La memoria de las víctimas PDF Imprimir E-mail
Nuestra Memoria - Las fosas de la Memoria
Escrito por David de la Cruz.   
Viernes, 07 de Julio de 2017 04:52

Ya ha llovido suficiente. Ya se mintió demasiado

A Paco el Relojero lo fusilaron una tarde de agosto de 1936. Una ráfaga de disparos a quemarropa dejaron su cuerpo inherte tumbado bajo un sol caliente en los fosos de las Puertas de Tierra de Cádiz. Al Relojero le aprisionaron unas semanas antes en el Ayuntamiento. Cuando los fascistas se alzaron para perpetuar el Golpe de Estado, él corrió hasta el Consistorio a encerrarse para defender el Gobierno legítimo y democrático de la II República. No hubo guerra ni trincheras, sólo represión y odio por ser un hombre de izquierda.

A Miguel Ángel Blanco le pegaron dos tiros en la nuca en julio de 1997. Le mató ETA, con rencor y sin razón, tras un agónico secuestro que duró apenas un par de días. El cadáver lo encontraron maniatado por un cable en un descampado de un pequeño municipio de Guipuzcoa. Miguel Ángel no había cumplido los 30 años, era concejal del Partido Popular en su Ermua natal (Vizcaya).

Dos asesinatos abominables, despreciables y fríos que representan los contrasentidos y las tinieblas de la historia de este país. No cabe más que la condena sin complejos y el uso respetuoso de su memoria. Por eso, aquel verano del 97, la calle se convirtio en un clamor de manos blancos y gritos de “Basta ya”. La sociedad pudo expresar el luto ante una familia que derramaba las lágrimas con libertad. El que apretó el gatillo fue conducido ante la Justicia.

A la casta del Relojero, en cambio, la persiguieron hasta rozar el exterminio. Se cargaron a su hija mayor, encarcelaron a la menor y condenaron a muerte a su yerno. Todavía hoy se desconoce en qué fosa común descansan los restos. Ni las heridas cicatrizaron, ni el dolor pudo prescribir, pues el llanto de sus descendientes se alojó para siempre con un nudo en la garganta. No hubo reparación y justicia. Jamás se abordó el dolor de los oprimidos.

Sin embargo, en la infinita desfachatez del PP, en su ansia de oposición destructiva allí donde no gobierna, arrojan el recuerdo de Miguel Ángel Blanco y hablan de Venezuela cuando le preguntan por el Franquismo. No reconocen a la víctima si no es suya. Se regodean de no destinar un sólo euro a la Ley de Memoria Histórica mientras rinden tributos a ministros con el historial manchado de sangre. Tan agradecidos por la herencia del dictador como el Rey impuesto. Un jefe de Estado de disrcurso enfermizo capaz hasta de tergiversar los versos de Machado antes de reconocer la represión del caudillo. Siguen sin pedir perdón.

Ya ha llovido suficiente. Ya se mintió demasiado. No existe excusa para explicar que la Fundación Francisco Franco haya recibido un dinero que nunca hubo para rescatar los cadáveres republicanos. ETA, por suerte, entregó las armas. Las cunetas, en cambio, aún guardan en sus entrañas los huesos sin nombres de quienes defendieron la libertad.

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Fuente: La Voz del Sur