Francia: Contra la reforma laboral, la unidad se construye en la calle PDF Imprimir E-mail
Imperio - Unión Europea
Escrito por Eric Bonet   
Lunes, 18 de Septiembre de 2017 05:16

Emmanuel Macron tiene una cierta reputación de tecnócrata, pero en realidad es un astuto estratega político. Una prueba. El gobierno francés se reunió a lo largo del verano con la patronal y los dirigentes sindicales para debatir la reforma laboral, que aprobará por decreto el 22 de septiembre. Con las cartas marcadas y un margen estrecho de negociación para los sindicatos, esta “concertación de 200 horas” tenía como objetivo romper la unidad sindical. Una vez concluido este proceso, según reveló el semanario Le Canard Enchaîné, el dirigente galo recibió en secreto el 28 de agosto en el Palacio del Elíseo al secretario general de Force Ouvrière (FO).  Jean-Claude Mailly había participado el año pasado en la movilización en contra de la reforma laboral del ejecutivo socialista.

Cuando el gobierno francés anunció la reforma laboral el 31 de agosto, la estrategia de Macron parecía haber dado sus frutos. La dirección de FO no se oponía a ella. “Hemos evitado que hubiera medidas peores”, aseguró entonces Mailly para justificar que su sindicato no se opusiera a la fuerte ‘flexibilización’ del derecho laboral promovida por el gobierno. La tercera organización sindical de Francia se alineaba con la CFDT, el segundo sindicato del país y que durante los últimos veinte años ha aceptado la desarticulación del derecho laboral francés. El joven inquilino del Elíseo  conseguía, de esta forma, aislar a la CGT --el mayor sindicato en número de afiliados--, que ya había convocado una jornada de movilizaciones para el 12 de septiembre.

Organizadas durante el verano y pocos meses después de las presidenciales, las manifestaciones de este martes no se preveían masivas. Sin embargo, los peores augurios no se cumplieron. La CGT demostró que todavía conserva su poder de convocatoria. Entre 400.000, según los sindicatos, y 223.000 personas, según las autoridades, participaron en las movilizaciones que tuvieron lugar en 120 localidades. En París, entre 60.000 y 24.000 manifestantes desfilaron en una marcha que empezó en la Plaza de la Bastilla. Aunque el número de asistentes resultó menor a los de las protestas de la primavera de 2016, esta manifestación deja entrever que está surgiendo un nuevo frente sindical en contra de las reformas de Macron.

“No ha venido la dirección de FO, pero sí que hay 73 delegaciones departamentales de este sindicato que se han movilizado”, explica Xavier Grossean, delegado sindical de la CGT en el sector de la formación profesional. “Un frente sindical se está construyendo gracias a la manifestación de este martes”, añade Grossean, quien augura una mayor participación de los otros sindicatos en la próxima marcha del 21 de septiembre.

“No tenemos dirección, Mailly no es mi jefe”, afirma el secretario general de la Federación de Transportes de FO, Patrice Clos, que convocó sus afiliados para que se movilizaran el 12 y que ha llamado, junto a la CGT, a una huelga de este sector a partir del 25 de septiembre. En el seno de FO, las bases han desencadenado una revuelta en contra de la dirección. “Si nos manifestamos en contra de la ley El Khomri [la reforma laboral del anterior gobierno socialista], también debemos hacerlo ahora”, asegura Clos.

La reforma de Macron traspasa numerosas líneas rojas que Hollande respetó: el dirigente centrista ha decidido limitar y, por lo tanto, reducir las indemnizaciones por los despidos abusivos hasta un máximo de veinte meses por  treinta años de antigüedad. Las multinacionales podrán justificar un ERE en función de los resultados de su filial en Francia y no del conjunto de la empresa. Los jefes de los grupos de menos de 50 empleados podrán negociar nuevas condiciones laborales con sus trabajadores sin que estos pertenezcan a ningún sindicato. El gobierno favorecerá, de esta forma, los convenios en las empresas en perjuicio de los colectivos.

“La reforma laboral probablemente creará nuevos puestos de trabajo, pero la mayoría de ellos serán temporales o a tiempo parcial”, prevé la economista Mireille Bruyère integrante del colectivo Les Économistes Atterrés. Según advierte esta experta  en el mercado laboral francés, “el equilibrio de fuerzas en los pequeños grupos es bastante desigual”. Por este motivo, “los acuerdos en las pequeñas y medianas empresas no suelen mejorar los convenios colectivos”, añade Bruyère. Además, “podrán adoptar estratagemas para perjudicar los resultados de una de una de sus filiales” y así justificar un ERE y rebajar su masa salarial.

La rebelión de los “vagos”

“El gobierno de Macron sigue una línea ultraliberal, que favorece el retroceso de los derechos sociales en Francia”, asegura Laurence Gauthier, jubilada y militante de Attac y de la Francia Insumisa. Como ella, centenares de militantes de la nueva formación de izquierdas de Jean-Luc Mélenchon participaron en la movilización del martes. Con un grupo parlamentario de sólo 17 diputados, la izquierda melenchonista se ha erigido en la principal fuerza de oposición a Macron, según numerosos estudios de opinión. Este movimiento ha convocado el 23 de septiembre otra manifestación en contra de la reforma laboral, que se prevé masiva, pero que ha sido interpretada como una interferencia por algunos dirigentes sindicales. “Es una manifestación complementaria, ya que servirá para protestar en contra de todas las políticas de Macron”, defiende Randy Nemoz, un joven estudiante de la École des Hautes Études en Sciences Sociales y militante de la Francia Insumisa.

“Emmanuel no toques mi pensión”. “CSG, jubilación, Macron el estafador”. Eran algunas de las pancartas artesanales de la manifestación de este martes 12 de septiembre que no se referían a la reforma laboral, sino a otras medidas neoliberales del ejecutivo centrista, como la reforma de las pensiones, la supresión de miles de empleos subvencionados o la reforma del impuesto sobre la fortuna, que representará un regalo de 4.000 millones de euros a los más ricos. Pero si había un mensaje que destacaba en París, este era: “Fainéants de tous pays, unissez-vous” (Vagos de todos los países, uníos).

De hecho, la frase más repetida por todos los manifestantes era “soy un vago”. Esta evocaba la desafortunada intervención de Macron el viernes 8 de septiembre en Atenas, donde calificó a los que se oponen a la reforma laboral como “perezosos, cínicos y extremistas”. No se trata del primer comentario despectivo de este antiguo banquero de Rothschild. Cuando ejercía como ministro de Economía, Macron ya dijo a unos parados que si querían comprarse un traje como el que él llevaba, sólo tenían que trabajar. Esta vez su soberbia no sólo sirvió para movilizar a unos militantes sindicales desmotivados, sino que también dañó la maltrecha imagen pública del joven presidente.

Con unos niveles de popularidad del 36%, Macron se ha erigido en el presidente menos popular en la historia de la Quinta República durante los tres primeros meses de mandato. Lo que el presidente consigue por su inteligencia y astucia, lo pierde luego por su soberbia. Y también por sus políticas neoliberales.

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Fuente: CTXT