El 9 de mayo de 1945 la humanidad amanecía con la alegría de la victoria sobre el fascismo y comenzaba una nueva etapa de valores, fraternidad, esperanza en el futuro. 

 Hoy a 66 años ¿acaso los hombres y mujeres que vivieron de alguna manera los horrores de la guerra y los que nacían aquel día han podido olvidar la sangre de jóvenes soldados que se inmolaron para que el fascismo fuera borrado de la faz de la tierra y triunfara el amor y concordia entre los hombres? ¿Cómo entonces hablar de Afganistán, Irak, Libia? ¿Qué decir de África desangrada y pobre, tan rica en sí?

¿Será que los hombres y mujeres de hoy tenemos mala memoria? No lo creo, si puedo afirmar que no tenemos plena conciencia del significado de la devastadora realidad de lo agresivos que hemos sido los uno con los otros y hacemos oídos sordos a las sabias palabras de los que nos alertan que podemos volver a vivir un 1945, que podemos amanecer bajo una guerra mundial, peor y más destructiva, sin saber el alcance y el final de todos, que no nos salvaremos como especie, que nuestro deber es evitar, que ningún régimen tiránico y excluyente será la solución, que somos nosotros los que vivimos en este mundo los únicos que tenemos la capacidad y el deber de salvar la vida y derrotar la muerte.

¿Por qué en vez de quedarse indiferentes los que actúan a favor de guerras fraticidas, invasiones, conquistas, bombardeos, asesinatos no se suman a los que de muchos modos exigimos respeto, protección, solidaridad, y amor, para que la humanidad no viva otra vez un campo de concentración fascista, un nazismo que pretendió inclinar la balanza hacia una raza superior, cuando solo hay una raza: el ser humano?

Hagamos hoy un callado homenaje desde nuestros corazones a los que permitieron la VICTORIA del 9 de mayo de 1945, y no tengamos mala memoria.

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Fuente: http://www.tvavila.icrt.cu/noticia.php?id=11678&clas=Mundo