allá, los tribunales para anularlos.

Y es que esta “democracia” que tenemos, no debería llamarse “democracia”. El Diccionario de la Real Academia define “democracia” como aquella “forma de gobierno en la que el poder político es ejercido por los ciudadanos”.

Sin embargo, lo único que puede elegir la ciudadanía en las urnas es el nombre de sus gobernantes, ya que nada obliga a éstos a cumplir el programa electoral que presentaron a sus votantes.

Ese es el resquicio por el que se cuela el verdadero poder que controla nuestras vidas: el poder económico. Un poder no democrático que corrompe la voluntad de las personas elegidas en las urnas, con el firme propósito de hacer retroceder salarios y derechos laborales para que los ricos se lleven una porción cada vez mayor de la tarta productiva.

No hay más dios que Mercado, ni más profeta que el neoliberalismo. Por eso, independientemente de lo que hayan dicho las urnas, Venezuela debe ser desestabilizada antes de que se convierta en un modelo alternativo y viable al actual capitalismo salvaje; por eso, Grecia debe ser extorsionada antes de que materialice su voluntad democrática de escapar de las garras del dios Mercado; y por eso, el régimen de Rajoy consigue paralizar una mejora laboral pactada entre un Ayuntamiento del cambio y sus trabajadores.

En este contexto, quien siga creyendo que esto es una democracia, es un iluso o un apóstol del dios Mercado. Al fin y al cabo, como algunos pensadores ya han observado a lo largo de la historia, si votar sirviera para cambiar algo, ya estaría prohibido.

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Fuente: Crónica de Aragón