Es cierto, tenemos tantos problemas estructurales que afectan negativamente a tanta gente, tanto trepador subido a los lomos del pueblo, tanto granuja, tanto irresponsable, tanta estupidez que resultaba cansino, anacrónico y terrible seguir hablando de la tumba de ese miserable llamado Francisco Franco Bahamonde, el hombre que más españoles ha matado en toda nuestra ya larga y trágica historia. Sin embargo, pese a nuestros problemas consuetudinarios, a la gravedad de la situación por la que pasan millones de personas víctimas de los mercados y de las políticas ultraconservadoras, España no podía seguir viviendo con un dictador criminal enterrado con honores en un mausoleo faraónico costeado por el Estado.