Sevilla.-Los indignados desbordan la Encarnación Imprimir
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Escrito por Iria Comesaña / El Correo de Andalucía   

Sevilla, Plaza de la EncarnaciónLa asamblea decide mantener la acampada en las setas "como mínimo" hasta el próximo sábado 4 de junio.

"¡Nos hemos comido las setas de la Encarnación y estamos alucionando!". El grito de guerra lanzado por la speaker al comenzar la segunda manifestación del movimiento 15-M en Sevilla , que ayer discurrió de la Plaza de España a la Encarnación, se hizo realidad cuando dos horas después la gente comenzó a retirarse porque ya no se podía entrar en la plaza, totalmente atestada.

 

Se veía venir, porque salieron muchos de la Plaza de España, pero a medida que recorrían la calle San Fernando y la Avenida se fue añadiendo gente hasta superar las 10.000 personas, según la estimación de este periódico y de varios policías que cubrían la manifestación. La Policía Nacional facilitó una cifra oficial de 2.000 personas a todas luces alejada de la realidad. No hubo ningún incidente pese a las sonoras pitadas y abucheos ante los bancos y el Ayuntamiento.

"Un bote, dos botes, banquero el que no bote", con los correspondientes saltos, fue en uno de los lemas de la protesta, compitiendo con "Que no, que no, que no nos representan" y "Lo llaman democracia y no lo es", con los que la gente protestó contra el abismo que existe la clase política y la ciudadanía.

En la calle se repitió el retrato de la manifestación del 15-M y de la convocatorias de las ocho de la tarde en las escaleras de las setas: gente de todas las edades, quizá ayer más gente que superaba la cincuentena que otras veces -se veían muchas melenas completamente blancas-, familias con carritos de bebé, mayoría de carteles hechos a mano o impresos a ordenador en un folio; algunas pancartas artesanales sujetas con palos de escoba, actores, cantautores, algún sindicalista de tapadillo y muchos miembros anónimos de movimientos sociales que han encontrado en estas convocatorias un lugar donde reclamar una democracia más participativa en la que poder tomar decisiones más allá del voto cada cuatro años.

De Alcalá de Guadaíra, donde estos días también ha habido una asamblea para unirse al movimiento 15-M, llegaron al menos tres pancartas; al final de la marcha, profesores y alumnos de la universidad hicieron piña, y en medio, algunas banderas andaluzas y un par de paraguas en los que se había escrito 15M dieron color a la protesta, en la que se gritó sin parar "¡Manos arriba, esto es un atraco!", o aún mejor, "¡Manos arriba, esto es un contrato!". La llegada a la Encarnación fue apoteósica porque durante más de media hora no dejó de apretujarse gente, hasta que, llenos los balcones de las setas y con gente hasta de pie sobre las barandillas de las escaleras mecánicas, se vio que no era posible que entrara todo el mundo. Entonces, uno de los animadores cantó la versión de Pena, penita pena que se ha popularizado en internet con una letra que se queja de lo poco que se atienden las exigencias de la ciudadanía: Si los del Gobierno escucharnos quisieran/toda esta reforma se iba a acabar/pero ellos no quieren, no les interesa/abrir un debate en la sociedad...

Los concentrados repasaron las exigencias del movimiento, rima tras rima: "Barcelona no está sola", en alusión a las durísimas cargas policiales del sábado; "Banquero, dame mi dinero", en protesta contra los abusos bancarios, o "No hay pan pa' tanto chorizo", en alusión a los casos de corrupción política.

Entre los brazos elevados y las manos agitándose -el gesto que hacen los sordos para aplaudir- podían verse carteles como "Queremos ser islandeses" y un patinete vuelto del revés en el que podía leerse "Democracia". El intento siquiera de ondear alguna bandera -una republicana- hizo sonar pitos y abucheos.

Entre los asistentes, José Zambrano, de 52 años, que participó en la primera marcha para llevar el movimiento 15-M a los barrios -en El Cerro del Águila -, confiaba en que la acampada que se mantiene en las setas en la que se hacen asambleas diarias y manifestaciones como las de ayer logren que "cada pueblo y cada barrio organice sus propias asambleas y la gente haga sus propuestas para mejorar la sociedad. Y que la gente siga saliendo a la calle, porque la calle es de los ciudadanos y no de los políticos".

Zambrano, trabajador de Correos, explicaba que comenzó a movilizarse hace años -"perdí el miedo", decía- cuando le bajaron el sueldo mientras su empresa daba "millones en beneficios", se sintió abandonado por los sindicatos y decidió defender sus condiciones laborales. "Por eso me he alegrado de que esto pase; espero que pueda cambiar algo".

Lo mismo defendía Gregorio Díaz, de 52 años, "con un negocio cerrado en Huelva por un alcalde al que he llevado a los tribunales y está imputado". En su caso, llevaba tiempo colaborando con Greenpeace y Ecologistas en Acción, "los únicos que se han opuesto a los atentados medioambientales que ha producido la corrupción urbanística". "No tengo pegas sobre cómo está desarrollándose el movimiento 15-M, pondré objeciones si para. Que vaya a los barrios está bien; hay peligro de dispersarse, pero con internet no tiene por qué".

La prueba de la eficacia de las redes sociales era Pili, que daba el pecho a su hijo Kunay, de cinco meses, sentada en la acera junto a las setas. "He recorrido 50 kilómetros con mi hijo y una amiga para venir a la manifestación, porque lo he seguido todo a través de internet", explicaba. "Yo sé que la acampada no va a poder seguir indefinidamente, que la gente aquí está trabajando muy duro y estarán cansados, pero lo importante es que esto se diversifique por los barrios y a través de nuevas asambleas".

Previamente, la asamblea de los acampados decidió continuar viviendo en las setas al menos hasta el próximo sábado 4 de junio.

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Fuente:http://www.elcorreoweb.es/sevilla/123692/miles/indignados/manifiestan/plaza/espana/encarnacion