Parece que la corrupción llegó a Palacio Real y eso, Su Majestad, no está nada bien. El pueblo está dispuesto a tolerar las debilidades de la entrepierna del hombre que, según la versión oficial, nos regaló la democracia dos veces. Primero nos la trajo con una constitución monárquica vigilada por militares y ministros de Franco, con una transición de amnesias y silencios. Después usted se salvó a sí mismo en la noche del 23 F, cuando sus fieles militares se convirtieron en infieles por unas horas, y S.M. apareció en la tele por la noche mandando un mensaje a los golpistas que habían hecho sonar los sables en nombre suyo. Todo el mundo tembló, y tras una noche en casa pegados a los transistores, SM mandó parar todo aquello. Gracias, gracias, gracias, volvimos a decirle, por regalarnos la democracia a este pueblo idiota que dejó morir al dictador en la cama.

A raíz de la implicación de Iñaki Urdangarín en el escándalo de corrupción del Palma Arena, la opinión pública española se ha sobresaltado ante el fuelle financiero que permitió a los Duques de Palma la compra de un palacete de millones de euros en el barrio barcelonés de Pedralbes. Lo cual me lleva al titular que dominaba esta sección el lejano 21 de septiembre de 2008, "Urdangarín compró tres pisos en Palma". No uno ni dos, sino tres, en la década prodigiosa ahora investigada por vía penal.