Escuchaste un "¡Viva la República!", y para demostrar que eres tan "campechano" como tu padre, te acercaste con soberbia a la mujer que lo había gritado para demostrar el talante democrático que tienes como presunto heredero a la Jefatura del Estado. Y digo presunto porque quizá te quedes a medio camino si en un país que está despertando sueltas exabruptos o demuestras comportamientos como el que demostraste esta semana en Navarra.

Quizá pensaste que te encontrarías con una persona del nivel político de las que sueles rodearte, o de las que te jalean junto a tu mujer al grito de "¡guapos!". No tuviste suerte Felipe, y te encontraste con una ciudadana que sabe lo que es la democracia, ese concepto que es incompatible con la institución que representas y que quereis representar de por vida todos los Borbones.

La mujer te pidió que se abra la posibilidad a que en este país haya una República, y le replicaste que "crees en el sistema". ¡Como para no creer si el sistema te permite una vida con todos los gastos pagados!

Ni tú dando una lección magistral de soberbia, ni con el presidente navarro diciendo tonterías como que "la I y la II República terminaron como el rosario de la aurora", ni con la panda de súbditos que antes y después sólo sabían gritar "¡guapos! y "¡vivan los príncipes!, la mujer se amedrentaba. Todo lo contrario. Con una serenidad aplastante te dejaba sin argumentos y demostrabas no estar más preparado que cualquier ciudadano medio para ejercer la Jefatura del Estado, y falto de argumentos zanjaste la conversación con la mujer: "Ya has tenido tu minuto de gloria, porque esto no va a ningún lado".

La verdad Felipe, dudo bastante que esa mujer buscase siquiera un segundo de gloria, lo que tengo muy claro es que un minuto de gloria vale mucho más que una vida de soberbia.

Ver Vídeo: Un minuto de gloria ante el príncipe.

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Javier Parra es director de La República