Dignidad republicana PDF Imprimir E-mail
Nuestra Memoria - El exilio republicano
Escrito por José María Lassalle   
Lunes, 22 de Abril de 2019 04:46

La memoria del exilio republicano es un territorio de dignidad. Un espacio que habita el sacrificio y que exige tenerlo presente como una forma histórica de sanación colectiva. La buena literatura lo sabe muy bien. Lo evidenció el mismísimo Cervantes cuando puso la historia de El Quijote en boca de los recuerdos de aquel morisco llamado Cide Hamete Benengeli que nuestro novelista rememoró como una exploración inconsciente de la memoria histórica de la España medieval olvidada tras la conquista de Granada. Esto es especialmente significativo ahora: cuando afrontamos la exhumación de los restos del dictador en el Valle de los Caídos. Un momento simbólico que rescata del olvido la tragedia de la Guerra Civil y que demuestra cómo su huella sigue percutiendo sobre nuestro presente más de lo que en principio pudiera sospecharse.

En medio de este contexto de reparación democrática sería bueno ir más allá y afrontar, también, un escenario de celebración que trascienda el duelo del ayer. Nos brinda la oportunidad el recuerdo de los exiliados que, provenientes del mundo académico, encontraron espacio para sobrevivir intelectualmente en México y resignificar el mundo investigador de este país hermano. Hablamos de un colectivo de varios millares que fueron abandonando España desde el comienzo de la Guerra Civil en un goteo que culminó con la capitulación republicana en abril de 1939. Lo hicieron en oleadas que agruparon en una gran mayoría a pensadores de estirpe krausista, tanto en su variante liberal como socialista. Todos abandonaron el país amargamente. Con el dolor de la pérdida y la humillación de la derrota. Como una experiencia más dentro del sumatorio de horrores que acumuló la historia de España desde que el 18 de julio de 1936 se produjo el golpe militar contra la legalidad republicana. Pasaron a engrosar esa estirpe amarga de transterrados que desde 1492 ha configurado un drama colectivo que sigue percutiendo sobre el inconsciente español y reviviéndose una y otra vez, casi generación tras generación, a pesar del paso de la historia.

El exilio intelectual español en México es parte de esa vivencia colectiva que necesita ser revisitada con el fin de exaltar la dignidad de su gesta y que forma parte muy especial del drama de los cientos de miles de republicanos que huyeron tras el fin de la guerra camino de Europa, Estados Unidos y, sobre todo, América Latina. Desde el inicio de la guerra se produjo una emigración académica que poco a poco fue acrecentándose hasta afectar a la práctica totalidad de la ciencia y el pensamiento español. México fue, sin duda, el receptor más importante de una élite intelectual excepcional en Europa. Hablamos de un grupo de científicos, académicos, artistas y pensadores que formaron aquella edad de plata que provocó, a finales del siglo XIX y principios del XX, un resurgimiento de la cultura española inédito desde el famoso siglo de oro.

Se inició con la creación desde la Institución Libre de Enseñanza de la Junta de Ampliación de Estudios, que puso en marcha la Restauración y que dio sus frutos políticos con la Segunda República Española, que bien podría describirse como el desenlace intelectual de un krausismo que quiso instaurar, en medio de los totalitarismos del periodo de entreguerras, una República de las Letras en el siglo XX europeo. Lo mejor de aquel grupo encontró refugio en México. Entre otros, María Zambrano, Giner de los Ríos, Luis Buñuel, Rodolfo Halffter, Emilio Prados, Luis Recasens, Alberti, Enrique Díez-Canedo, Pi Sunyer, Eugenio Ímaz, León Felipe, Max Aub, Francisco Ayala, Luis Cernuda, José Gaos, Juan Comas, Margarita Nelken, Francisco Giral, Wenceslao Roces, Pere Bosch y tantos otros.

Siempre se ha mencionado el nombre del presidente Lázaro Cárdenas como promotor de esta acogida. Sin embargo, el artífice fue un intelectual mexicano profundamente comprometido con la libertad a quien la historia ha silenciado. Un humanista liberal que participó del empeño pedagógico de la revolución mexicana. Daniel Cosío Villegas fue el protagonista de aquella operación de refugio que se vivió tras el comienzo de la Guerra Civil. Comprendió la urgencia de abordar el rescate de quienes encarnaban la dignidad de un proyecto al que la historia hizo fracasar. Daniel Cosío fue la persona que tuvo la oportunidad de escuchar de primera mano el drama que en 1936 se cernía sobre la inteligencia de España. Destinado como diplomático en Lisboa ese mismo año, y profundo conocedor de la cultura española después de su estancia en Madrid en 1933, escuchó de boca de Claudio Sánchez Albornoz, entonces embajador español en Portugal, la desesperada situación que atravesaban los intelectuales de su país como consecuencia del estallido de la Guerra Civil. Conmovido por su testimonio, movió los hilos de una solidaridad que dio lugar a la creación de la Casa de España en México en julio de 1938, de la que fue su presidente Alfonso Reyes, siendo el propio Daniel Cosío su primer secretario. Dos años después, se convertiría en el Colegio de México.

Aquel primer impulso fue acompañado de otros. Cosío Villegas contribuyó a que muchos de los exiliados españoles relanzaran el trabajo del Fondo de Cultura Económica como traductores y otros ingresaran en el claustro de la UNAM. De este modo, el refugio de la dignidad huida después de la derrota ante el fascismo llevó a la inteligencia española a integrarse en las instituciones culturales que han dado fama académica e investigadora a México en todo el mundo. El encuentro de España y México cobró forma de este modo en un momento especial de la historia de ambos países. Y tuvo lugar de la mano de alguien que permanece en el olvido, a la espera de que se le reconozca el mérito de haber comprendido el valor que tiene la solidaridad ante la experiencia del dolor, también del dolor que proyecta la inteligencia cuando fracasa en su empeño pedagógico de doblegar las resistencias de la violencia y la opresión.

 

En la imagen superior, Daniel Cosío Villegas  economista, historiador, sociólogo, politólogo y ensayista mexicano. Fundador del Fondo de Cultura Económica, del Colegio de México y de la Escuela Nacional de Economía.

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Fuente: La Vanguardia