El Valle de los Caídos, último reducto del franquismo a examen PDF Imprimir E-mail
Nuestra Memoria - La ley de la memoria
Escrito por Enma Pinedo / Reuters   
Viernes, 05 de Agosto de 2011 05:04

Valle de los caídosDesde el 1 de abril de 1959, una imponente cruz de 150 metros de altura domina el paisaje de la sierra de Guadarrama, ajena a lo que yace a sus pies, un monumento que sigue dividiendo a los españoles cuando acaban de cumplirse 75 años del inicio de la Guerra Civil y cuyo futuro evalúa una comisión de expertos creada por el Gobierno.

 

En el interior de la basílica descansan los restos de 33.833 personas, la mayoría combatientes del bando nacional durante la guerra (1936-1939), pero también republicanos muertos en esos años y trasladados allí durante la dictadura sin conocimiento ni autorización de sus familiares desde prácticamente todas las provincias de España.

Muchos de ellos – más de 12.000 según los datos oficiales del Gobierno – ni siquiera han sido identificados y yacen en cajas conjuntas cuya madera ha quedado corroída por el paso del tiempo y la humedad intrínseca al corazón de una montaña excavada por presos políticos durante la posguerra.

Y 35 años después de la restauración de la democracia, allí reposan junto al altar los restos de quien ideó el proyecto, el dictador Francisco Franco, y los del fundador de la Falange, José Antonio Primo de Rivera.

"En el tema de la simbología franquista, el Valle de los Caídos es ahora mismo el problema más delicado de todos", dijo a Reuters Julio Aróstegui, catedrático y director de la cátedra de Memoria Histórica del siglo XX de la Universidad Complutense de Madrid, sobre el conjunto arquitectónico ordenado por Franco para conmemorar a los caídos en la contienda.

Un problema que tiene varias vertientes: qué futuro tiene la abadía benedictina allí asentada, qué solución se da a las miles de personas enterradas en columbarios tras las capillas que se suceden por toda la basílica y, qué hacer con las tumbas de Franco y José Antonio, así como el resto de símbolos franquistas que perviven.

"El destino mejor de ese monumento sería convertir la abadía religiosa en un centro de estudios destinado a la época más reciente de la historia, que por cierto en España no existe. Sería lo más viable y razonable", declaró Aróstegui, mostrándose partidario de exhumar los cadáveres y dejar la basílica como lugar de culto.

Nicolás Sánchez-Albornoz – historiador cuya huída del Valle de los Caídos, donde recaló tras ser condenado a trabajos forzosos, inspiró la película de Fernando Colomo "Los años bárbaros" – cree que el debate no está bien planteado.

"Se ha abordado el problema a la inversa. Se piensa en qué vamos a hacer con Cuelgamuros (el nombre original del valle) sin la condición previa: sacar a Franco y José Antonio", dijo a Reuters Sánchez Albornoz, que estuvo cuarenta años de su vida exiliado.

"El valle encierra un valor simbólico sesgado a favor de los franquistas (...) reforzado por la presencia de las tumbas de Franco y José Antonio. Es una situación irritante para la nación española y una situación anómala para Europa, porque de las dictaduras del siglo XX no hay ninguna tumba, y menos de esas proporciones, que recuerde a Mussolini o alguno de los dictadores de Europa central", agregó.

 

MEMORIA RECONCILIADA

La comisión que evalúa el futuro del sitio, creada por el Gobierno a finales de mayo, elaborará un informe no vinculante en un plazo de cinco meses con el objetivo de "convertir el Valle en un lugar de memoria reconciliada" que rinda homenaje a todos los que están allí enterrados y dé respuesta a los que piden la exhumación de sus parientes, para cumplir así con la ley de Memoria Histórica de 2007.

Pero el Valle – reducido a un lugar de culto por dicha ley, impidiendo que allí tuvieran lugar actos de exaltación del franquismo – continúa levantando ampollas en la sociedad, unos porque creen que no se ha avanzado para reparar sus derechos y otros porque consideran que abordar este debate no hace sino abrir peligrosas heridas del pasado que ya habían sido cerradas durante la transición democrática.

La Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH), además de la exhumación de los restos de Franco y José Antonio, pide que se convierta el monumento en un lugar aconfesional que recuerde a los presos políticos que lo construyeron.

"Es insultante que se financie con nuestros impuestos la tumba de quien dio un golpe de Estado. Sus familiares tienen que hacerse cargo de sus restos. Es una paradoja que su tumba se financie con fondos públicos y miles de desaparecidos yazcan en las cunetas. Resume la actitud política española", dijo a Reuters el presidente de la ARMH, Emilio Silva, cuya asociación lleva una década exhumando restos de fusilados durante el conflicto.

Pero, en una muestra más de las diferencias que aún subyacen entre los españoles 75 años después de empezada la contienda, la Fundación Nacional Francisco Franco, presidida por la hija del dictador, Carmen Franco, no quiere ni oír hablar de un posible cambio de ubicación del mandatario, que gobernó España hasta su muerte en 1975.

"No vamos a ceder ni un milímetro. Es impensable que se saque de allí a Franco", declaró Emilio de Miguel, portavoz de la Fundación.

Además, desde sectores conservadores se deslegitima la comisión compuesta por 13 miembros, presidida por Virgilio Zapatero, catedrático de Filosofía del Derecho y ex rector de la Universidad de Alcalá, y Pedro José González- Trevijano, rector de la Universidad Rey Juan Carlos y catedrático de Derecho Constitucional.

"La comisión carece de objetividad, hay miembros de la Fundación Pablo Iglesias, del Foro de la Memoria... (...) El reo está siendo condenado antes de ser juzgado. Es como si el presidente de la Fundación Francisco Franco estuviera en la comisión para decidir qué se hace con la tumba de Dolores Ibárruri", dijo el presidente de la Asociación para la Defensa del Valle de los Caídos, Pablo Linares.

 

¿ES POSIBLE EXHUMAR LOS RESTOS?

Otro de los asuntos espinosos es la identificación de los restos y su posible exhumación, porque mientras unos defienden su derecho a recuperar a sus familiares -llevados allí sin su consentimiento-, otros no quieren que se perturbe el descanso eterno de los suyos.

No existe un registro de entrada en el Valle que verificase qué contenía cada caja – traídas de fosas comunes y cementerios de toda España. Además, a lo largo de los años se han cambiado columbarios de sitio para protegerlos de la humedad de la roca, y otros muchos se han mezclado entre sí por el deterioro, según un informe forense encargado por el Gobierno y con fecha de febrero de 2011.

"La falta de de sistematización a la hora de trasladar los restos a las diferentes capillas y/o criptas, dificulta en gran medida la identificación individual, dado que de la observación realizada se desprende que, se ha producido mezcla de diferentes restos óseos en las misma capilla y/o cripta, además de una muy probable separación de restos óseos de un mismo individuo en diferentes lugares", dice una de las conclusiones del informe.

El documento establece diferentes niveles de complejidad de identificación – complejo, complejidad alta y extrema, que detalla para cada capilla o cripta – pero pese a las dificultades, personas como Fausto Canales exigen retirar a los suyos de allí.

Canales, un jubilado de 77 años, ha dedicado sus años de retiro a luchar para su padre y su tío descansen lejos de Franco.

Valerico y Fidel Canales, dos jornaleros que pertenecían a la Casa del Pueblo de Pajares de Adaja (Ávila), fueron asesinados por falangistas poco después de que comenzara la guerra y enterrados en una fosa común a unos 20 km de distancia. Un día de marzo de 1959 a la familia le llegaron rumores de que los habían exhumado para llevárselos al Valle de los Caídos, que fue inaugurado unos días más tarde, el 1 de abril.

"Reclamamos alrededor de un centenar de restos", explicó Canales a Reuters, miembro de la Agrupación de familiares pro exhumación de republicanos del Valle, que no quiso comentar la iniciativa del Gobierno, y que tiene abierta una vía judicial para exhumar los restos de familiares.

"Hay personas que no los han reclamado porque no saben exactamente dónde están. Si no se dan facilidades, es difícil averiguar si están allí, aunque hay páginas que se pueden ir viendo y procedimientos. Tiene que ser todo por iniciativa privada y tiene sus dificultades y sus costes", explicó Canales.

En el otro extremo, la asociación defiende los derechos de unas 63 familias con parientes enterrados en el Valle de los Caídos, que no quieren que se toquen los restos de sus antepasados, ni siquiera para practicar pruebas de ADN.

La comisión recomendará en noviembre cuál debe ser el camino a seguir, pero el adelanto electoral al día 20 del mismo mes y la posible victoria del Partido Popular, reacio a abordar temas del franquismo que da por zanjados, podría aparcar más tiempo el futuro del único mausoleo a un dictador que existe en Europa.

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Fuente. Reuters