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Justicia Argentina para la Justicia de Franco |
Nuestra Memoria - La ley de la memoria |
Escrito por Lucas Martínez |
Martes, 10 de Diciembre de 2013 00:00 |
Durante esta semana, arribó a la Argentina un numeroso grupo de ciudadanos españoles con el objetivo de dar testimonio ante la Justicia de nuestro país por los crímenes de lesa humanidad cometidos durante la larga dictadura franquista. La mayoría de ellos declararán ante la Justicia por primera vez en sus vidas.
Debieron atravesar el Atlántico volando miles de kilómetros, buscando un juez que los escuche, algo que en España no ocurre. Los intentos del Magistrado español Baltasar Garzón por investigar y juzgar estos crímenes, terminaron con su expulsión. Dando un claro mensaje amenazante a quien se atreva seguir sus pasos.
Tuve la oportunidad de escucharlos y dialogar con ellos en ocasión de ser recibidos en el Congreso de la Nación por la Comisión de Derechos Humanos de la Cámara de Diputados. Parado en la sala observaba y pensaba, ciudadanos de un país de los considerados del “primer mundo” viniendo a la Argentina, Latinoamérica, en busca de justicia. Y mientras reflexionaba, Ascensión Mendieta Ibarra, con sus 88 años a cuestas, se pone trabajosamente de pie y sosteniéndose en el respaldo de una silla con su mano agrietada y trémula dice “Los crímenes del franquismo no los ha tocado nadie, mi padre fue asesinado y está en una fosa común con 17 compañeros. Mi esperanza es recuperar un hueso, solo un hueso de mi padre…” La sala entera luego de unos segundos la aplaude con efusión, ella agrega: “estoy muy contenta de haber venido, muchas gracias por escucharme”. El aplauso continuó aun más fuerte. María Antonia Oliver Paris es de Mallorca y me cuenta que esta isla turística está repleta de fosas comunes, insiste en que los crímenes del franquismo no sólo ocurrieron durante la Guerra Civil, sino que continuaron hasta 1974 y un poco más también. Relata que durante el gobierno de Zapatero las asociaciones que reclamaban justicia recibieron subsidios en dinero (Ley de Memoria Histórica) para que ellos mismos exhumaran los cadáveres de las fosas comunes, las cuales prácticamente todo el mundo sabe donde se encuentran. Es decir, los mismos familiares con ese dinero, compraban las palas, pagaban a los arqueólogos forenses, y con sus propias manos desenterraban los restos de sus seres queridos asesinados. Lo que debería ser tarea del Estado, en manos de las propias víctimas. Un insulto. Pero la cosa se ponía peor, donde en teoría aparecerían diez cuerpos se exhumaban 100 cadáveres. Hallaban balas, prendas de vestir, aros, anillos, cráneos con orificios de balas en la nuca y restos óseos con claras señales de torturas.
Salgo del Congreso y camino por Rivadavia orgulloso. --------- Fuente: Diario Registrado |