'Guerra civil. Que pasou en Galicia e en España'. Entrevista a Federico Cocho:'Lo que pasó en Galicia prueba la intención exterminadora del golpe' PDF Imprimir E-mail
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Escrito por Montse Dopico / El Mundo   
Domingo, 07 de Agosto de 2011 04:32

Ni el golpe militar del 36 fue una respuesta al caos desatado por la izquierda, ni había una revolución comunista en marcha, ni la Iglesia apoyó a Franco en respuesta a las matanzas de religiosos, ni existió una unánime "Galicia leal".

Son consensos a los que los historiadores -aunque los debates continúan abiertos-, van llegando. El periodista Federico Cocho sintetizó y reunió en un libro, 'Guerra civil. Que pasou en Galicia e en España', (Xerais), los principales datos y conclusiones sobre las causas, desarrollo y consecuencias de la contienda que enfrentó no a dos, sino a tres Españas, la reformista, la revolucionaria y la reaccionaria. El autor nos lo cuenta poco antes de presentar su obra en la Feira do Libro da Coruña.

 

Su investigación comenzó buscando datos sobre su padre y su abuelo. ¿Cómo fue?

La Guerra Civil es un tema de gran interés para mí, como periodista. Cuando trabajaba en la prensa siempre me encontraba con el silencio: la gente no quería hablar. Tampoco tenía mucha información directa familiar de lo que había pasado con mi padre y mi abuelo.

En el 2006 comencé a investigar, aprovechando que se habían abierto los archivos. Fue, así, una cuestión de interés personal. Mi padre, Ángel Cocho, fue secretario de las Mocedades Galeguistas y luego militante del Partido Galeguista. En este proceso me encontré con que faltaba un libro de síntesis, que contase la Guerra Civil desde una óptica gallega. Además, veía que todavía hay mucha ignorancia sobre lo que pasó. Visiones sesgadas por la propaganda franquista, o no actualizadas, o muy fragmentarias... 

Es un libro que recoge los principales debates entre historiadores. Más de síntesis bibliográfica que de investigación de fuentes primarias.

Sí, es un libro de clara intención divulgativa. Sí hay algo de investigación directa, pero lo principal es esa revisión bibliográfica. Le ahorro al lector el trabajo de leer esos 10.000 libros que dice Preston que hay sobre la guerra civil española. No es un libro de tesis que aporte interpretaciones muy novedosas, pero lo que sí hago es ofrecer una óptica gallega. La participación gallega en la batalla del Ebro nunca se había contado en gallego...

Comienza explicando que, si bien la buguesía y la clase obrera habían quedado excluídas de la participación política en la Restauración, medidas del gobierno republicano como el intento de reforma agraria o militar enfadaron a sectores sociales que no estaban dispuestos a perder sus privilegios...

Es que en el magma común de la cultura popular se mantienen tópicos como el del caos comunista. Por eso es tan importante la divulgación. Hay mucha investigación reciente que demuestra la falsedad de los estereotipos franquistas. La República fue un estallido de ilusión, un intento de modernización social, política, económica; de reforma agraria, educativa, militar... Pero generó unas expectativas que no pudo cumplir. El sistema no llegó a estabilizarse, en parte porque tuvo enemigos desde el primer momento. La República estuvo sometida a muchas tensiones, desde el intento de golpe de Sanjurjo hasta las insurrecciones anarquistas, la insurrección de 1934 movida por los socialistas... en un contexto europeo de grandes confrontaciones ideológicas.

La responsabilidad del golpe es de los militares que se sublevaron contra el Gobierno legítimo. Pero analiza usted también los errores de la República.

Tener una perspectiva crítica con la República no significa, ni mucho menos, justificar el golpe. Desde el primer momento de la República comenzó a gestarse la conspiración militar, por lo que no es cierto que el golpe fuese una respuesta al desorden, a las insurrecciones obreras... El asesinato de Calvo Sotelo fue sólo la gota que colmó el vaso. Pero Mola organizó el golpe desde el principio, aunque luego lo ejecutó Franco.

Respecto a los errores de la República, una de las grandes enseñanzas de la Transición fue el intento de buscar el consenso. La Constitución de 1931, en cambio, dejó fuera a la España católica. En las últimas elecciones republicanas, la CEDA tenía un proyecto corporativo y parafascista, el PSOE era revolucionario, el anarquismo recurría a la violencia como medio político logrando movilizar a la masa de trabajadores que vivía en la miseria. Había muchas reformas pendientes, problemas estructurales sin resolver, pero no se supo o no se quiso hacer. 

De las figuras gallegas, Casares Quiroga es un personaje bien polémico. ¿No supo ver lo que se le venía encima?

Yo no quise olvidar que fue un hombre muy respetado por los líderes obreros, los sindicatos... Era abogado y les ayudaba gratis... era una persona muy generosa. La presidencia le llegó un poco de carambola, estaba enfermo... Le habían advertido de la conspiración, y dice Tusell que no es cierto que no hizo nada, porque si Franco estaba en Canarias y Mola en Pamplona no era por casualidad. Pero hay consenso en los historiadores en considerar que tanto Casares Quiroga como Azaña no calibraron la magnitud de la conspiración. Pensaron que podrían controlarla, como había pasado con el intento de Sanjurjo. Respecto a Galicia, fue importante la conjunción republicano-galleguista, los gallegos tuvieron importancia en la política estatal. Pero es cierto que en el momento en el que el Estatuto gallego iba a llegar a Cortes, ya no se veía a Casares Quiroga como un aliado. Con Cataluña y País Vasco hubo problemas de atribuciones, competencias, de integración... y por eso cuando le tocó a Galicia se fue retrasando el Estatuto de Autonomía.

La represión comenzó por militares, gobernadores civiles, dirigentes políticos y sindicales, militantes de partidos y sindicatos... Pero la mayoría eran obreros, labradores, marineros, artesanos o profesionales liberales como médicos, maestros...

A los primeros que mataron fue a sus propios compañeros, militares. Lo que pasó en Galicia es una prueba de que el golpe tenía una intención exterminadora, pues no era para nada necesario. La guerra duró sólo unos días, pero hubo 5.000 fusilados o "paseados", según los datos del proyecto 'Nomes e Voces'. En Galicia no hubo matanzas de curas y hacendados. Lo que sí hubo fue muchas muertes controladas, instigadas o toleradas por las autoridades militares. De los cuatro gobernadores civiles que mataron, ni todos se resistieron. El objetivo era hacer "limpieza". En el 39, ya terminada la guerra, todavía mataron a 50.000 personas en toda España. Franco no era un militar brillante, sino una persona a la que no le importaba sacrificar soldados para aniquilar al enemigo. Batallas terribles como Teruel, el Ebro, Brunete... no tenían objetivos militares lógicos. Eran sólo auténticas carnicerías, como reconocieron otros militares franquistas. A Franco no le interesó nunca acortar la guerra. A la República tampoco, pero por otras razones.

La Falange no era nada antes del golpe. La afiliación se disparó después. ¿Por qué?

Ni la Falange ni el Partido Comunista eran más que organizaciones minoritarias. La Falange ni había sido capaz de hacer a su fundador, José Antonio Primo de Rivera, diputado. Y los golpistas encontraron en ella un apoyo para hacer el trabajo sucio, junto con guardias civiles, o con las llamadas Guardias Cívicas, que eran grupos paramilitares. A la Falange se apuntaron estudiantes, señoritos, gente de la CEDA y de Renovación Española, comerciantes, burgueses, ultracatólicos, e incluso ex militantes de izquierdas o ex-sindicalistas para salvar su vida, o intelectuales como Torrente Ballester, que después se desmarcó del régimen. Era un paraguas protector integrarse en Falange o ir de voluntario a la guerra, aunque el número de voluntarios gallegos fue bajo proporcionalmente.

La Iglesia se habría puesto del lado de los golpistas, destaca usted, aunque no hubiese quemas de iglesias y asesinatos de religiosos. Era parte de los terratenientes....

El golpe militar desató el caos, y no al revés. El Gobierno perdió el control del orden público, porque por un tiempo, hasta el 37, no hubo Estado. En esos meses se desataron las matanzas de religiosos en Madrid, Levante, Cataluña... Eran un objetivo fácil y además un símbolo del poder. La República había intentado crear un Estado laico, con una educación aconfesional, quitando la enseñanza de las manos de la Iglesia. Fue una falta de táctica, pues la mayoría de la población española era católica. Y con una Iglesia reaccionaria, -que reacciona ante las reformas que intenta implantar el Gobierno-, al llegar el golpe lo apoyaron desde el primer momento. Le llamaron Cruzada... El arzobispo de Santiago fue uno de ellos.

¿Cuál fue el protagonismo de los gallegos en la propia guerra?

Galicia quedó pronto en la zona nacional, entonces muchos gallegos fueron movilizados porque "les tocaba". En cada unidad juntaban a los soldados menos ideologizados con los falangistas y requetés -que no eran muchos en Galicia-. Franco utilizó también soldados mercenarios, como los marroquíes. Galicia aportó tropas, y algunos voluntarios, además de alimentos, y sirvió también como hospital en la retaguardia. Del lado republicano podemos destacar las Milicias Populares Gallegas, formadas en Madrid por iniciativa de gente como Castelao o Santiago Álvarez, que fue por los pueblos convenciendo a los segadores gallegos. Luego las Milicias se integraron en el Ejército Popular de la República, en una brigada dirigida por Líster. Una parte se marcharon después por los Pirineos, pasaron a Francia donde acabaron en campos de concentración, otros se exiliaron en América... Castelao tenía mucho interés en demostrar que Galicia no era leal al franquismo, tal como decía la propaganda franquista. Ese mito de la Galicia fascista es mentira, y lo prueban los 14.000 represaliados que contabilizó 'Nomes e Voces'. Luego hay que tener en cuenta que alistarse era un modo de sobrevivir. Gente como el galleguista Pousa Antelo fue a la guerra por eso. Por otra parte, el wolframio gallego sirvió para pagar a los nazis su ayuda a Franco.

Las condiciones inhumanas de las cárceles y campos de concentración franquistas eran parte del "castigo" y del intento de resocialización, según los historiadores. ¿Qué piensa usted?

Es que los presos eran los "rojos", el símbolo de los males de la patria. El régimen los estigmatizó y ello sirvió para justificar esos malos tratos, las condiciones infrahumanas... En Galicia hubo varios campos de concentración y cárceles como la de San Simón, Celanova.... En Camposancos actuó un tribunal militar. Los juicios en los consejos de guerra y tribunales franquistas eran una farsa en la que la condena estaba decidida antes de empezar la vista. Otro modo de represión fue la económica. El trabajo esclavo en los Batallones de Trabajadores, la depuración en los funcionarios... Despedían a muchos y ocupaban sus puestos con ex-combatientes o con sus familiares. A muchas personas les prohibieron ejercer su profesión, las arruinaron a multas, les robaron sus bienes...

Franco tenía especial obsesión con los masones. Pero no era para tanto, según cuenta usted.

El mito de la conspiración judeo-masónica era una manía de Franco, parece que fruto de lecturas escasas y mal asimiladas. Los masones reivindicaban, en secreto, valores que hoy están asumidos, como la libertad, la igualdad, el debate de ideas... Es cierto que muchos políticos republicanos eran masones, pero no eran tampoco tantos como Franco decía. Había masones incluso en el ejército de los sublevados, el propio hermano de Franco era masón...

Finaliza el libro con un capítulo sobre la guerrilla. ¿Por qué no escribió una conclusión?

La guerrilla es otro tema del que necesitamos una visión crítica, sin mitificaciones. En un principio eran personas que huían al monte para salvar su vida. Después vino la organización, primero con la Federación de Guerrillas de Galicia-León y luego con el Ejército Guerrillero, que el PC dirigió. Algunos guerrilleros actuaron siempre por libre, y otros acabaron siendo meros delincuentes, y no hay por que negarlo. 

Unos mantuvieron sus principios y lucharon contra el franquismo y otros no. Estaban esperando la ayuda de las democracias tras el fin de la Segunda Guerra Mundial, pero ésta no llegó. No hice un capítulo de conclusiones porque creo que es el lector quien debe llegar a ellas. La parte más humana -no quería que fuesen todo datos y cifras- la dejé para los perfiles que coloqué al final de cada capítulo. No es un libro de tesis, sino una síntesis basada en lo que dicen los historiadores, los expertos que tienen un trabajo sólido y riguroso. No está, por ejemplo, Pío Moa... Tampoco quise ser equidistante, pues es la visión de un demócrata.