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Memorias de un preso republicano |
Nuestra Memoria - Campos de concentración |
Escrito por Marisa de la Peña / Público |
Sábado, 10 de Diciembre de 2011 07:09 |
A mi abuelo, Manuel de la Peña Piñeiro. Esta es su historia. Él no pudo contarla, así que yo recojo el testigo.
Es posible prepararse para la derrota, él ya lo había hecho; pero nadie puede estar preparado para la represión y la venganza. Alimentar el odio, dejarle crecer en los corazones, regarle con miedo y con rencor, cada día, golpe a golpe, discursos a discurso, condena a condena… Abrir un abismo insondable entre las víctimas y los verdugos, un abismo de horror, impotencia y desesperanza.
La cárcel es fría, piedra en los corazones, cuerpos hacinados, miradas perdidas, puños apretados, piernas temblorosas. El hedor es insoportable. Llega al estómago, y allí se instala hasta provocar náuseas. Y luego, en la boca, un sabor a metal y jugos gástricos. Escribir, escribir… Es la única forma de sobrevivir a la barbarie, a la soledad, a la tortura, a la muerte. Él nunca ha empuñado un arma, nunca ha hecho daño a nadie. Es demasiado joven para que su cabello se haya vuelto blanco, un mechón por cada día encerrado entre rejas, por cada condena a muerte revocada, por cada abrazo no dado a sus seres queridos, por esa juventud arrebatada en vano. Ahora sólo las palabras lo salvan del abismo, le hacen reconocerse como hombre, no olvidarse de quién es, de quién ha sido. Es fácil sucumbir al derrotismo, cerrar los ojos y dejarse llevar. Se han llevado al maestro. En su catre ha dejado doblado un poema:”Para tu álbum de penas”, escrito con una caligrafía impecable. Nunca volverán a verse. Pero eso él no lo sabe, como no sabe, ni tan siquiera acierta a sospechar, que será su nieta, muchos años después, la que saque a la luz ese poema, la que lo lea una y otra vez buscando en él la hermosa semblanza del que fuera su abuelo (“delgado, cimbreño, de líneas escuetas/ los ojos enormes, las manos inquietas…”). De aquellos hombres no quedan nada más que las palabras, los poemas que escribieron, vencedores del odio y de la rabia. Nadie podrá quitarles lo que fueron. Su victoria es perdurar en nuestra memoria, aunque haya quien no lo entienda, quien no sepa la importancia de abrir las ventanas y dejar volar todas las palomas, tanto tiempo encerradas. Si les negamos ser reconocidos, si no les concedemos el merecido homenaje de ser recordados, entonces su dolor y su sacrificio habrán sido en vano, y eso si que, sus hijos y sus nietos, no vamos a consentirlo. Todos los versos están sacados del libro Poemario a dos voces, Manuel de la peña Piñeiro y Marisa de la Peña, ed. La factoría de ediciones. -------------- Fuente: Público Viñeta de Kalvellido. Dibujando la Memoria (de J. Kalvellido) |