¿Pringados o fanáticos? PDF Imprimir E-mail
Laicismo - Estado Laico
Escrito por Antonio Gómez Movellán   
Miércoles, 23 de Agosto de 2017 00:00

Atentados Barcelona 2017

Se ha producido, desde hace décadas, una erosión del secularismo estatal y social. Cuando se dice que existe una crisis del secularismo en el mundo debemos pensar en el retroceso  que, de una u otra forma, se ha ido produciendo en Estados que, tras la descolonización, se constituyeron como Estados seculares o laicos. Estamos pensando en Estados laicos de nueva planta como Israel o en Estados como Túnez, Egipto o, como no, Turquía. En aquellos Estados que se constituyeron como estados anticoloniales y  nacionalistas con ideologías seculares el retroceso  es evidente. Y por supuesto se pueden buscar explicaciones a este fenómeno pero lo que es una realidad  es que los elementos identitarios religiosos están en ascenso.

El fracaso de la modernización, en la era de la globalización,  ha traído consigo la emergencia de los arcaísmos religiosos en el primer plano de la política. El establecimiento de regímenes políticos teocráticos como Irán, el ascenso internacional del islam político y los movimientos ultra reaccionarios ligados a ellos, la aparición de un terrorismo político religioso y de unos ejércitos paramilitares como ISIS , son todo ello manifestaciones de lo que decimos por más que pensemos que algunas de estas manifestaciones son construidas o manipuladas por intereses nada espirituales y más bien están subordinadas a intereses  de las multinacionales, de los Estados imperiales o de las alianzas militares internacionales y sus centros de espionaje.

En Europa se está produciendo, tanto en los países laicos como en los que no lo son, una ola de criminalización del islam como chivo expiatorio  de los problemas sociales de integración  y al tiempo de justificación  para las intervenciones neo imperialistas  que se dan África y en el Medio Oriente. El caso más grotesco es el de Francia donde  la derecha y la extrema derecha están utilizando un laicismo falso para justificar un nuevo racismo.

Pero entonces, los jóvenes radicalizados que se asocian a los movimientos reaccionarios del islam político  en Europa que son ¿pringados o fanáticos?  Son, en su gran mayoría, las dos cosas; por un lado, son pringados porque son utilizados por los mismos que manejan, en el mundo, el llamado islam político y por otro lado, algunos-no todos- parecen ser  también fanáticos del islam político. El terrorismo del islam político en Europa tiene un  olor extraño y las investigaciones policiales y judiciales, tras los atentados, suelen acabar en un punto muerto que no logra desenmascarar   a los autores intelectuales de los crímenes, ni el revés de la trama. Esto  pasó el 11- M en Madrid y ha pasado en Londres,  en París o en  Berlín y también pasará en Barcelona como muy bien explica Manuel Domínguez Moreno en su interesantísimo artículo Un caso curioso” publicado en Diario16

Pero no nos echemos las manos a  la cabeza sobre las sospechas que puedan tener muchos ciudadanos. Desde el  Irangate nadie se debería echar ninguna mano a la cabeza.

 Aunque, en España ni en Cataluña, contra el terrorismo no podamos hacer demasiado si se pueden hacer muchas cosas contra el fanatismo; en primer lugar, estableciendo un sistema escolar laico y único; desgraciadamente vamos por un camino muy diferente; se sigue potenciando la enseñanza concertada como elemento esencial de segregación social. En vez de una escuela inclusiva se potencia una escuela segregacionista, sobre todo en las grandes áreas metropolitanas, donde cada vez más la escuela pública queda reservada a inmigrantes y a población de más bajos ingresos. En Madrid, por ejemplo, la educación concertada ya supone  más del 50%  de la población escolarizada y lo mismo pasa en Barcelona. En vez de utilizar los recursos públicos para la escuela única se potencian dos sistemas educativos en uno de los cuales se va a producir el fracaso escolar y  exclusión social.  Si no se comprende esto mucho menos se va a comprender que las autoridades civiles,  para conmemorar o celebrar un acto oficial, un reconocimiento  o lo que fuera, tendrían que organizar un acto civil y no una misa católica, reforzando así el carácter excluyente y no integrador del espacio público. El espacio público es de todos  y no es de nadie. Esa es la máxima de la integración y del laicismo. Luchar por un espacio público incluyente e integrador es un nivel máximo de seguridad contra el fanatismo y la contra la xenofobia.

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Fuente: Laicismo-org