Los riesgos de la Semana Santa y los espacios públicos PDF Imprimir E-mail
Laicismo - Estado Laico
Escrito por Pepe Aguza   
Sábado, 01 de Abril de 2017 00:00

   Nos alarmamos enormemente e incluso nos sentimos humillados cuando alguien en tono humorístico se burla de ciertas costumbres o estereotipos andaluces.
    Recientemente se ha generado una gran polémica (como si no hubiera otros graves problemas en España o Andalucía) sobre un programa emitido por la televisión ETB vasca, que aunque no compartamos su contenido, no deja de ser un espacio de humor satírico, lleno de ironía donde se tacha a una parte de los españoles de incultos y paletos y que al igual que en otra ocasión, ridiculizaba a algunos personajes andaluces como catetos y atrasados, dados al cante, la guitarra, las castañuelas y los santos.
Como siempre lo mas rancio del país, entre ellos ciertas asociaciones como COVITE y la prensa oficial han puesto el grito en el cielo por el insulto, ignorando el ultraje continuo a la ciudadanía y su memoria histórica.
 
Estando en puertas a otras fiestas católicas de folclore, exhibición y oropeles, es llamativa la farisaica e hipócrita actitud ante el espectáculo de dolor, crueldad y tortura ofrecido por las representaciones procesionales de la Semana Santa y la sociedad cristiana o mejor dicho de “capillitas” andaluza cuando se echan a la calle en un falso retrato de penitencia que más hace de ostentación, lujo y publicidad que de oración y recogimiento.
 
Las cofradías, brazo visible de la iglesia católica, hacen su agosto, con dinero tanto privado como público, sin control de la Administración y utilizando calles y espacio público como propios, obviando las necesidades e intereses de la ciudadanía e impidiendo el libre tránsito tanto para circular o como para acceder a viviendas, servicios, negocios e incluso puestos de trabajo, algo que raya la ilegalidad.
 
Pocas Comunidades Autónomas ofrecen tanta permisividad a la parafernalia y exhibición a este tipo de actos como Andalucía.
 
No hay que olvidar, que mientras para unos sea motivo de turismo y movimiento de negocios, para otra multitud de todo tipo de creencias y religiones, que igualmente pagan sus impuestos, solamente representa ruido, molestias y perjuicios y las autoridades, cada vez más permisivas en este terreno, deberían vigilar estrechamente los permisos y autorizaciones que se otorgan para estos actos.
 
Hemos llegado a una época, en que ni en los pasados tiempos del franquismo, se obstaculizaba tanto el espacio urbano, con los riesgos que puede representar en caso de accidentes, enfermedad grave, alarma social o incendios, por citar algunos.
 
Con los peligros que en la actualidad se corren, cualquier amenaza, aún a pesar de ser falsa, podría causar una auténtica tragedia de dimensiones desconocidas.
 
Recordemos los sucesos de Sevilla, sobre las cinco y cuarto en la famosa Madrugá Sevillana del año 2000, cuando una serie de personas comienzan carreras y gritos en el corazón de la Semana Santa y las calles Sierpes, La Campana, la Plaza de San Francisco abarrotada de gente aterrorizada, se ven atrapadas intentando huir atropelladamente, desbordada por el pánico y llantos, pudieron provocar una auténtica catástrofe.
 
Estos sucesos, que recordaban a la galardonada película de Mateo Gil, “Nadie conoce a nadie” estrenada en 1999, demuestran que la realidad supera a la ficción y las autoridades deben ser conscientes de ello y tomar las medidas oportunas.
 
En la imagen superior, Gutierrez Solana: Los disciplinantes
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