El ahora llamado rey emérito, Juan Carlos de Borbón, ha tocado a lo largo de su vida, respondiendo a su patológica obsesión por el sexo, miles y miles de pechos femeninos. La cifra más aproximada es la de diez mil, correspondientes a sus 4.786 amantes censadas de pequeño y largo recorrido e incluyendo ahí, lógicamente, los santos y nada pecaminosos de su santa esposa.

Pero debo decir, porque creo que es mi obligación, que en los archivos secretos de los servicios de Inteligencia españoles no consta que entre esa pléyade de senos femeninos tocados, y mucho menos exprimidos como vulgares naranjas valencianas, se encuentre uno de los dos biológicamente adscritos a la famosa comentarista catalana, Pilar Rahola.

Ello no quiere decir en absoluto que la citada tertuliana de radio y televisión mienta o se haya sacado de la manga semejante acoso regio (muy normalito por otra parte si hacemos caso al depravado currículum del Borbón) con fines espurios o de promoción profesional sino simplemente que tal acción no fue recogida en su día por la oficina permanente de seguimiento real que funcionó a pleno rendimiento durante los casi cuarenta años que semejante individuo ocupó la jefatura del Estado español por deseo testicular del dictador Franco.

Pues, bueno, lo dicho. Ni a mí personalmente, que llevo más de treinta años investigando la vida del ex rey Juan Carlos con cuatro libros publicados, ni en los documentos reservados de la época que deprisa y corriendo he podido consultar de nuevo, nos consta que la señora Rahola fuera exprimida como una toronja en sus partes más íntimas por las pecaminosas manos del anterior monarca español. Aunque debo reconocer que tampoco me cuesta un trabajo excesivo dar por buena semejante noticia. ¡Menudo perla es este viejo regatista del corazón partido…!

Fdo: Amadeo Martínez Inglés

Coronel. Escritor. Historiador