Hay cierto candor en el discurso del rey de este año 2017, que probablemente venga motivado por las fechas navideñas y esa especie de vapor etílico que lo inunda todo para que estos días nos queramos mucho y bien hasta después del 6 de enero.

Hay, sin embargo, en el discurso del rey de este año un sutil asomo de frustración y unas ganas tremendas de congraciarse con todos/as hablando de corrupción, desigualdad y hasta de violencia machista; y es de agradecer, sin duda, pero llega tarde y con el daño ya (muy) hecho.