Sócrates y el juego del «escondite inglés» PDF Imprimir E-mail
Imperio - Unión Europea
Escrito por Gara   
Jueves, 27 de Noviembre de 2014 06:37

Parece que José Sócrates, el presidente luso que pidió el rescate para Portugal, estaba más preocupado de rescatarse a sí mismo que a sus ciudadanos, asfixiados por las políticas de austeridad que él mismo promovió. Detenido y encarcelado por, presuntamente, evadir millones de euros, el exjefe de Gobierno ha demostrado ser más práctico que el PP en Madrid y optar por los clásicos maletines en lugar de los sobres que tan alegremente han corrido entre los dirigentes de la derecha española. Ambos estados, el español y el portugués, comparten, además de mugas, una historia con paralelismos. Los dos padecieron un siniestro régimen fascista y, actualmente, sus iniciales forman parte del «PIGS» con el que se (des)califica a los países del sur de Europa, que tiene su expresión más sangrante en el ahogo financiero de sus habitantes. Todo ello mientras que gente como Sócrates, que les regañaba por no ajustarse el pantalón lo suficiente, amasaban su negra fortuna.

 

Cierto es que también hay diferencias, como este arresto. Mientras que el tipo que dirigía el Ejecutivo de Lisboa hasta anteayer ha sido apresado y enviado a la cárcel, en Madrid el juez tarda más de seis meses en recibir los ordenadores de Génova, pese a que esta se encuentra a dos calles de la sede provisional de la Audiencia Nacional. Ante el ralentí de la toma de declaraciones y registros en casos como el de Luis Bárcenas, si alguno de los responsables de los desfalcos españoles ha dejado algún rastro debería ser doblemente castigado por idiota. Como si jugasen al «escondite inglés», tiempo han tenido, o les han dejado, para ocultar todos sus tejemanejes.

Desconozco si las diferencias en la efectividad judicial ante el mismo luctuoso hecho tienen que ver con el hecho de que, al contrario que el Estado español, Portugal tuvo su «revolución de los claveles». Menuda distancia entre un expresidente arrestado e interrogado y el goteo de citaciones en las que hasta la capacidad de sorpresa se vuelve a favor de Génova.

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Fuente: Gara