Jesuitas y además, pederastas Imprimir
Laicismo - Crítica a la jerarquía católica
Escrito por Arturo del Villar / UCR   

Protege a tus hijos de los curas pederastas   Ya estaba en bancarrota la provincia eclesiástica de Ontario, desde que en 2009 se vio obligada a compensar económicamente a un centenar de víctimas de la lujuria sacerdotal, y ahora la Compañía de Jesús ha tenido que aceptar pagar 166 millones de dólares a más de 500 nuevas víctimas de abusos sexuales cometidos por religiosos de la orden. Principalmente eran niños indígenas, sometidos a las actividades criminales de estos hijos de san Ignacio de Loyola entre 1940 y 1990, en escuelas dirigidas por ellos en Oregón, Idaho, Ontario y Alaska.

 

   En ese período fueron prepósitos generales de la Societas Iesu el belga Jean-Baptiste Janssens, el vasco Pedro Arrupe y el neerlandés Peter Hans Kolvenbach, quienes tuvieron enfrentamientos con el Vaticano, aunque debieron resignarse a acatar sus órdenes debido al cuarto voto que hacen al ingresar en la orden, el de obediencia ciega al papa. Durante ese lapso se produjo un abandono masivo de la orden, por quienes pretendían pensar con libertad, cosa imposible en la Compañía de Jesús. Más valdría que se hubieran ido todos los que se quedaron.

   La obra literaria más importante de Loyola es los Ejercicios espirituales. Sus hijos no deben de seguirlos, ya que su primera anotación dice: "Porque así como el pasear, caminar y correr son ejercicios corporales, por la misma manera, todo modo de preparar y disponer el ánima para quitar de sí todas las afecciones desordenadas y, después de quitadas, para buscar y hallar la voluntad divina en la disposición de su vida para la salud del ánima, se llaman ejercicios espirituales." Es de suponer que el autor incluyera entre las "afecciones desordenadas" la violación de niños.

   Aunque el mismo Loyola aportó una cómoda solución para los pecadores, en sus cuatro adiciones: "La primera adición es que cada vez que el hombre cae en aquel pecado o defecto particular, ponga la mano en el pecho, doliéndose de haber caído; lo que se puede hacer aun delante de muchos, sin que se sienta lo que hace." Eso es dar facilidades a los pecadores para seguir pecando cómodamente. De estas consideraciones derivó el término despectivo "jesuita" como sinónimo de taimado e hipócrita. En las constituciones de la orden no se utilizó esa palabra hasta 1975.

   Las características de la Societas Iesu la han hecho siempre especialmente odiosa tanto para el pueblo como para los reyes y los restantes eclesiásticos. En 1773 el papa Clemente XIV disolvió la orden, aunque en 1814 la restauró Pío VII. No obstante, en muchos países europeos volvieron a ser expulsados, lo que les incitó a refugiarse en los Estados Unidos y Canadá, que por su baja población aceptaban entonces a todos los inmigrantes. Ya sabemos el resultado para sus muchachos.

   La República Española decretó la disolución de la orden el 23 de enero de 1932, pero el dictadorísimo derogó el decreto el 3 de mayo de 1938, para desgracia de los jóvenes que sufrieron las vejaciones sexuales y la pésima educación anticientífica en sus colegios. Todos callan lo que padecieron, aunque es posible que pronto imiten el ejemplo de las víctimas de otros países, y reclamen la disolución de la fatídica orden.