“La muerte escondida” o cuando canta el gallo rojo Imprimir
Nuestra Memoria - Cultura de la Memoria
Escrito por Cronopio K   
Domingo, 30 de Diciembre de 2018 07:35

La dureza de la deslealtad, el miedo a la soledad, la rabia de las injusticias encumbradas, la propia traición interna…

Cuesta transmitir en un solo texto tantos sentimientos que revuelven el alma. Eso siempre lo consigue Ion Arretxe. “La Muerte escondida” lo hace. Deslealtad, rencor, soledad, dignidad, amor, humor, humillación, venganza…

El escenario de tal orgía de emociones es el Valle de los caídos, un lugar que hoy, más que nunca, recobra actualidad, en la política, y hasta en el cine. Pero yo siento que es una excusa para dejar que el espectador reflexione sobre sus propios fantasmas, sobre sus bajos fondos, a veces difíciles de reconocer, sobre humillaciones y situaciones de indignidad no resueltas, de amores difíciles, equivocados y hasta imposibles, sobre momentos de explosión personal que aterrizan en un cóctel de emociones donde al final todo cuadra.

Esa es la catarsis a la que llega Mariana, una mujer madura que trabaja limpiando el lugar en el que está enterrado Franco. Necesita vengar la humillación que supuso para su abuelo, preso político del régimen, la construcción de este infame monumento. Y en medio de su camino sufre una deslealtad del hombre a quien ama, algo más duro cuando esa misma persona es uno de sus propios enemigos. Pero ya he dicho que esto es la excusa. En realidad, Mariana va soltando a lo largo de la obra mensajes y perlas que llegan al alma para que el espectador reflexione, todo esto mientras tararea magistralmente Gallo rojo gallo negro de Sánchez Ferlosio.

Y este es el cóctel con el que te quedas. La dureza de la deslealtad, el miedo a la soledad, la rabia de las injusticias encumbradas, la propia traición interna de enamorarse de quien representa al enemigo, la necesidad de dar voz a quienes no la han tenido, la obstinación por no rendirse, la humillación de otros tantos como el abuelo de Mariana. Pero también con el absurdo de las situaciones límite, donde todo vale, donde la valentía es la bandera, donde la muerte es la única opción.

Gracias Ion y gracias Pilar Gual (Mariana)

 

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