Las colonias escolares durante la Guerra Civil (1936-1949) PDF Imprimir E-mail
Nuestra Memoria - La Guerra Civil
Escrito por Carlos Salinas Salinas   
Martes, 30 de Septiembre de 2014 05:09
La primera fase militar de la Guerra Civil supuso un avance relativamente rápido de los sublevados en su intento por conquistar Madrid. En octubre de 1936 la capital de la República ya estaba en peligro y su población, con un gran número de refugiados que se habían acogido en ella, necesitaban de la urgente protección del gobierno. A lo largo de la guerra, procedentes del Madrid sitiado, de Extremadura, Asturias, Toledo y Málaga, principalmente, se trasladaron numerosas expediciones de niños y niñas a Catalunya, a las provincias valencianas, Murcia y Almería. Puesto que estaban en edad escolar, el Ministerio de Instrucción Pública se encargó desde enero de 1937 de organizar la educación y atender a todas sus necesidades básicas.

 

El modo fue mediante un sistema de colonias en que un grupo de escolares viviera en comunidad con sus profesores y recibieran instrucción académica. Los responsables del ministerio entraban en contacto con los ayuntamientos para procurarles alojamiento entre las familias, o bien seleccionar los locales más adecuados que pudieran ofrecer en el municipio para instalar colonias colectivas. La mayoría fueron palacetes abandonados, hoteles, balnearios, fincas rústicas y de recreo o colegios religiosos requisados a enemigos de la República. Solían estar a las afueras de las poblaciones o en pequeños núcleos rurales próximos, de manera que el suministro no resultara difícil y pudieran disfrutar de tranquilidad, alejados del bullicio de la retaguardia y del  riesgo de bombardeos.
              

 

       

Las colonias que se organizaron fueron de dos tipos; en régimen familiar los niños vivían con diferentes familias pero compartían la supervisión en la enseñanza con los maestros responsables del grupo. Y en régimen de residencia colectiva; este sistema fue adquiriendo más desarrollo para suplir un hogar a los huérfanos y evacuados en número creciente. Aunque en principio debía acoger a 25-30 escolares, todas superaron en mucho estas cifras conforme avanzaba la guerra.

 

El equipo docente de cada colonia consistía en un maestro o maestra responsable del colectivo, más otra maestra, ayudados en ocasiones por auxiliares docentes; todos retribuidos por el ministerio de instrucción pública. A los que se añadía el personal de servicios (cocinera, lavandera, limpiadora), variable según el tamaño de la colonia y contratado por el responsable de ella. Los fondos económicos procedían del ministerio, de Socorro Rojo Internacional (SRI) y de diversos simpatizantes extranjeros. En la provincia ejercieron su patronazgo los comités de Suecia, Bélgica y Argentina.                          

 

El cuadro recoge aquellas escuelas-hogar en la provincia distribuidas por comarcas. Abarcan la práctica extensión territorial destacando el eje del Vinalopó. La lejanía de los frentes y el amplio apoyo social a la República en la zona, que no sufrió ningún bombardeo, excepto Villena, acumularon un alto número de colonias hasta el final de la contienda.

    

 

       

Detallamos algunos aspectos de las colonias de Elda y Petrer. Estaban situadas muy próximas a las estaciones de Monòver y Sax del ferrocarril Alicante-Madrid y con buena accesibilidad por carretera. El edificio de la primera era Villa Paca; aun se mantiene aunque en deficiente estado y deteriorado su entorno, el jardín y la pinada. Enclavada en el Barrio de la Estación eldense, pero pegada al término de Monòver. Estas villas son del tipo hotelitos de recreo de familias pudientes, con terrenos de cultivo y arboleda anejos. En cuanto a Petrer, el local era el espléndido El Poblet, última residencia del gobierno republicano antes de marchar al exilio.

 

La instalación por Negrín de una estructura gubernamental en Elda y en El Poblet (Petrer) a finales de febrero del 39 realojaría a los escolares, de manera que dos meses más tarde regresarían a sus lugares de origen, actuación organizada por el nuevo Gobierno Civil y Falange. En algunos casos permanecerían con familias adoptivas o ingresarían a los huérfanos en instituciones de beneficencia.
             

          

El sostenimiento primero de las colonias corrió a cargo de los fondos captados por los comités locales Pro-Infancia y de SRI. Cuando pasaron al Ministerio de Instrucción Pública, éste se hizo cargo del gasto calculado en 1,80 pesetas diarias por plaza. Las cantidades iniciales para fundar nuevas colonias y adecuar locales eran entregadas a los delegados provinciales. En nuestro caso, Francisco Martínez Román recibió 15000 ptas. en marzo para los establecimientos de la provincia; a su vez, los responsables locales le entregaban los justificantes de las compras. Se conservan los de la colonia de Petrer correspondientes a abril de 1937. Muestran adquisiciones a proveedores de la ciudad de Alicante de menaje de cocina y comedor, material fungible escolar, hamacas, telas, sábanas, toallas, útiles de costura, cepillos, lámparas, mesas y sillas, reparaciones de camas y un carro y una jaca para el servicio de la colonia por 550 pesetas. Los comestibles solían adquirirse en el mercado local, por donativos y cultivando hortalizas los niños en el pequeño huerto escolar. A partir del duro invierno 1937/38 las dificultades de abastecimiento se acentuaron ante la escasez que azotó a la retaguardia republicana.
       

           

Sobre la vida comunitaria disponemos de la propaganda circunstancial, los carteles, las fotos oficiales y la prensa, que buscaban acentuar la solidaridad y mantener la moral de confianza en la victoria antifascista. Sin duda los niños y niñas se vieron afectados por los desastres de la guerra. Los ideales pedagógicos de la Escuela Nueva de formar espíritus libres quedaron en buena medida supeditados a la supervivencia de la infancia. Socorro Rojo, periódico de SRI en Alicante, publicaba con regularidad artículos sobre las colonias alicantinas. A través de texto y fotos procuraban enaltecer el valor de la ayuda a las colonias. Concluimos con una selección de sus páginas  que reflejan el difícil intento de educar en libertad a la infancia amenazada por la guerra. Aquella red de escuelas-hogar mantuvo durante dos años la esperanza.

        

Niños madrileños

 

Les trajo la guerra.
En trágicas caravanas, aun perseguidos por la muerte fascista, los niños salieron de su Madrid volviendo constantemente la cabeza (...)

Hemos visitado una de las colonias infantiles del SRI. (...) La clase se interrumpe: los niños se desviven por enseñárnoslo todo. Inspeccionamos sus campos de cultivo y aceptamos frutos de plantas cultivadas por ellos. Habas, lechugas, tomates, etc, cereales de todas clases, en las pequeñas parcelas de terrenos que les han sido cedidos para sus ensayos, han sembrado toda suerte de semillas. (...)

El periódico mural contiene pocos artículos, pero infinitos dibujos. Enormes tanques, nubes de aviones del más atrevido formato, terribles cañones a cuyo lado los artilleros parecen hormigas -¡ansia de victoria    y de paz!- ridículos personajes que simbolizan al enemigo odioso que los arrancó de sus casas. Cada chico nos muestra orgulloso sus trabajos.

Vemos piscinas, duchas, comedores, dormitorios... La casa rebosa limpieza y optimismo.

Asistimos finalmente a una representación de teatro infantil. Obras escritas por ellos y representadas con rara y original maestría.

Los niños son felices. Añoran a sus familiares, pero quizás no cambiarían su vida actual por la de antaño. Saben que laboran por el triunfo, se instruyen, conocen el importante papel que están llamados a desempeñar en un futuro próximo. Su consigna de hoy es: “nuestro frente es la Escuela; nuestro orden del dia: disciplina”. La de mañana puede ser: “Seamos dignos del sacrifico de nuestros padres”. Hoy, en la órbita limitada de sus actividades esta última consigna también está cumplida.

A.S. [A. Serna]

 

 
Carta de los niños de Petrel

 

Estimado camarada Serna:
En tu último viaje a esta Colonia nos hablastes de la “Campaña de Invierno” emprendida por el Socorro Rojo.

La mayoría de nosotros tenemos padres y hermanos en el frente, sabemos por sus cartas que el peor enemigo en la trincheras es el frío: nuestras madres y hermanas, evacuadas en distintas regiones, también sufren los rigores del invierno, porque en las casas que hubieron de abandonar dejaron sus ropas escasas; vuestra iniciativa nos parece admirable y desde nuestra modestia e insignificancia queremos contribuir a ella, ya que nosotros, por vuestro generoso concurso, estamos preparados contra el frío y gustosos nos desprenderíamos de nuestras ropas con objeto de que los combatientes tengan el necesario calor para aplastar de una vez a los enemigos del pueblo.

De nuestras familias hemos recibido alguna vez dinero que hasta ahora destinábamos a satisfacer pequeños caprichos. Gustosos renunciamos a ellos: ningún sacrificio nos cuesta privarnos de cosas innecesarias para atender a algo tan importante como el comprar ropa y mantas a los soldados de la libertad, es cosa que nos llena de orgullo. Aceptad, pues, los ahorros de todos cuantos vivimos en esta Colonia y que suman solamente 37 pesetas, a los que hay que añadir 24 pesetas más que hemos reunido cogiendo caracoles y setas que luego nos compra la Administración. Este último dinero lo guardábamos para ir al Cine los domingos. ¡Sin cine podemos pasar, sin ropa de abrigo nuestros soldados no podrían combatir!. Con estos fondos hemos comprado lana y las chicas mayores se han encargado de hacer jerseys, que una vez confeccionados os enviaremos.

Estimulad a todo el mundo en la noble campaña emprendida y enviad con las prendas a los combatientes el ferviente deseo de sus hijos por la obtención de la rápida victoria que permitirá reunirnos pronto para vivir libres y felices en una España trabajadora y culta.
Un cordial saludo revolucionario.

Petrel 18 de noviembre 1937.

 

NOTA.- Después de recibir esta carta, nos llega la noticia de que algunos compañeros de Novelda y Petrel han hecho algunos donativos a los niños de la Colonia de Petrel, y que a la hora presente el fondo de los chicos asciende a 250 pesetas.

         

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Para los interesados en ampliar este artículo pueden leer mi estudio sobre estas colonias publicado recientemente en Revista del Vinalopó, nº 12 (2009), editado por el Centre d´Estudis del Vinalopó.
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