Mujeres en chaleco amarillo: la determinación de aquellas que no tienen nada que perder Imprimir
Imperio - Unión Europea
Escrito por Elsa Marcel   
Miércoles, 02 de Enero de 2019 05:44

Desde el comienzo del movimiento de los chalecos amarillos, todo el mundo remarcó la presencia de las mujeres en el corazón de la movilización. Sobre las calles, los peajes, sobre Champs-Elysées y en numerosas manifestaciones, las mujeres están en primera línea. Las Comuneras de hoy

El propio Emmanuel Macron buscó dirigirse específicamente a eso en su discurso del 10 de diciembre: se acercó saludando la “bronca sincera” de “la madre de familia soltera, viuda o divorciada, que ya no encuentra, que no tiene los medios de mantener a sus hijos y llegar a fin de mes”. Si pretende haber entendido a esas “mujeres de coraje”, el interés llevado del ejecutivo por ellas sobre todo demuestra el potencial explosivo del combate de esas guerreras de los chalecos amarillos.


En efecto, las mujeres son las primeras afectadas por el costo de vida. Son las peor pagas, aquellas que están atadas a trabajos precarios y de tiempo parcial, las primeras que demandan ayudas sociales, las primeras víctimas de despidos.

Además, las calles y manifestaciones están llenas de madres solteras. Trabajadoras sociales, trabajadoras domésticas, obreras, enfermeras e incluso ferroviarias, ellas explican la dificultad de llegar a fin de mes, la angustia de no poder ofrecerles a sus hijos una vida digna, estando muy poco protegidas por las ayudas sociales.

Así, Ghislaine Tormos, obrera en la automotriz PSA (que agrupa a Peugeot y Citroën, entre otras grandes marcas), explica que son las mujeres quienes, si los niños de enferman, pierden el día de trabajo. Igualmente, son ellas quienes hacen las compras y llenan la heladera, y quienes ven que los precios de los productos aumentan cada año mientras que los salarios se estancan.

Torya, ferroviaria, cuenta como a veces debe privarse de la electricidad para poder asegurarse comprar los productos de primera necesidad. En huelga el año pasado contra la reforma del sistema ferroviario, ella denunciaba la privatización de los servicios públicos. En efecto, las mujeres son, una vez más, las más afectadas. Ejemplo de esto es la lucha contra el cierre de la maternidad de Blanc por la que se impuso a las mujeres que iban a dar a luz hacer más de una hora de ruta para poder llegar a un hospital.

En realidad, las mujeres son las que viven más duramente la precariedad económica: según el Instituto Nacional de Estadísticas y de Estudios económicos de Francia, más de un tercio de las familias monoparentales viven bajo la línea de pobreza. Además, las familias monoparentales están, en su inmensa mayoría, compuestas de mujeres solas. Es más, Alex Spire, director de investigación en el Centro Nacional para la Investigación Científica (CNRS) señala que ellas son muy poco ayudadas: “Por fuera del subsidio monoparental, ellas están mal cubiertas porque el sistema fue pensado sobre el modelo de un hombre que trabaja y que se hace cargo del hogar con una mujer y dos niños”.

En consecuencia, las mujeres forman parte de aquellos que tienen todo por ganar y nada que perder. La bronca que se expresa desde el 17 de noviembre es también la irrupción en escena de aquellos que aprendieron a aguantar todo sin jamás decir nada. Determinadas a ir hasta el final y a dar su vida por un futuro mejor, muchas de las mujeres en los chalecos amarillos dicen manifestarse por primera vez, y probaron el fruto de la revuelta después de años de silencioso sufrimiento.

Esas calles, bloqueos y manifestaciones recuerdan las palabras de Jules Vallès sobre las Comuneras, en 1886: "Mujeres por todas partes. Gran señal. Cuando las mujeres se involucran, cuando la ama de casa empuja a su hombre, cuando arranca la bandera negra que flota sobre la olla para plantarla entre dos adoquines, es porque el sol se levantará en una ciudad en revuelta".

 

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Fuente: revolutionpermanente.fr/