Juan de Borbón, Franco y el crucero Baleares Imprimir
Nuestra Memoria - I República
Escrito por Benito Sacaluga   
Sábado, 24 de Marzo de 2018 00:00

Es sabido que Juan de Borbón mostró su adhesión al golpe de estado y levantamiento militar de 1936, y lo hizo desde sus inicios, desde sus primeros momentos. Juan de Borbón, padre de Juan Carlos I y abuelo de Felipe VI, se trasladó a España y no dudó en ataviarse de la forma más conveniente para simpatizar personalmente con los sublevados, a saber: mono azul, bomba roja carlista y emblema de la Falange, además cambia su nombre por el de Juan López. Todo un cromo, sobre todo lo de la boina carlista en la cabeza de un alfonsino. De esta guisa se puso en contacto con los sublevados, exponiendo su verdadero nombre y condición, manifestando su intención en combatir en sus filas, concretamente en el frente de Somosierra. Cuando Mola es informado inmediatamente le ordena que abandone España inmediatamente.

Pero Juan de Borbón no se da por vencido, y en septiembre de 1937 manda una carta a Franco, la cual reproduzco a continuación:
(1) Excmo. Sr. General 
Don Francisco Franco. 
Mi respetado General: En forma tal vez impremeditada, cuando la guerra de España tenía sólo el carácter de una lucha interna, he intentado tomar parte en ella. Aunque me impulsaban sentimientos bien ajenos a la política, comprendo y respeto las razones que entonces movieron a las autoridades militares a impedir mi incorporación a las tropas. 
Actualmente, la lucha parece tomar, cada vez más, aspecto de una guerra contra enemigos exteriores, guerra en la que todos los buenos españoles de mi edad habrán podido hallar un puesto de combate. El deseo de hallarlo yo también, y en forma que aleje toda suspicacia, me mueve a someter a la benévola atención de V.E. Mi aspiración. 
Según noticias de prensa, se hallará pronto listo para hacerse a la mar el crucero Baleares, en el que podría prestar algún servicio útil, ya que he realizado mis estudios en la Escuela Naval Británica, he navegado dos años y medio en el crucero Enterprise de la cuarta Escuadra, he seguido luego un curso especial de artillería en el acorazado Iron Duke, y por último, antes de abandonar la Marina inglesa con la graduación de teniente de navío estuve tres meses en el destructor Winchester. 
Yo me incorporaría directamente al buque, me abstendría en absoluto de desembarcar en puerto alguno español, y desde luego le empeño mi palabra de que no recibiría ni aun a mis amigos personales. Yo no sé, mi General, si al escribirle así infrinjo las normas protocolarias con que es normal dirigirse a un jefe de Estado. Le ruego, en todo caso, disculpe el que confíe a su corazón de soldado este anhelo mío de servir a España al lado de mis compañeros. 
Con mis votos más fervientes porque Dios le ayude en la noble empresa de salvar a España, le ruego acepte el testimonio del respeto con que se reitera a sus órdenes y muy afectuosamente e.s.m., 
JUAN DE BORBÓN
Franco no le hizo ni caso. Imagino que Don Juan se molestaria por el desdén del general golpista. En fin, ahí está la carta. Una carta donde podemos apreciar como el entonces Príncipe de Asturias se considera compañero de los golpistas, se ofrece para luchar contra los defensores de la libertad, y al mismo tiempo se pone incondicionalmente a las órdenes de Franco. Cosas de los borbones. Acabada la guerra Juan de Borbón siguió subordinado a Franco, al igual que su hijo Juan Carlos, este último educado de la mano del dictador y en sus leyes fundamentales, las cuales juró guardar y hacer guardar en 1969 ante las Cortes franquistas.
Si Juan de Borbón se molestó con la negativa de Franco a incorporarle al "Baleares", seguro que poco más tarde, en marzo de 1938, se pondría a dar saltos de alegría por haber salvado su vida, exactamente cuando tuvo la noticia de que el "Baleares" había sido hundido por unidades de la Flota Republicana en la denominada Batalla Naval del Cabo de Palos, llevándose consigo un total de 788 vidas, entre ellas un contralmirante, un capitán de navío, un capitán de fragata, cuatro capitanes de corbeta, treinta oficiales, sesenta y dos suboficiales, treinta y dos cabos y seiscientos cincuenta y siete marineros, unos marinos entre los que él pudo haber estado y que de haber sido así quizás, solo quizás, hoy no tendríamos a un borbón en el trono de España, y puestos a imaginar quizás tampoco habría trono en el que sentar a un monarca.
Benito Sacaluga
 
 
 (1) Publicada en La Marea el 07-08-2015
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Fuente: Bailando con ratas