Refugiados: entre la infamia y un porcentaje revelador PDF Imprimir E-mail
Imperio - Unión Europea
Escrito por José Juan Hernández / UCR   
Sábado, 05 de Septiembre de 2015 04:47

Aylan.
Su cuerpo desmadejado, minúsculo y endeble, de muñeco abandonado boca abajo en mitad de un juego por un niño descuidado (pido perdón si a alguien le parece reprochable, tal vez frívola, esta impresión mía), es la imagen que acompaña, no sé si con mayor o menor valor, millones de palabras en todos los medios de comunicación y las redes sociales del planeta.


Cuando hagamos, a toda prisa, la rueda feroz no para, un nuevo balance de la historia más universal que existe, la de la infamia, el pequeño Aylan estará junto a los poquísimos convertidos en símbolos. Aquellos con nombre propio entre los centenares de millones (su propia madre y su hermano) absolutamente anónimos. Lo he dicho ya en alguna ocasión, pero lo reitero. El texto más largo de historia sobre la Segunda Guerra Mundial (hagan el cálculo con 500 palabras por página y verán que son muchos tomos), sería aquél que nombrara a todas las víctimas del conflicto. La cifra habitual que se maneja es la de sesenta millones de muertos. Pero cuidado con esta cantidad, en ella se nos podrían colar de rondón miles de victimarios que también fallecieron.
Llevamos un año viendo a la hora del almuerzo o de la cena imágenes de cadáveres de naufragados anónimos en el Mediterráneo tratando de pasar del norte-sur africano al sur-norte europeo. Personas que se embarcaron huyendo de los conflictos o de las penurias, casi siempre unidos en infeliz maridaje.
Ahora llegan masivamente del este. De Siria, feliz producto de ese extraño "tránsito a la libertad", con amargo desenlace, que fueron las primaveras árabes. De Iraq, donde se calcula que han muerto desde los años noventa, ya que de niños hablamos, en un ciclo de guerras impulsadas por Occidente, decenas de miles. En ambos países, irrumpiendo con la fuerza que da un gran flujo de dinero, nació ese ente llamado Estado Islámico. Un desestabilizador voraz que sirve a quienes quieren unos países sumidos en una crisis continua, que ha hecho caer en barrena indicadores sociales que se movían en unos parámetros dignos. De Afganistán, donde la operación "libertad duradera" lanzada en 2001 por EEUU no ha impedido que una pareja, disfrutando de esa libertad floreciente, haya recibido en la provincia de Ghor cien latigazos por adulterio.
La Unión Europea se plantea repartir entre sus socios 120.000 refugiados. También otras instituciones como ayuntamientos e incluso particulares con alguna capacidad alojativa, desde sus diferentes posibilidades, muestran su disposición a acoger gente que huye de unos territorios que siguen desangrándose.
Cuando pienso en los gobiernos occidentales se me viene a la mente don Juan de Robres que según mi paisano el erudito Juan de Iriarte "...con caridad sin igual / hizo este santo hospital / y también hizo los pobres".
Aunque en realidad, como la UE no entiende de caridad sin igual, pienso que podría dirigirse solícitamente al quinto hombre (ni siquiera hay que ir mendicante ante alguien con medalla) más rico del continente. Me refiero a don Stefan Persson, de nacionalidad sueca y con un patrimonio, según "Eleconomista.es" de 23.000 millones de euros. Estableciendo, por ejemplo, una ayuda media anual por refugiado de 10.000 euros si este señor donara el 10% de su fortuna sufragaría los gastos de los 120.000 refugiados durante casi dos años.
Curioso este mundo. Aquello a lo que un tipo fuera del podio de la riqueza europea (establecer el planeta como marco sería aún más humillante, pues podrían las instituciones europeas pedir audiencia incluso al don nadie que está en el puesto 35) hace frente sin despeinarse, sin dejar de revolcarse en la más escandalosa abundancia, supone para el gigante europeo un esfuerzo que le hace crujir de huesos.

 

Artículo también publicado en la página personal del autpr: El Blog de José Juan Hdez