Reconocimiento y perdón Imprimir
Nuestra Memoria - La ley de la memoria
Escrito por Iñigo Eiguren Endeiza / Deia   
Lunes, 22 de Agosto de 2011 04:04

Paz Como votante de Bildu me escandaliza el continuo bombardeo de exigir que esta formación, y solo ella, condene, reconozca o se arrepienta de no se sabe si su supuesta complicidad en crímenes terroristas, o simplemente su pecado independentista.

Resulta chocante que quienes lideran estas reclamaciones sean, precisamente, los que nunca se han arrepentido, jamás han reconocido y ni por asomo han pedido perdón por sus crímenes. Aquellos que no paran hasta conseguir que Txiki y Otaegi, víctimas del franquismo, se queden sin una plaza a su nombre, pero no mueven un meñique para borrar a Franco, Mola, Yagüe y demás genocidas de los callejeros españoles.

 

 Que permiten que los cadáveres de unos auténticos defensores de la democracia sigan cubiertos por tierra olvidada pero defienden el disfrute de las ventajas que su participación en la represión les permitió a sus verdugos. Que piden auténticas cadenas perpetuas para los criminales de un bando, mientras los suyos propios no han llegado, en la inmensa mayoría de los casos, ni a ser señalados con el dedo, por no hablar de ser perseguidos por la presunta Justicia española.

Triste país en el que son los últimos en llegar, quienes se arrogan el poder de conceder a los demás el carné de demócratas y luchadores por la libertad. Aquellos que, por cierto, no han acudido recientemente a un acto a favor de las víctimas del franquismo en Donostia, ¡por problemas de agenda!

Es innegable el dolor y sufrimiento causados por ETA a lo largo de su existencia, por lo que, en aras de la reconciliación y la convivencia, quienes, en algún momento de nuestras vidas, justificamos de alguna forma, en mayor o menor medida, la actividad de esta organización, tendremos que reconocer el daño y pedir perdón a sus víctimas.

Pero nunca antes de que lo hagan el Ejército, la Policía y la Guardia Civil; la Casa Real (y de paso, que desaparezca), la Iglesia, la Administración y la Judicatura, los partidos políticos y el Estado español en su conjunto. Por los bombardeos, ejecuciones, represión, cárcel, tortura, dispersión y guerra sucia; por los años de amenazas, impunidad, silencio y humillaciones. Por la arrogancia y el desprecio que gentes como el impresentable Basagoiti se encargan de transmitir en todas y cada una de sus apariciones públicas.

Mientras solo se recuerde el horror vivido por Miguel Ángel Blanco pero se ignora el de Lasa y Zabala; mientras no se persiga con igual saña a los asesinos de Joseba Pagazartundua y los de María José Bravo; se celebren todos los aniversarios del asesinato de José Luis López de Lacalle a la vez que se margina sistemáticamente a Xabier Galdeano; se indigne por los ataques al monolito de Jose Mari Jauregi pero se destruye y olvida intencionadamente el de Germán Rodríguez; se considere a Melitón Manzanas víctima del terrorismo, mientras se mantienen las mentiras acerca de Mikel Zabalza, curiosa paradoja sobre víctimas y verdugos; se reconozcan medidas humanitarias a Galindos y Barrionuevos a la vez que se pretende dejar morir en la cárcel a los presos vascos; se considere paladín de la democracia al responsable de los 5 asesinatos de Gasteiz... Entretanto, conmigo que no cuenten. Ni estoy ni se me espere.

---------

Fuente: Deia