Cumple 36 años la monarquía de la dictadura que duró 36 años PDF Imprimir E-mail
Monarquía - Casa irreal
Escrito por Arturo del Villar / UCR   
Jueves, 24 de Noviembre de 2011 00:00

juan carlos  jurando principios movimiento  Mala celebración ha tenido su majestad el rey católico nuestro señor, que Dios guarde: precisamente el 22 de noviembre, el día en que se cumplen 36 años de su proclamación como rey de España, ha aparecido con el ojo izquierdo tumefacto. Así hace juego con su pie izquierdo desnivelado. Si es que siempre le falla la izquierda a nuestro inigualable rey. Según informantes de su real palacio, resulta que se ha pegado un real golpe con una real puerta de madera, una puerta muy rara, sin duda. Ya hace años atravesó una real puerta de cristal cuando se dirigía a la real piscina. Despistes reales. Lo que le sucede a nuestro augusto rey es realmente pasmoso.

 

   Aquel memorable 22 de noviembre de 1975, con el cadáver del dictadorísimo todavía expuesto a la veneración de sus fieles, se reunieron conjuntamente las llamadas Cortes Españolas de la dictadura, junto con el llamado Consejo de Regencia, para recibir el juramento de la persona a la que el difunto había designado para sucederle al frente del Estado, si no como dictador, como rey.

   Juan Carlos jura por segunda vez los principios fundamentales del movimientoEfectivamente, el presidente del Consejo de Regencia, el fascista Alejandro Rodríguez de Valcárcel, preguntó al que ostentaba el título de príncipe de España por designación del dictadorísimo si juraba cumplir la misión que le había encomendado el difunto, a lo que respondió: "Juro por Dios, y sobre los santos Evangelios, cumplir y hacer cumplir las Leyes Fundamentales del reino, y guardar lealtad a los Principios que informan el Movimiento Nacional."

   Fue la segunda vez que los juró. La primera lo hizo allí mismo, pero con el dictadorísimo de cuerpo presente, como presidente, el 23 de julio de 1969. Por eso, además de jurar fidelidad a las más ilegales leyes del mundo, también juró lealtad al exgeneral rebelde que había ganado la guerra y tiranizado al pueblo español.

 

Qué se entiende por legitimidad

 

   Prestado el juramento, el hasta entonces príncipe de España ascendió a la categoría de rey de España, y se anunció que reinaría con el nombre de Juan Carlos I. Tras los aplausos de rigor el nuevo rey pronunció un discurso, en el que manifestó: "Como rey de España, título que me confieren la tradición histórica, las Leyes Fundamentales del reino, y el mandato legítimo de los españoles, me honro en dirigiros el primer mensaje de la Corona, que brota de lo más profundo de mi corazón."

   ¿En qué consistía "el mandato legítimo de los españoles"? Nadie nos había preguntado nuestra opinión. El dictadorísimo decidió el 22 de julio de 1969 proponer a los "procuradores" del remedo de Cortes que aceptasen como sucesor suyo, con el título de rey, a Juan Carlos de Borbón, y ellos aplaudieron a rabiar: para eso habían sido designados por él o por sus estamentos. Los españoles no podíamos opinar durante la dictadura, sino obedecer, y el que disentía era "hábilmente interrogado" por la siniestra Policía Secreta, hasta confesar lo que le proponían, caso de no ser suicidado tirándose por una ventana o colgándose en la celda, en un descuido de los carceleros, que eran muy despistados. Al menos, es lo que contaban los medios de información censurados. El día 23 aplaudieron a rabiar al príncipe designado.

      De inmediato en su primer mensaje el nuevo rey rindió homenaje al hombre que le había elevado hasta ese cargo tan honroso para él: "Su recuerdo constituirá para mí una exigencia de comportamiento y de lealtad para con las funciones que asumo al servicio de la patria." Con semejante modelo no se podía esperar mucho del reinado que se estrenaba entonces. Previsoramente ya había anunciado el dictadorísimo que lo dejaba "todo atado y bien atado" para su posteridad. Seguiría mandando muerto.

 

La monarquía del 18 de julio

 

   Añadió el nuevo rey que aquel día comenzaba una nueva etapa, la de la monarquía del 18 de julio, según la denominó el dictadorísimo al exponer su proyecto ante sus "procuradores" el inolvidable día citado: les manifestó que él no restauraba la monarquía, como sí lo había hecho otro general rebelde, Martínez Campos, el fatídico 28 de diciembre de 1874, al sublevarse en Sagunto y proclamar a Alfonso de Borbón como rey XII de ese nombre. No, lo que aseguró hacer el dictadorísimo era instaurar una nueva monarquía, la del 18 de julio, día de la rebelión militar en 1936, para que fuese la continuadora de su régimen cuando él no pudiera seguir asesinando a españoles díscolos. Por ello alteraba el orden sucesorio normal en la monarquía borbónica, y se saltaba al hijo de Alfonso XIII y padre de Juan Carlos, contumaz pretendiente al trono, para designar rey a quien le daba la realísima gana.

   Siguió así el primer discurso del recién estrenado rey: "La monarquía será fiel guardián de esa herencia, y procurará en todo momento mantener la más estrecha relación con el pueblo." Hay herencias que hieren. Pero a Juan Carlos de Borbón le gusta la recibida de su promotor. Lo expuso en el discurso tras ser proclamado sucesor en 1969: "Quiero expresar, en primer lugar, que recibo de su excelencia el jefe del Estado y generalísimo Franco, la legitimidad política surgida el 18 de julio de 1936, en medio de tantos sacrificios, de tantos sufrimientos, tristes, pero necesarios para que nuestra patria encauzase de nuevo sus destinos."

   Según eso, iniciar una rebelión militar que dio origen a una guerra durante treinta y dos meses, a un millón de muertos en el frente o represaliados, a otro millón de exiliados, y a un número incalculable de presos políticos, había hecho surgir una "legitimidad política", porque todo ello era necesario. Sin comentarios.

 

Con legítimo asombro

 

   La idea está arraigada en la mente del rey. Lo comprobamos a menudo en sus declaraciones. Por ejemplo, en una entrevista que firmada por Jean-François Revel y Edouard Bailby y titulada "Habla el mago de la Zarzuela", apareció en el número 86 de la revista barcelonesa Interviú, de fecha 5 a 11 de enero de 1978, página 8. Antes la había publicado el semanario parisiense L'Express, con todo el aspecto de ser un publirreportaje pagado para la promoción exterior del nuevo rey.

   Refieren los autores ese inolvidable momento en que el dictadorísimo decidió, por su omnímodo poder absoluto, designar sucesor a Juan Carlos de Borbón con el título de rey, y transcriben una conversación del elegido con su padre el aspirante. "Los dos queremos trabajar para la Monarquía –le dijo a su padre--. Tú eres el legítimo heredero de la corona; yo he aceptado la legitimidad que me concede el general Franco." La legitimidad de un exgeneral rebelde y genocida. Es para asombrarse de las interpretaciones históricas que hacen algunas mentes. Sin comentarios.

   Desde luego, a este paso el discípulo va a superar al maestro en el arte de mantenerse en el poder: la dictadura duró 36 años y ocho meses, y la monarquía del 18 de julio ha entrado en su año 36 este 22 de noviembre. Es verdad que con el rey medio ciego y medio cojo, además de las enfermedades interiores, algunas operadas, pero dispuesto a superar la marca de su maestro, que tampoco estaba muy lucido en sus últimos años, aparte su reducida estatura y su voz aflautadamente ridícula.

 

En nombre de todos los españoles

 

   En el discurso tras su real proclamación afirmó también: "La institución que personifico integra a todos los españoles", una exageración superlativa. Yo soy español y no me he sentido nunca jamás integrado en la monarquía, y sé que todos los que se manifiestan a menudo en las calles españolas con banderas tricolores y gritando contra la monarquía sienten lo mismo que yo. La monarquía solamente puede integrar a los cortesanos, que son cortos de mente. Los restantes, la mayoría, somos vasallos a la fuerza, porque únicamente se nos permite expresar nuestros sentimientos en las manifestaciones callejeras, mientras corremos delante de la Policía monárquica disuasoria. Algunos además queman públicamente fotografías de su majestad, o le parodian, o le dibujan caricaturas ridículas, o propalan noticias no confirmadas sobre él y sus relaciones privadas; pero los diligentes jueces actúan con firmeza para poner coto a tales desmanes sólo aceptables en una República.

   Otra frase memorable del discurso de investidura: "En este momento decisivo de mi vida afirmo solemnemente que todo mi tiempo y todas las acciones de mi voluntad estarán dirigidos a cumplir con mi deber." Hemos de suponer que entendía por deber el cumplimiento de los Principios del Movimiento Nacional que había jurado por dos veces. Bien es verdad que durante su largo reinado también se ha permitido algunas distracciones, ajenas al cumplimiento del deber real, y que nos salen muy caras a los vasallos, porque pagamos los rifles de caza superpotentes, las motocicletas de grandes cilindradas, y los silencios. Y eso que él pacientemente ha conseguido juntar unos ahorrillos, según informa habitualmente EuroBusiness, en donde es posible encontrar unos datos que no se publican en España. Hay que reconocer que su familia le ayuda eficazmente en este terreno.

   Más adelante proclamó solemnemente: "Guardaré y haré guardar las leyes, teniendo por norte la justicia, y sabiendo que el servicio del pueblo es el fin que justifica toda mi función." Pues precisamente en el Norte existe un pueblo que desconfía de la justicia monárquica, porque muchos de sus hijos son presos políticos, encerrados en cárceles alejadas de su tierra para dificultar las visitas de sus familiares. En el Norte exactamente hay partidos políticos ilegalizados por la justicia monárquica, a los que no puede votar el pueblo. En el Norte ciertamente los electores prefieren votar a partidos que son contrarios a la monarquía, aunque no expresen en público sus opiniones porque cuando lo hacen son ilegalizados. En el Norte decididamente se pita al rey en los encuentros deportivos, lo que constituye un plebiscito, ya que no se cuenta con otro sistema. Ese Norte de España no coincide con el norte monárquico en nada.

   No importa: España es una de las siete monarquías existentes todavía en la Unión Europea, y eso es algo muy importante. Para los reyes y sus familias, por supuesto. Mientras tanto el viento de la historia sopla a favor de las repúblicas.

 

 Vídeos "monárquicos"

Mensaje de JC Borbón 2010

Mensaje de Navidad 2010  

  

Cómo hizo su fortuna Juan Carlos I

Cómo hizo su fortuna

Juan Carlos de Borbón