Francisco Antón. El amante de Pasionaria PDF Imprimir E-mail
Nuestra Memoria - Nuestra memoria /Libros
Escrito por Amadeu Fabregat /Levante   
Lunes, 13 de Diciembre de 2010 05:22

Francisco Antón, comisario político

Francisco Antón. El amante de Pasionaria      

Amadeu Fabregat

 

Los libros de historia no suelen analizar las historias de la carne, tan decisivas a veces, con el mismo rigor que aplican al estudio de los grandes acontecimientos bélicos o sociales. En plena guerra civil, Dolores Ibárruri ya era una mujer separada de Julián Ruiz, aquel marido que la hizo enormemente desgraciada al tiempo que la iniciaba en las doctrinas de la lucha obrera. Desamor y pedagogía, podríamos decir. Pasionaria ya está en Madrid. Atrás queda su tiempo de miserias y de muertes, cuatro hijas que fallecen a muy corta edad. La heroína del «No pasarán» mantiene una saludable vida sexual, esa parte de la actividad del cuerpo tan fundamental para el espíritu, en colaboración con un apuesto comunista casi veinte años más joven. «Lista como el hambre», dicen que Franco dijo de ella. Hasta para eso.

 


Con veintitantos años, el camarada Francisco Antón era comisario inspector del frente de Madrid. Todos coinciden en describirlo como un hombre muy atractivo. «Esbelto, moreno y guapo», dice de él Paul Preston en su semblanza de Pasionaria. «Una figura salida de un fresco de Miguel Ángel», escribe Almudena Grandes en el arranque de su impresionante último libro, Inés y la alegría. La historia de Dolores con Antón recorrerá las estaciones habituales de un vía crucis pasional. En el Madrid asediado por los golpistas, ella es el primer mito de la contienda, el más mediático sin duda, pero sus camaradas del partido no ven con buenos ojos esa relación. Puritanismo comunista o temor a que la impureza del sexo dañe su imagen de madre amantísima del proletariado internacional. Como si la dictadura del deseo no fuera con la severa cuarentona vestida de negro, los comunistas censuran por lo bajo esa relación. Una pasión burguesa, les debía parecer, incompatible con la altísima misión de Pasionaria, redentora de todos los parias de la tierra, de aquella famélica legión.


Dolores es una curranta incansable, y el camarada Francisco el combustible que esa poderosa máquina necesita para funcionar, para recorrer las trinchera, para discutir con Prieto y con Azaña sobre la marcha de la guerra. Ella solo tiene tres convicciones: sus propios ideales, Moscú y Paco Antón. Acabada la contienda española, el mito se traslada a Rusia, y su amante termina en un campo de concentración alemán, en Francia. Se firma el pacto germano-soviético, para desconcierto de los antifascistas españoles. Y Dolores habla con Stalin para lograr la liberación de Antón, aunque su amiga Irene Falcón niega que Pasionaria cediera a semejante debilidad. Los amantes se reúnen en Moscú. Después de muchas peripecias, Antón terminará abandonando a Dolores, cuando la secretaria general del Partido Comunista de España ronda ya los cincuenta. Irónicamente, el camarada deja a Pasionaria haciendo como ella había hecho: enamorándose de una mujer mucho más joven que él.


Almudena Grandes novela la historia sin falsear sus datos fundamentales, aunque hay algunas discrepancias de fechas con Preston. Otros, como Santiago Carrillo, siempre respetuoso con su predecesora, afirman que Dolores renunció voluntariamente a su «vida personal» al año siguiente de la muerte de su hijo Rubén en Stalingrado, para concentrar sus energías en la política, una piadosa y ortodoxa versión. Después llegará la venganza de Pasionaria, acusando a su ex amante de traidor, de colaborar con la policía. Tiempo estalinista de depuraciones entre los comunistas españoles. Ella encabeza la cruzada contra Antón, tan implacable como inquisidora como constante y efectiva debió de resultar como amante. Al final, Francisco realiza una humillante autocrítica, que la misma Dolores le ayuda a redactar, y cesa en todas sus responsabilidades en el partido. Es desterrado a Polonia, a dónde deberá dirigirse, para mayor escarnio, abandonando en París a su joven esposa, que sólo años más tarde podrá reunirse con él. Venganza. No pasarán.


Almudena Grandes ha convertido esta historia en uno de los ejes de su último libro, que combina realidad y ficción. Inés y la alegría inaugura un ciclo de seis novelas sobre la guerra civil española. No sabría decir qué me ha interesado más, en este novelón de setecientas y pico páginas, si cuando la autora recrea literariamente la historia, como el episodio de Dolores y las páginas dedicadas a otro líder comunista, Jesús Monzón Reparaz, o cuándo inventa sin cortapisas sus propias fabulaciones. Allá los críticos con sus análisis, pero al cabo de los días los personajes de Almudena Grandes, Inés y los guerrilleros intentando invadir España, en 1944, por el Valle de Arán, su hermano falangista, su pacata esposa Adela...todos continúan rondando por mi cabeza. Y esa es también la prueba de fuego de las buenas novelas: que se nos quedan enganchadas y no hay manera de sacudírselas de encima.


La ficción presta notables servicios a la historia sin necesidad de serle fiel en cada párrafo, pero si impregnándonos con el aroma de una época, explorando como sentían los unos y los otros. La historia de Pasionaria con Antón, todo un caballero que nunca llegó a escribir una sola línea sobre el mito, qué bombazo habrían sido sus memorias, no desmerece la leyenda de la diva del comunismo español, antes bien la hace más fascinante y novelesca todavía. En el origen de algunas decisiones trascendentes, a lo largo de los siglos, ha habido seres humanos cuya vida amorosa, o simplemente afectiva, influyó en el desarrollo de esos acontecimientos. La historia circula por las vías del pasado, y nosotros avanzamos, con la deriva del calendario, en dirección contraria. Pero siempre acabamos por volver la vista atrás. Sobre todo en estos tiempos, cuando miramos al frente y apenas vemos nada. Y lo que podemos presentir, o imaginar, mejor no verlo.

---------------------------

Fuente: http://www.levante-emv.com/opinion/2010/12/12/amante-pasionaria/764873.html