Aller recupera su memoria PDF Imprimir E-mail
Nuestra Memoria - Las fosas de la Memoria
Escrito por Carmen M. Basteiro / La Nueva España   
Lunes, 15 de Agosto de 2011 00:00

Fosa de común de Cabacheros en Felechosa

El catedrático de Derecho Manuel Fernández Trillo publicará un libro donde narrará la historia de 4.000 vecinos republicanos perseguidos tras la Guerra Civil

  La fosa común de Cabacheros, en Felechosa, guardó durante más de siete décadas cincuenta cuerpos. Cincuenta historias de desaparecidos, de represaliados que encontraron la muerte a la orilla de la carretera de San Isidro, y que pronto podrán volver a tener nombre, cuando finalicen las pruebas de identificación genética. El catedrático de Derecho de la Universidad de Málaga Manuel Fernández Trillo, allerano de nacimiento, lleva años descubriendo esas historias, haciéndolas suyas para luego contarlas. Tiene casi lista una publicación, que llevará el título «La represión fascista en el concejo de Aller», y que recopila la biografía de más de 4.000 republicanos del concejo, las historias más sangrantes de la Guerra en el valle del Caudal y un dossier de las fosas del municipio allerano.

 

Veintitrés fosas comunes completan, de momento, la lista de Manuel Fernández Trillo, que también es licenciado en Historia. Cabacheros es de las más grandes, «aunque a ciencia cierta no podemos saber su magnitud, a menos que se siga excavando», asegura. En su archivo no constaba que el enterramiento guardara cincuenta desaparecidos. Fue la primera fosa que se exhumó en el concejo y los análisis para identificar los restos ya han comenzado. Sin embargo, en materia de Memoria Histórica, a Aller le quedan muchas asignaturas pendientes. La más grande es la investigación en la fosa de La Pozona, posiblemente el mayor enterramiento del concejo. «Los testimonios de vecinos de El Pino hablan de camiones enteros, de metralletas sonando a medianoche para fusilar a los republicanos. Muchas personas con los que hablo me dicen que tardaron años en dormir bien, porque recordaban ese sonido», asegura Trillo. Ahora es un parque con un monolito en recuerdo a las víctimas.

Tanto el entorno del Puerto San Isidro como Pajares fueron puntos clave para la represión. «Subían a los presos en camiones, les engañaban diciéndoles que iban a la prisión de San Marcos de León para ser juzgados y a medio camino los mataban. Saber qué camiones fueron por San Isidro y cuales por Pajares es casi imposible», señala Trillo. En Parasimón, en Lena, se cree que «hay once alleranos enterrados, siempre según el testimonio de un vecino, de Celestino, porque los represores no dejan huella nunca».

Faltan los análisis genéticos que lo determinarán, pero uno de esos camiones, uno de los que paró para siempre en Cabacheros, pudo ser el que hizo «todo un baño de sangre», según el historiador, en la localidad allerana de Casomera. Ocurrió el 3 de noviembre de 1937, tan solo un mes y medio después de que cayeran los frentes republicanos. Los Nacionales entraron por Mieres, y el 25 de octubre empezó la represión en la zona baja de Aller, en Moreda, Nembra, Caborana y en Boo, «todo un reducto de izquierdas», según Trillo.

La pequeña localidad de Boo tiene el dudoso honor de ser uno de los pueblos con más fusilados. Unos datos que se rebajan en la zona alta del concejo. «En las elecciones del 36, de Soto para abajo (hacia Moreda) se convirtió en un dominio del Frente Popular», explica Trillo. Sin embargo, de Cabañaquinta hacia arriba la Confederación Española de Derechas Autónomas (Ceda) «arrasó». Pero Casomera era un pequeño reducto dentro de la zona alta con marcada ideología de izquierdas. Tanto es así, cuenta Trillo, que «había un movimiento político muy importante, organizado principalmente por mujeres, con una agrupación socialista femenina». Es por eso que, en noviembre del 37, los Nacionales se tomaron la revancha.

«Allí se emborracharon de sangre», dice Trillo. «Se presentaron en Casomera con un camión y empezaron a montar a gente. Detuvieron a 31 personas», explica. Los testimonios apuntan a que los prisioneros fueron conducidos «en dirección a San Isidro», pero nadie puede asegurar con exactitud que el viaje terminara en Cabacheros. Entre los detenidos, recuerda Trillo, iba María Escalante. Se trata de una de las figuras más importantes de la República en el concejo. Mujer de carácter, maestra de profesión y toda una leyenda. En la memoria de muchos alleranos, su nombre es sinónimo de valentía. Dicen que la llevaron en un camión, la obligaron a ver a sus familiares muertos y le dijeron que gritara «Viva Cristo Rey». No lo hizo, gritó «Viva la República» y la mataron. Sigue viva en el recuerdo y en el registro, ya que su familia no tiene ningún certificado de defunción.

Fueron estos sucesos, y muchos más, los que llevaron a Manuel Fernández Trillo a interesarse por la memoria histórica del concejo de Aller. El municipio es la zona más castigada del país por la represión, con un índice del 19,5 por cada mil habitantes. En total, según el trabajo de Trillo, Aller pagó con 807 fallecidos y 400 bajas en combate.

La investigación de Trillo, que cuenta con la colaboración de la asociación de Memoria Histórica en el concejo y de centenares de testigos y familiares, comenzó con un estudio sobre las elecciones de febrero de 1936. «4.500 alleranos votaron al Frente Popular, así que quise saber cuál había sido el destino de todos estos votantes de izquierdas».

En ocasiones, descubrió historias aterradoras. Como la de los panaderos de Cuérigo, tres hermanos que fueron ejecutados a garrote vil en la plaza de Cabañaquinta. «A las diez de la mañana del día 10 de diciembre de 1937. A la vista de todo el mundo y convocando a los vecinos», explica Trillo. «En el sumario los acusan de violar a mujeres, abrirlas en canal y dejarlas secar al sol. Una atrocidad que, incluso fascistas que siguen vivos, niegan a pies juntillas».

En otros casos, las biografías aún están muy incompletas. Manuel Fernández Trillo continuará con su trabajo hasta diciembre. Se pasa las mañanas de verano, antes de volver a su trabajo como profesor en Málaga, en el archivo de Cabañaquinta y está abierto a escuchar la historia de todos los que se la quieran contar para formar parte de la publicación.

De momento, el libro «La represión fascista en el concejo de Aller» ya cuenta con el apoyo del Ayuntamiento del concejo y el autor pedirá que se unan los municipios de Lena y Mieres, ya que también cuenta historias de vecinos de Ujo y Carabanzo. Todo lo que recopila lo trata con cariño y lo guarda «como oro» en paño para que forme parte de su libro. «No lo hago sólo por mi, lo hago por todos ellos. Por los fusilados, los desaparecidos, los represaliados... Para todos los que sufrieron, porque no quiero que se pierda su nombre».

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Fuente: http://www.lne.es/cuencas/2011/08/14/aller-recupera-memoria/1115917.html
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